Mujer se sobresalta al ver a la prometida de su hijo: es la chica que ha estado buscando por 18 años - Historia del día
Sofía pensó que estaba bien preparada para finalmente conocer al amor de la vida de su hijo. Pero cuando abrió la puerta, descubrió que un capítulo mucho más antiguo de su vida había llegado al presente.
Sofía todavía no podía creerlo. "¡Mi hijo ya creció!".
El pastel de chocolate en el horno estaba casi listo, y el dulce olor a popurrí flotaba por la habitación. Y, por supuesto, cada rincón de la casa estaba impecablemente limpio.
Después de todo, no era una chica ordinaria la que Daniel traía a casa. "Esta es la chica con la que mi Dani quiere casarse. ¡Y se merece la bienvenida perfecta!", pensó Sofía, mientras esponjaba los cojines del sofá una vez más.
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Daniel había estado hablando de su chica sin parar durante las últimas semanas. "Mamá, ella es una persona hermosa. Se ha enfrentado a muchas cosas en su vida, ¡especialmente después de perder a sus padres cuando era pequeña! Y, sin embargo, se las arregló para seguir siendo esta persona feliz y edificante, sin una pizca de amargura en su corazón", le repetía Daniel, cada semana a su madre.
"Mírate, hablas tan poéticamente y te escuchas tan enamorado. Quienquiera que sea esta chica, ¡ya me gusta!", comentó Sofía riendo.
Entonces, Daniel finalmente había reunido su coraje, se arrodilló con el corazón en sus manos y le hizo la gran pregunta.
Sofía estaba ansiosa por conocer cada pequeño detalle, cada pequeña emoción de la propuesta de ensueño que Daniel había planeado.
Hasta el momento, todas las noticias que tenía Sofía eran un mensaje de texto de Daniel que decía: "¡Dijo que sí!".
El coche de Daniel se detuvo en la entrada. "¡Mi futura nuera está aquí!", exclamó Sofía y rápidamente se compuso para abrir la puerta. Pero tan pronto como abrió la puerta, toda la emoción se desvaneció.
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Una mirada rápida a la chica y a la cicatriz en su hombro, hizo brotar en Sofía un viejo dolor olvidado dentro de ella.
"¿Estefanía?".
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Sofía estaba demasiado sumida en la emoción para notar la sorpresa en el rostro de la chica.
"Dios, no puedo creer que seas tú. ¡Esa cicatriz... y esa sonrisa!". Sofía suspiró ante el parecido en el rostro de la joven. "¡Igual que tu madre!".
"¿Cómo sabe mi nombre... y cómo conoce a mi madre?". La chica no sabía cómo preguntar sin ser descortés.
"Bueno, ¡buenos días para ti también, mamá!", Daniel trató de romper el incómodo silencio y les dio un codazo a las mujeres para que entraran y continuaran con el resto de su extraña conversación.
"Estefanía, conocí a tu madre. Era una de las personas más preciosas de mi vida. No pasa un día sin que piense en ella... y en ti...".
Mientras tomaba una taza de café, Sofía reveló la historia de su querida amiga Serena.
Sofía y Serena se conocieron por primera vez en un hospital. Las mujeres se sentaron una al lado de la otra tocándose sus abultados vientres y riéndose de las tontas observaciones que hacían sobre el embarazo en la sala de espera.
"Pronto, empezamos a compartir cosas sobre la vida de las demás...".
Serena le había contado a Sofía cómo había crecido en un refugio para niños, sin saber quiénes eran sus padres.
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Pero el amor que extrañaba en su infancia llegó a su vida unos años más tarde en una forma completamente diferente. Serena lo había encontrado en los ojos de un joven llamado Gary, quien se convirtió en el amor de su vida.
"Nunca lo conocí. Pero tu padre sonaba como un hombre encantador, querida", le dijo Sofía a la prometida de su hijo, quien escuchaba con lágrimas en los ojos.
"Su pequeño mundo de dos estaba a punto de volverse infinitamente más feliz con tu llegada. Pero solo tres meses después conocer sobre el embarazo de Serena", dijo Sofía, agarrando con fuerza las manos de Estefanía, "tu padre conducía a casa con una cuna nueva cuando tuvo un terrible accidente y murió".
"Tu madre arregló la cuna que se había roto debido al accidente", recordó Sofía.
"Y meses después, cuando naciste, Estefanía, tu madre te colocó en esa cuna. Por primera vez desde que tu padre había fallecido, ella se permitió llorar".
Daniel llegó dos meses después y Sofía recordó lo difíciles que fueron esos meses para ella físicamente. Aunque Sofía tenía un esposo dulce y sincero, él tenía que ausentarse por trabajo o perdería su empleo.
"Entonces, durante esos dos angustiosos meses, tú y tu mamá vivieron conmigo, y nos cuidábamos mutuamente. Y cada vez que tenía un dolor insoportable, Serena te ponía en mi regazo y tu toque me calmaba de inmediato", recordó Sofía, con una leve sonrisa.
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A los pocos días del nacimiento de Daniel, Serena encontró un nuevo trabajo y un apartamento muy cerca de la casa de Sofía. Durante tres años, las dos mujeres compensaron todos los años de amistad que habían perdido.
"Los llevamos a ambos al parque, cocinamos juntas y estuvimos a disposición la una de la otra sin importar la hora en el reloj".
"Y a menudo soñamos con futuros imaginarios para ustedes, niños".
"Sigo imaginando a mi hermosa Estefanía adulta, vestida con un hermoso vestido de novia, casándose con el hombre que la ama más que a la vida misma. Quiero toda la felicidad del mundo para ella", decía Serena mientras lloraba besaba a su niña.
Al escuchar estas palabras hoy, Estefanía se echó a llorar. Por primera vez, sintió la presencia de su madre a su alrededor.
"Ojalá... mi madre estuviera aquí. Solo por un rato, solo una parte de ella. Había renunciado a toda esperanza de saber algo sobre ella. Y ahora que la conozco, la quiero. ¡La quiero!".
"Espera aquí, cariño, vuelvo enseguida", Sofía recordó algo y corrió a su habitación.
Era una pequeña caja de terciopelo. "Ábrela, Estefanía", dijo Sofía, entregándosela.
En ella había un par de hermosos aretes de diamantes, delicadamente hechos y deslumbrantes por todas partes.
"No entiendo…", expresó Estefanía con una mirada de perplejidad en su rostro.
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"Esto...", reveló Sofía con un nudo en la garganta, "son un par de aretes de diamantes que tu madre te había comprado meses antes de contraer ese virus fatal. ‘Se los voy a regalar a mi Estefanía el día de su boda’, me había dicho. Y justo una semana antes de su último suspiro, me los entregó para que los guardara".
Las últimas palabras de Serena aún resonaban claramente en los oídos de Sofía.
"Ahora TÚ tienes que hacerlo. Tienes que darle a mi dulce niña estos aretes cuando llegue el momento. Dile que la amaba. Dile que estaré orgullosa de ella por todo lo que logrará en su vida. Dile que fue la más dulce y un regalo que la vida me permitió disfrutar", había dicho Serena con lágrimas en los ojos.
Sofía se conmovió, pero asumió que su amiga se recuperaría de inmediato. "Nadie muere de un virus tonto", había pensado. Fue esta confianza la que permitió a Sofía dejar el lado de Serena y visitar a su anciana madre.
Pero cuando Sofía regresó un mes después, se encontró con la devastadora noticia de la muerte de su mejor amiga.
"No sabía nada sobre tu paradero, solo que Servicios Infantiles te había llevado. Te busqué por todas partes durante seis meses sin éxito. Y luego, cuando murió mi esposo, me hundí en mi propio pozo por un tiempo".
"Pero cuando te vi hoy, cuando vi esa cicatriz en tu hombro, la reconocí. ¡Tenías que ser tú!".
Daniel había estado escuchando atentamente todo el tiempo, con lágrimas en los ojos. Tocó la cicatriz en el hombro de su prometida y dijo: "¡Esta es la cicatriz de la que me enamoré!".
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El abrazo de Daniel calmó a Estefanía y la devolvió al momento presente. Pero Sofía todavía no podía perdonarse a sí misma.
"Lo siento mucho, Estefanía. Debería haberte buscado por más tiempo. Podrías haber tenido una vida mejor".
"Pero estoy a punto de hacerlo, ¿no? Estoy segura de que mi madre está sonriendo desde allá arriba en este momento, el ángel que dirigió nuestras vidas para conectarnos nuevamente".
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Las flores que florecieron esa primavera se sintieron mágicas, y el día de la boda de Daniel y Estefanía, Sofía ayudó gentilmente a su nuera a ponerse los aretes.
"¡Bienvenida a la familia, hija mía!".
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Algunas amistades son más fuertes que un vínculo de sangre: La amistad de Serena y Sofía las ayudó a superar algunos de los momentos más difíciles, y su legado continuó incluso después del fallecimiento de Serena.
- El amor de una madre no tiene límites: Serena amaba a su hija e incluso después de su muerte, encontró la manera de bendecir a su hija el día de su boda.
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Esta pieza está inspirada en historias de la vida cotidiana de nuestros lectores y escrita por un escritor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes son solo para fines ilustrativos. Comparte tu historia con nosotros; tal vez cambie la vida de alguien. Si desea compartir su historia, envíela a info@amomama.com.