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Abuela con niño. | Foto: Getty Images
Abuela con niño. | Foto: Getty Images

Niño gasta su dinero en regalo de cumpleaños para la abuela enferma de su amigo: luego se convierte en dueño de su finca - Historia del día

Georgimar Coronil
10 oct 2022
10:50

Un niño gastó el dinero que había ahorrado para un juguete muy deseado en un regalo de cumpleaños para la abuela de su mejor amigo. Años más tarde, su bondad se vio recompensada.

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Algunos niños pueden ser egoístas. No hay más que darse un paseo por un centro comercial y entrar en una tienda de electrónica para darse cuenta de ello.

Seguro que hay algún chiquillo lloriqueando y exigiendo a papá y mamá que le compren algún videojuego, y ¡pobre del padre que diga que no!

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Pero si crees que todos los niños son así, es porque nunca has conocido a Arturo. Es un chiquillo muy bueno que hace todo lo posible por convertirse en un buen hombre.

Aunque Arturo tenga nueve años y le gusten los videojuegos tanto como a cualquier otro niño, no es un chico mimado. En absoluto. En parte se debe a que su familia se ha enfrentado a algunos problemas económicos. No hay dinero para caprichos, y esa es la verdad.

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No hace mucho, antes de que el papá de Arturo muriera, sí tenían dinero. Pero, aunque los padres de Arturo pudieron llegar a consentirlo, él nunca fue malcriado. Solo fue un chico generoso, dulce y de buen corazón.

El mejor amigo de Arturo es Kelvin. Los pequeños se conocieron cuando Arturo tuvo que dejar su caro colegio privado, que su madre ya no podía pagar, e ir a un colegio público.

Al igual que la familia de Arturo, la de Kelvin también tuvo dificultades. Vivían en una granja en la que ya no podían trabajar, porque el padre de Kelvin estaba demasiado enfermo y su abuela era demasiado vieja.

La mamá de Kelvin laboraba en una lavandería y aun así se las arreglaba para cultivar verduras para la familia. Por su parte, la madre de Arturo atendía la panadería local y traía a casa cajas de productos que sobraban del local.

Arturo regalaba a la familia de Kelvin los deliciosos productos de panadería que sobraban. Por su parte, la madre de Kelvin le daba cestas de zanahorias, patatas, tomates, lechuga y fruta del huerto de la granja.

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Las dos familias se ayudaban mutuamente y la amistad de sus hijos les facilitaba la vida. Los niños eran inseparables. Si no encontrabas a Arturo, solo tenías que buscar a Kelvin y viceversa.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Las cosas empeoraron cuando la abuela de Kelvin, de 84 años, sufrió un derrame cerebral y tuvo que ir al hospital. Kelvin y su familia estaban comprensiblemente devastados por lo sucedido. Pero su mayor preocupación eran las facturas del hospital. El papá de Kelvin tuvo que pedir una segunda hipoteca sobre la granja, cuando el dinero era más escaso que nunca.

Una tarde, Arturo encontró al pobre Kelvin llorando. "¿Qué te pasa, Kelvin?", le preguntó.

Su amigo se limpió la nariz con la manga y dijo: "Nada. ¡Nada de nada!".

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Arturo tenía sus dudas, pero no presionó a Kelvin. "Bueno, entonces tengo noticias para ti. Mi tía Marlene me ha enviado 50 dólares, ¡y mi madre me ha dicho que puedo gastarlos en lo que quiera!".

"¡Guau!", exclamó Kelvin. "¿Eso significa...?".

Arturo sonrió. "¡SÍ!", gritó. "¡Significa que voy a comprar el Robot Devorador Mega-Marciano! El que tiene el sistema de guía y los brazos de pinza".

"¡Eso es una barbaridad!", gritó Kelvin, olvidando sus lágrimas. "¿Cuándo vas a ir a comprarlo?".

"Quizá este fin de semana", dijo Arturo. "Ahora, ¿qué tal si me dices qué pasa?".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Kelvin se encogió de hombros y bajó la mirada hacia sus desaliñados zapatos. "La semana que viene es el cumpleaños de la abuela. Va a cumplir ochenta y cinco años y quería regalarle un nuevo álbum encuadernado en cuero para las viejas fotos familiares.

"Su viejo álbum se está cayendo a pedazos, porque le encanta hojearlo, para recordar y contar historias. Le pregunté a mi padre y me dijo que era demasiado caro”.

Arturo no dijo nada. Se sentó junto a su amigo y le dio un codazo. Fue gracioso, pero Kelvin se sintió reconfortado. Lo que no sabía era que su amigo estaba tramando un astuto plan.

Esa noche, Arturo le pidió a su madre que se uniera a su proyecto, y ella aceptó de inmediato. En el cumpleaños de la abuela de Kelvin, Arturo y su madre llamaron a la puerta de Kelvin.

Arturo llevaba una gran caja envuelta en papel de regalo y un ramo de flores, y su madre tenía un enorme y precioso pastel de cumpleaños. Cuando Kelvin y su familia los vieron, no podían creerlo.

"Kelvin", dijo Arturo. "¡Rápido, ayúdame a inflar los globos!".

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Cuando la abuela salió cojeando de su habitación, ¡se quedó sin palabras! Había globos brillantes por todas partes, un enorme ramo de flores silvestres, un gran pastel de aspecto delicioso y un regalo.

"¿Qué es esto? ¿Qué es esto?", gritó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Arturo dijo: "¡Kelvin lo ha organizado todo! Quiere que tenga el mejor cumpleaños posible". Le dio un codazo a Kelvin. "Incluso le ha traído un regalo".

La abuela abrió el regalo con sus dedos nudosos y temblorosos. Kelvin se quedó de piedra. Era un precioso álbum de fotos encuadernado en cuero con el nombre de la abuela grabado en la portada.

Kelvin supo entonces que Arturo se había gastado hasta el último céntimo del dinero que su tía había enviado en el regalo de la abuela. La abuela empezó a llorar. "Gracias, Kelvin, ¿cómo sabías que esto era lo que más quería?".

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Kelvin se puso a llorar también y abrazó a su abuela. Después le preguntó a Arturo: "¿Por qué has hecho esto? Realmente querías ese robot".

"Así es", dijo Arturo. "Pero tenemos mucho tiempo, podemos tener robots el año que viene, o el siguiente. Puede que tu abuela no esté aquí el año que viene. Deberíamos mimarla mientras podamos".

La abuela de Kelvin era una mujer sabia. Adivinó lo que había pasado, y como la bondad de Arturo le había permitido tener un regalo de cumpleaños especial, decidió recompensarlo en su testamento.

Dejó su granja a Kelvin y a Arturo, 200 hectáreas que habían pertenecido a su familia durante siglos, y sabía que su legado sería apreciado y crecería en sus manos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Aprecia a tus seres queridos mientras los tengas a tu lado: Arturo quería mostrarle amor a la abuelita de Kelvin porque sabía que su vida no sería larga porque era muy vieja.
  • Un corazón amable y generoso abrirá mil puertas y traerá grandes recompensas: La vida retribuye la bondad, la compasión y la generosidad.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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