Niño quiere donar sangre para mantener con vida a su gemelo: ve a una docena de personas que vienen a ayudar - Historia del día
Un niño pequeño, desesperado por salvar a su hermano gemelo con quien comparte un tipo de sangre raro, busca ayuda. La respuesta que recibe de completos extraños sorprende a la familia.
Oliver, Shaun y sus padres se dirigían a un partido de béisbol cuando ocurrió el terrible accidente. Oliver estaba atado a su asiento, pero Shaun, como de costumbre, se había soltado el cinturón.
Su mamá se giró en su asiento para regañarlo, y fue entonces cuando el otro auto los chocó en la intersección. Las bolsas de aire de mamá y papá se desplegaron y el cinturón de seguridad de Oliver lo mantuvo en su lugar, pero a Shaun no le fue bien.
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Cuando el auto dejó de dar vueltas, Shaun cayó sobre el regazo de su madre, muy lesionado. Oliver nunca olvidaría el miedo, las voces de los paramédicos y el sonido cuando los bomberos cortaron el acero del automóvil.
"¡Shaun!”, gritó Oliver. “¡Despierta, por favor, despierta!”. Pero Shaun no respondía. Yacía allí, con los ojos cerrados. Los paramédicos estaban hablando con su mamá: “Por favor, señora, no lo mueva, ¿de acuerdo? Lo sacaremos en segundos”.
La madre de Oliver lloraba sin consuelo. El niño vio que los ojos de su padre también estaban cerrados y que estaba desplomado hacia adelante, sostenido por su cinturón de seguridad.
Luego, unas manos suaves lo levantaron, lo sacaron del automóvil y lo llevaron a una ambulancia. “¡Mi hermano, mi papá!”, gritaba. Siguió llorando y una voz suave le dijo que cerrara los ojos, que todo estaría bien.
Cuando Oliver despertó, estaba en el hospital. Tenía algunos rasguños y un hematoma donde su cabeza había golpeado la ventana lateral, pero estaba bien. “¡Mi hermano!”, preguntó. “¿Dónde está Shaun?”.
Inmediatamente, una enfermera se acercó. “Tranquilízate”, dijo ella. “Tu mamá está hablando con el médico y estará contigo en un momento”.
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Oliver esperó hasta que ella le dio la espalda y entonces salió corriendo de la camilla. Su madre estaba de pie, a dos metros de distancia, hablando con un hombre de aspecto severo con una bata blanca.
“Detuvimos el sangrado, pero no podemos operar sin un suministro adecuado de sangre, señora Torres. Desafortunadamente, su hijo es B negativo. Tendremos que esperar hasta que podamos encontrar donantes”, escuchó decir al médico.
“Soy del mismo tipo de sangre”, gritó Oliver, mientras se acercaba cojeando. “¡Él es mi gemelo, mi gemelo idéntico!”.
El médico se volvió y miró a Oliver. “Lo siento”, dijo suavemente. “Eres demasiado pequeño. No puedes donar sangre”.
“¡Eso no me importa!”, lloró Oliver. “Por favor, mamá, diles que pueden. ¡No podemos dejar que Shaun muera!”.
“Lo siento, no es posible”, repitió el médico con firmeza.
Pero Oliver siguió insistiendo. Dio un paso adelante, tomó la mano de su mamá y la apretó.
“Si necesitara médula ósea, me la quitarías, ¿no?”, preguntó Oliver. “Uno de mis amigos se la dio a su hermanita y le dolió mucho. ¡Si pudieron tomar su médula, pueden tomar mi sangre!”.
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“Oliver”, dijo el doctor suavemente. “Eres muy pequeño. Lo que podamos tomar de ti nunca será suficiente para la cirugía”.
“Pero, ¿lo ayudaría ahora?”, preguntó Oliver. “¿Le ayudará a esperar?”.
“No, cariño”, dijo su madre abrazándolo. “Tenemos que esperar que otro hospital tenga las unidades que necesitan para la cirugía”.
“¿Puedo verlo?”, preguntó Oliver, y su madre lo llevó a una habitación llena de máquinas que emitían pitidos. Shaun estaba acostado en la cama muy quieto y su piel parecía no tener color.
“¡Tiene que estar bien, mamá!”, susurró Oliver. “¡Tiene que mejorar!”.
La mamá de Oliver sonrió valientemente. “Confiemos que sí. Papá ya se despertó y va a estar bien. Shaun también lo estará, ya verás”.
Fueron a visitar a su padre; luego la señora Torres dejó al niño con una de las recepcionistas y fue a hablar con el médico. Oliver se sentó durante mucho tiempo pensando. Entonces tuvo una idea.
“Por favor, ¿puedo usar tu computadora?”, le preguntó a la recepcionista, que estaba muy ocupada discutiendo con una anciana que tenía una bolsa de hielo en la mano.
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“Claro, hazlo rápido”, dijo la mujer, demasiado distraída para prestar mucha atención a lo que había dicho. Encantado, Oliver inició sesión en la cuenta de Facebook de su madre.
Escogió una de las fotos que ella tenía de él y Shaun y la volvió a publicar. “URGENTE”, escribió. “Mi hermano está en el Hospital Santa María. Está esperando la cirugía, pero necesita sangre tipo B negativa. Por favor, ayúdenos. Si puede, done sangre y salve su vida”.
Oliver acababa de terminar de publicar cuando escuchó una voz que hablaba en tono severo. “¿Qué crees que estás haciendo?”. Era la recepcionista, y no parecía nada feliz.
Oliver trató de explicar, pero la mujer lo obligó a irse y quedarse en la sala de espera. “¡Cómo se te ocurre jugar con mi computadora! ¡Espera a que tu mamá se entere!”.
Pero cuando apareció la mamá de Oliver, se veía tan triste y desanimada que la mujer no dijo ni una palabra. “Mamá”, susurró Oliver. “¿Qué ocurre?”.
La señora Torres no respondió. Puso sus brazos alrededor de Oliver y lo abrazó muy fuerte. “¿Mamá?”, dijo Oliver. “¿Puedes revisar tu teléfono y ver si hay algún mensaje en Facebook?”.
La señora Torres frunció el ceño. “No estoy de ánimo para eso ahora, hijo”.
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“Mamá, entré en Facebook y pedí sangre para Shaun. ¡Tal vez alguien respondió!”, explicó Oliver con ansiedad. “Por favor, mamá, revísalo”.
La mamá de Oliver se conectó y verificó. “Lo siento, cariño”, dijo ella. “No hay respuestas. Vemos más tarde, ¿de acuerdo?”.
Cada hora, más o menos, Oliver le pedía a su mamá que revisara, pero no había novedades. Eventualmente, se quedó dormido, con la cabeza en el regazo de su madre, esperando noticias.
De pronto, sintió que su madre lo sacudía con fuerza. “¡Oliver!”, gritaba. “¡Despierta, despierta!”. Oliver se incorporó, frotándose los ojos. ¿Por qué su mamá estaba tan emocionada? Tenía una gran sonrisa en su rostro y lágrimas corrían por sus mejillas.
“¡Lo hiciste, Oliver!”, sollozó. “¡Lo hiciste!”, dijo mientras señalaba a un grupo de personas. “¡Mira! ¡Esas personas están aquí para donar sangre para Shaun!”, le explicó. “¡Algunos de ellos viajaron cientos de kilómetros! ¡Salvaste la vida de tu hermano! ¡Salvaste a Shaun!”.
Esa noche, Shaun fue sometido a una operación que salvó su vida, gracias a la determinación y el coraje de Oliver y la generosidad de muchos donantes.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nunca pierdas la esperanza. Alguien en algún lugar escuchará tu oración. Oliver se entristeció cuando parecía que nadie respondía a su llamado hasta que vio llegar a los donantes al hospital.
- En tiempos difíciles, todos debemos actuar como una gran familia. Debemos estar prestos para ayudar al prójimo. Entre todos es posible hacer mucho bien.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.