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Una mujer caminando junto a dos niños. | Foto: Shutterstock
Una mujer caminando junto a dos niños. | Foto: Shutterstock

Mamá llora por no poder pagar los útiles escolares de sus hijos hasta que la policía aparece en su puerta con cajas - Historia del día

Una madre viuda pobre que no podía comprar útiles escolares nuevos para sus hijos se sorprendió cuando la policía llegó inesperadamente a su puerta con varias cajas.

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Casi todos en el vecindario de Mary estaban ocupados preparando las cosas para el nuevo año escolar de sus hijos.

“Oye, Mary, ¿quieres ir de compras con nosotros? Vamos a comprar útiles escolares para nuestros hijos”, escuchó la mujer decir a una de sus vecinas, la Sra. Díaz, mientras la saludaba con la mano.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Mary vaciló. No tenía suficiente dinero para útiles escolares. Solo le quedaba el dinero de las compras de la semana. “No, Sra. Díaz. No puedo comprarlos por el momento. No tengo suficiente dinero, ¡pero gracias por preguntar!”, respondió ella.

“¡Dios! Lamento escuchar eso. Pero no te preocupes. ¡La situación mejorará algún día!”, dijo la Sra. Díaz mientras se iba con las otras mujeres.

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A Mary le partía el corazón y la hacía llorar pensar que sus hijos de 9 y 7 años, Simón y Melissa, irían a la escuela en dos días sin los útiles necesarios.

“¿Cómo les voy a decir que no puedo comprarles todo lo que les pidieron?”, sollozó ella en silencio, mirando hacia afuera. “Pedro, ¿por qué nos dejaste así?”.

Pedro era el difunto esposo de Mary, quien había muerto seis meses atrás cuando regresaba a casa desde la fábrica en la que trabajaba. Los ingresos de la familia les alcanzaban a duras penas y el salario del padre contribuía significativamente para llegar a fin de mes.

Después de su prematura muerte, su viuda fue llevada al extremo de la desgracia y tuvo que esforzarse lo mejor que podía para mantener a sus hijos.

Su pena se duplicó cuando se vio obligada a dejar de trabajar como camarera por problemas de salud. Se centró en su hogar y sus ahorros se agotaron por completo.

Las lágrimas corrían por el rostro de Mary mientras culpaba al destino por cómo habían resultado las cosas en su vida. Entonces una débil voz la interrumpió desde atrás.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

“Mamá, la escuela comienza en dos días y aún no hemos comprado nada”, dijo Simón. “Deberíamos ir de compras al menos hoy, ¿no crees?”.

La madre no sabía qué decir. “Cariño, intentaré hacer algo. Por favor, dame un poco de tiempo”, respondió ella, escondiendo sus lágrimas.

“Pero mamá, nos dijiste lo mismo la semana pasada”, agregó Melissa. “No tenemos cuadernos ni útiles. Y nos dieron una lista completa de artículos para llevar a la clase de arte. ¿Qué hacemos ahora? Nos quedan dos días”.

Cuanto más la cuestionaban sus hijos, más herida y perdida se sentía Mary.

“Cariño, dije que haré algo al respecto”, dijo de nuevo. Pero Simón y Melissa estaban decepcionados. Murmuraron y se alejaron, seguros de que su madre no haría nada.

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Mary estaba destrozada y decidió hacer algo. Se secó las lágrimas y tomó su teléfono. Quería intentar llamando a alguien que conocía para pedir ayuda.

“¡Hola, Salma, hola! ¿Cómo estás?”, preguntó ella. Salma era una amiga con la que había trabajado de mesera hacía seis meses.

“¡Estoy bien, Mary! ¿Cómo estás? Me alegra saber de ti después de tanto tiempo. Entonces, ¿cómo está todo? ¿Encontraste un nuevo trabajo?”.

“No realmente. No debería haber dejado ese trabajo, pero no tenía otra opción porque tenía que asistir al funeral de Pedro. Y mi salud se estaba deteriorando. Sus padres ya tenían problemas conmigo y no quería que me criticaran otra vez”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Sí, me hablaste de tus suegros. ¿Te visitaron después de eso?”.

“No. ¿Qué puedo esperar? Ya estaban enojados conmigo por haberme casado con su hijo en contra de sus deseos. Y ahora que se fue, constantemente me acusan, diciendo que se lo arrebaté”.

Mary se sintió un poco aliviada al hablar con su amiga, aunque el motivo principal de su llamada era pedir algo de dinero. Sin embargo, decidió no hacerlo y simplemente colgó después de su conversación informal.

En ese momento, ella no tenía idea de a quién más acudir. “Mamá, papá, sé que me están viendo esforzarme desde el cielo. Sus nietos necesitan ayuda con los útiles escolares básicos y no tengo para comprárselos”.

“Me he quedado sin ahorros. Por favor, hagan que ocurra un milagro”, suplicó Mary, mirando hacia el cielo desde su ventana.

Poco después, Mary escuchó sirenas y dos patrullas de policía se detuvieron frente a su casa.

“¿Por qué está aquí la policía?”, pensó, apresurándose a salir para averiguarlo.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Una extraña sensación de miedo y curiosidad se apoderó de los nervios de Mary cuando uno de los oficiales se bajó del auto y se acercó a ella.

“Dios, espero que nada esté mal. ¿Por qué viene hacia aquí?”, murmuró ansiosamente.

“¿Mary?”.

“Sí, oficial. Soy yo. ¿Está todo bien?”.

“Su esposo murió hace seis meses, ¿correcto?”.

“Bueno, sí. Nos mudamos aquí recientemente después de eso. ¿Pasa algo?”.

“No, señora, en realidad no. Solo vinimos aquí para darle algo”.

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“¿Darme algo? ¿Qué es?”. Mary comenzó a sospechar cuando el oficial hizo un gesto a sus compañeros policías para que trajeran algo.

En este punto, el estómago de la mujer comenzó a revolverse con miedo y ansiedad. Sus vecinos se congregaron alrededor de su casa, murmurando cosas.

“Cuidado. ¿Dónde están los demás?”, preguntó el oficial a uno de los policías. Mary estaba desconcertada y siguió observando. Era incapaz de ver lo que había en las cajas pesadas que estaban descargando de los vehículos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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“Oficial, ¿qué está pasando? ¿Y para qué son estas cajas?”, preguntó la mujer.

“Mary, nos complace regalarles a sus hijos los útiles escolares que necesitarán durante los próximos cinco años”, respondió el oficial, dejando a Mary impactada.

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“¡¿Qué?!”, exclamó ella. “¿Útiles escolares para mis hijos? ¿Pero cómo supieron que los necesitaban?”.

“Bueno, ya que usted es nueva en esta parte de la ciudad, debe desconocer nuestra pequeña tradición”, dijo el oficial, despertando la curiosidad de la madre eufórica.

“¿Tradición? ¿Qué quiere decir?”.

“Mary, elegimos a las familias más desfavorecidas de este vecindario todos los años y las ayudamos con ciertas cosas. Esta vez, elegimos ayudar a sus hijos después de que su vecina, la Sra. Díaz, nos informara sobre la muerte de su esposo y su estado financiero actual”.

Al final, resultó que, cuando la Sra. Díaz se enteró de los problemas de Mary esa mañana, informó a la policía. Eso los llevó a elegir a Mary y sus hijos como los beneficiarios de la fuerza policial de este año.

Mary no podía creer lo que estaba pasando. Miró a su alrededor y vio a la Sra. Díaz emerger de la multitud, sonriendo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

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“¡Sra. Díaz! No sé cómo agradecérselo”, dijo con lágrimas en los ojos. “Muchas gracias. ¡Me alegró el día! ¡Esto significa mucho!”.

“¡Espero que esto ayude, Mary! Como dije, ¡lo malo pasará algún día!”, exclamó la Sra. Díaz antes de irse, dejando a Mary encantada y derramando lágrimas de alegría.

Uno de los oficiales se acercó a ella. “Mary, también nos gustaría que se presentara a una entrevista aquí. Esta es una pequeña empresa en la ciudad y están contratando a una recepcionista”.

“El jefe es mi amigo. ¡Tal vez podría recomendarla allí!”, agregó el policía, añadiendo más matices de alegría a los ojos llorosos de la mujer.

“¡Muchas gracias, oficial! Realmente significa mucho para mí”, exclamó con alegría.

El acontecimiento le dio a la pobre madre un nuevo soplo de esperanza. Por su parte, Simón y Melissa se pusieron muy felices al ver las cajas llenas de útiles escolares.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Nunca dudes en ayudar a alguien que lo necesite. Tu pequeña obra de bondad puede brindarles mejores días a otras personas: Cuando la Sra. Díaz se enteró de la desgracia y la mala situación de Mary, se asoció con la policía para ayudarla a conseguir útiles escolares gratuitos para sus hijos. La compasión de la amable mujer también influyó en que Mary tuviera la posibilidad de conseguir un nuevo trabajo para hacerle la vida mucho más fácil.
  • Cree en los milagros porque es posible que nunca sepas cómo uno puede cambiar tu vida para mejor: Cuando Mary no pudo pagar nuevos útiles escolares para sus hijos, rogó a sus difuntos padres por un milagro. Momentos después, obtuvo lo que pidió cuando la policía llegó con enormes cajas de útiles escolares a la puerta de su casa.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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