Mujer duda sobre cómo dividir la herencia entre sus 4 nietos hasta que ve 4 cajas con sus nombres en la puerta - Historia del día
Una mujer estaba indecisa sobre cómo dividir su patrimonio entre sus nietos, pero después de ver unas cajas frente a la puerta de su casa decidió quién sería su heredero.
Técnicamente, escribir un testamento es bastante simple, pero el resultado para algunos podría dejar familias divididas. Podría destruir relaciones, generar rencores y, a veces, no hacer nada en absoluto.
Christine, una abuela de 69 años, no estaba segura de cómo dividir su patrimonio entre sus cuatro nietos, por lo que ideó un plan. Ella determinaría quién obtendría qué dependiendo de cómo la saludaran en su cumpleaños.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
Dos días después, en la mañana de su cumpleaños número 70, encontró cuatro cajas de regalo en la puerta de su casa con los nombres de sus nietos. Se sorprendió, pero algo extraño le llamó la atención.
“¿Qué hacen estas cajas aquí?”, se preguntó la mujer mayor mientras la recogía.
“Esta es de Jacobo... Y esta es de Simón. Esta, de María. ¡Dios mío! ¡También hay una caja de parte de la pequeña Alicia!”.
Christine nunca había estado tan emocionada antes. Sus nietos vivían en diferentes ciudades, por lo que se le llenaron los ojos de lágrimas al saber que recordaban su cumpleaños.
Pero después de mirar más detalladamente, notó algo extraño en la escritura a mano en todas las cajas: era la misma letra en todas y los mensajes habían sido escritos con el mismo marcador negro.
“Es extraño. Conozco muy bien la letra de Jacobo. Pero esta no es su letra. ¿Cómo es que todas las cajas tienen la misma caligrafía?”, se preguntó.
La mujer mayor desenvolvió con impaciencia las cajas una por una para ver qué había dentro. Primero, abrió la caja de regalo de Jacobo y quedó asombrada.
“¿Un relicario con un reloj? ¡Dios mío, siempre quise tener un relicario antiguo como este!”, dijo ella, sorprendida por la amabilidad de su nieto mayor.
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La segunda caja era de Simón y contenía un cálido chal pashmina que siempre había querido. La tercera era de María y contenía un hervidor eléctrico.
Christine no podía creer lo que veía porque estas eran algunas de las cosas que siempre había anhelado pero que nunca había tenido oportunidad de comprar debido a sus problemas de salud.
Finalmente, abrió la caja del regalo de Alicia y se recostó en su asiento, llorando. Dentro había una hermosa estatuilla de la Última Cena que Christine había querido durante mucho tiempo pero que no podía encontrar en las tiendas.
“¡Hermoso! ¡Todo es maravilloso!”, pensó llorando. Abrumada por la emoción, la mujer mayor decidió llamar a cada uno de sus nietos para agradecerles por los regalos.
Pero la escritura similar en las cuatro cajas la tenía desconcertada, considerando que sus nietos vivían en diferentes estados, separados unos de otros. Entonces comenzó a llamarlos uno por uno para resolver el misterio.
Primero llamó a su nieto mayor, Jacobo, de 18 años. Las lágrimas brotaron de sus ojos cuando él respondió a su llamada. Anticipó que él le desearía un feliz cumpleaños.
“¡Hola! ¿Quién habla?”, dijo el joven.
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“¡Hola, Jacobo! Es tu abuela. ¿Cómo estás?”.
“Ah, hola, abuela. ¿Qué pasa?”.
“Te llamo para agradecerte el regalo que enviaste hoy”, le dijo al nieto mayor.
“¿Regalo? No te envié ningún regalo. ¿Por qué te enviaría un regalo hoy? ¿Y qué tiene de especial el día de hoy?”, respondió él.
La respuesta de Jacobo no fue la que esperaba Christine. Decepcionada, decidió no insistir más en la llamada y le dijo a su nieto que no era nada. Luego colgó.
A continuación, llamó a su segundo nieto, Simón, de 17 años.
“Hola, abuela. ¿Cómo estás?”, respondió él.
“¡Hola! Estoy muy feliz de escuchar tu voz”, dijo ella.
“Está bien, escucha, abuela. Estoy en medio de una fiesta. ¿Podemos hablar más tarde?”, dijo el chico, colgándole a Christine, que estaba a punto de estallar en lágrimas.
Simón no solo había olvidado que era su cumpleaños, sino que tampoco tenía tiempo de hablar con ella. Buscó el número de María y la llamó a continuación.
Con grandes esperanzas, Christine marcó el número de su tercera nieta, que tenía 16 años.
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“¡Hola, abuelita! ¿Cómo estás?”, respondió María.
“Estoy bien, cariño. Solo llamaba para decirte que me encantó tu regalo”.
“¿Mi regalo?”, preguntó María riendo. “Abuela, ¿estás bromeando? ¿Por qué gastaría mi mesada para comprarte un regalo? No seas tonta. ¿Y qué tiene de especial hoy que deberías recibir un regalo?”.
“¡Ah, está bien! Tal vez me equivoque, cariño. Perdón por molestarte. Hablamos después”.
La abuela colgó y comenzó a llorar. Momentos después, recordó a Alicia, su nieta menor. Ella tenía 12 años y había perdido a su madre, la hija menor de Christine, cuando tenía cinco años.
Después de eso, se mudó con su padre a su casa de campo en otro pueblo. La abuela llamó a Alicia con su corazón lleno de esperanza. Y lo que escuchó de la niña la ayudó a decidir el destino de su fortuna.
“¡Hola, Alicia! Cariño, ¿cómo estás? ¿Y tú…?”. Pero la jovencita la interrumpió antes de que pudiera completar la oración.
“¡Feliz cumpleaños, abuela! Te quiero mucho. ¡Estaba a punto de llamarte para saludarte!”.
Estas palabras fueron suficientes para derretir el corazón de Christine. La mujer mayor lloró por teléfono y le agradeció a su nieta varias veces por haber recordado su cumpleaños.
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También se dio cuenta de que había sido Alicia quien había enviado todos los regalos en nombre de sus primos. “Gracias, cariño. Sé que me enviaste todos esos regalos. ¿Por qué lo hiciste?”, preguntó ella.
“Ay, abuela, ¿cómo te enteraste?”.
“¡La letra! Era la misma en las cuatro cajas de regalo”.
“Lo siento, solo quería que tuvieras el mejor cumpleaños. Recuerdo que nos habías contado las cosas que te hubiera gustado tener”.
“Llamé a mis primos, pero estaban demasiado ocupados para atender mi llamada. Así que decidí planear esa sorpresa para ti. Espero que te gusten tus regalos”.
“Me encantan, cariño. ¡Gracias!”, exclamó Christine. “Pero, ¿cómo hiciste para comprarlos?”.
Después de unos segundos de vacilación, Alicia reveló la verdad, lo que llevó a la abuela a llamar a su abogado de inmediato.
“Tenía cinco años de ahorros en mi alcancía y los usé para comprar tus regalos”.
Christine estaba tan conmovida por lo que Alicia había hecho por ella que llamó a su abogado al día siguiente y preparó su testamento.
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Envió un mensaje sobre la revelación de su última voluntad a sus hijos y nietos, y acudieron en masa a ella en poco tiempo. Pero se decepcionaron con lo que les dijo Christine.
“¡Lo siento! La elección de mi heredero estaba en sus manos, no en las mías. Los puse a prueba a todos, y solo un nieto me impresionó. ¡Alicia será la heredera de mis bienes cuando cumpla 18 años!”.
La noticia sorprendió a Jacobo, Simón y María, quienes salieron furiosos de la casa de Christine. Mientras tanto, Alicia se quedó atrás, abrazando a su abuela mientras lloraba.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Cosechas lo que siembras: Entre sus cuatro nietos, solo Alicia hizo un esfuerzo para que Christine se sintiera especial en su cumpleaños. Su amor y amabilidad le dieron una recompensa que nunca esperaba.
- No recurras a tus mayores solo por riqueza. Ámalos de corazón y serás recompensado: Cuando Jacobo, Simón y María se enteraron de que su abuela había hecho su testamento, acudieron en masa para conocer su destino. No recibieron ni un centavo porque la mujer mayor sintió que no merecían nada debido a su negligencia hacia ella.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.