Abuelo refugia a perro callejero que calma a su nieto enfermo: nota un papel enrollado de su collar - Historia del día

Rubén, de 70 años, sacó a su nieto enfermo de la casa para calmarlo. Se acercó a ellos un San Bernardo con una nota enrollada en su collar. No imaginaba que este encuentro cambiaría su vida.

Rubén miró las manchas en el piso de madera debajo del refrigerador. La fuga se estaba convirtiendo en un verdadero problema.

“Tengo que arreglar bien todo esto. Ronald está gateando a un ritmo más rápido ahora, y pronto estará corriendo por el lugar”.

El refrigerador era solo uno más de los problemas en la casa. Rompió a llorar al darse cuenta de que no podría pagar las reparaciones. Había sido un abogado muy exitoso, pero recientemente había perdido todos sus ahorros y apenas lograba llegar a fin de mes.

Rubén no sabía cómo serían sus últimos años. Su hijo mayor, Jonathan, había abandonado a la familia después de la muerte de su madre. Un año después, a su hija Sara le diagnosticaron cáncer, y el esposo de ella no pudo manejarlo y la abandonó.

Semanas después de que su esposo la dejara, Sara se dio cuenta de que estaba embarazada y se mudó con su padre. Rubén la cuidó y usó todos sus ahorros para su tratamiento. Desafortunadamente, su hija murió unos meses después de dar a luz a Ronald.

Ronald se convirtió en su única razón para vivir. Pero las cosas no iban nada bien. Ronald tenía epilepsia y necesitaba ser monitoreado en todo momento. Los episodios habían empeorado y eso lo inquietaba mucho.

Ese día, Ronald se despertó de nuevo, llorando. Rubén decidió llevarlo fuera de la casa para calmarlo.

“Tal vez un cambio en el entorno ayude a calmarlo”, pensó.

A veces, Ronald se distraía mirando los árboles, el cielo y los pájaros. Pero en ese momento no parecía estar funcionando, y Rubén se estaba quedando sin ideas.

De repente, notó que un perro San Bernardo, grande y peludo, se acercaba al bebé. Tenía miedo de que el animal lo lastimara. Estaba a punto de llevarse al niño cuando notó que Ronald había dejado de llorar abruptamente.

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Miró hacia abajo y, para su sorpresa, vio al perro lamiendo la mano del niño. Ronald estaba sonriendo, emocionado de ver al perro. Notó el collar en su cuello, y se relajó un poco.

“Parece que es la mascota de alguien. Seguramente no es agresivo”, pensó.

El abuelo esperó un poco más para ver si los dueños del perro se acercaban, pero no había ninguna persona a su alrededor. Entonces decidió llevárselo a casa.

Su nieto parecía haberse transformado por completo. Estuvo jugando con el perro durante todo el día. Rubén decidió revisar el collar del San Bernardo, a ver si tenía datos sobre sus dueños, y notó un papel enrollado pegado a la argolla. Con cuidado lo sacó y leyó:

“Quienquiera que esté leyendo esto, por favor cuide de mi Jimmy.

Soy Melissa Urbina. Vivía en el 53 de la calle 20 antes de que me internaran en la residencia de ancianos del centro. Jimmy era mi único amigo y la mejor mascota del mundo. Espero que puedas darle un hogar a mi fiel compañero. Gracias”.

Rubén se sorprendió al leer la nota y sintió curiosidad por la historia de Melissa. Caminó hasta el hogar de ancianos con Ronald y Jimmy, para conocerla.

Melissa estaba encantada de ver a Jimmy. Le agradeció a Rubén por cuidarlo. Él le explicó que la mascota había sido como un regalo del cielo para Ronald. Luego quiso saber más sobre la anciana.

Melissa le contó que había perdido a su hijo hacía un año. Su nuera había puesto la casa en venta sin informarle, y la había internado en un asilo de ancianos.

Rubén estaba indignado. Conocía el dolor del abandono y, como abogado, sabía que la ley estaba del lado de Melissa. Decidió ayudarla a demandar a su nuera. También le ofreció la posibilidad de mudarse con ellos.

El juicio se prolongó durante meses, y salieron a relucir muchos secretos. La nuera de Melissa estaba teniendo una aventura con otro hombre aún estando casada. Ese hombre resultó ser el hijo mayor de Rubén, Jonathan.

El joven había perdido todo su dinero debido a su adicción al juego, y estaba desesperado por conseguir dinero. Él le había sugerido a la nuera de Melissa que vendiera la casa.

La nuera fue arrestada por falsificación y fraude. El tribunal también abrió un caso contra Jonathan. Melissa ganó el caso, recuperó la casa y dinero por daños punitivos.

Rubén, Melissa, Ronald y Jimmy siguieron viviendo juntos después del juicio y ahora tenían los medios para darle al pequeño la mejor atención médica. Se convirtieron en una familia llena de amor.

¿Qué aprendemos de esta historia?

• Nunca hay que perder la esperanza de una vida mejor: Tanto Melissa como Rubén estaban viviendo momentos muy oscuros. Pero un encuentro casual con un adorable perro cambió sus vidas de la mejor manera.
• Tarde o temprano, la justicia hace su trabajo: Tanto la nuera de Melissa como el hijo de Rubén actuaron con mala fe, despojando a la anciana de su hogar. Eventualmente, todo quedó al descubierto y fueron castigados por sus acciones.

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