Tras divorciarse de un millonario, la mujer se muda a una casa abandonada y ve a su exsuegra pasándola mal allí - Historia del día
Después de divorciarse de su infiel esposo, una mujer se muda a una antigua casa y se sorprende al encontrar a su exsuegra viviendo allí. Las dos mujeres unen sus fuerzas para enseñarle al problemático hombre una dura lección.
“No puedo creer que realmente tenga que hacer esto. Pero está bien, pronto conseguiré un trabajo y me mudaré de aquí”, se tranquilizó Alison.
Tras su divorcio, la única alternativa que tuvo Alison fue mudarse a la antigua casa de su exmarido Daniel, que había estado abandonada durante varios años. No parecía la mejor idea, pero en ese momento no tenía elección; no tenía adónde ir.
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La casa de sus padres se había vendido tiempo atrás y no podía comprar o alquilar otra porque no tenía trabajo ni ahorros. Daniel era millonario, por lo que nunca necesitó trabajar. Él le daba todo lo que necesitaba y más.
Pero después del divorcio, las cosas se pusieron difíciles. Por el acuerdo prematrimonial, ella no recibió absolutamente nada e inicialmente se fue a un motel barato. Lamentablemente, sus escasos ahorros se terminaron y por eso decidió mudarse a la vieja casa.
Daniel había puesto a la venta la propiedad hacía mucho tiempo, pero debido a que estaba en una ubicación remota, no mucha gente estaba interesada en comprarla. Alison pensó que podría vivir allí hasta que encontrara un trabajo. Por suerte, tenía la llave de repuesto.
Cuando abrió la ruidosa puerta y entró, una ráfaga de polvo golpeó su nariz. El sitio era un desastre; no era de extrañar que no consiguiera ningún comprador, concluyó.
Quitó las sucias sábanas blancas de los muebles y se dejó caer en el sofá. Estaba sucio, pero estaba demasiado cansada para ponerse de pie. Después de un rato, decidió echar un vistazo a la casa.
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Revisó la cocina, que estaba conectada con la sala de estar a la derecha, y el dormitorio del piso de arriba. No se molestó en revisar el sótano porque pensó que sería el hogar de todo tipo de alimañas y las odiaba.
Decidió limpiar la habitación antes de desempacar sus cosas. Cuando terminó, puso música en su teléfono y entró a la cocina, para limpiarla y preparar la cena. Después de comer, apagó todas las luces y se fue a la cama.
Alrededor de la medianoche, escuchó el crujido de las tablas del piso y el sonido de pasos. Alison tenía el sueño ligero y se levantó al instante. Encendió la linterna de su teléfono porque las lámparas de la mesita de noche no funcionaban.
Los sonidos parecían provenir de abajo. Se levantó de la cama y encendió las luces de la habitación. Tomó un bate de béisbol que había encontrado mientras limpiaba y lo llevó consigo al tiempo que bajaba las escaleras.
Repentinamente, los sonidos cesaron. Todo quedó totalmente en silencio. Miró alrededor de la sala de estar, pero no había nadie allí.
“¿Imaginé todo?”, se preguntó. “No puede ser. Estoy segura de que escuché algo”.
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Esa noche, Alison decidió volver a la cama. No pudo dormir durante mucho tiempo porque estaba asustada, pero no volvió a escuchar nada más.
Los sonidos continuaron durante varias noches. Alison estaba desesperada por saber de dónde venían, así que una noche esperó junto a las escaleras con todas las luces apagadas.
De repente, vio una silueta en la cocina, cerca del refrigerador. Tenía el bate de béisbol con ella. Encendió las luces y gritó: “¡Alto ahí!”.
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Cuando las luces iluminaron su entorno, Alison se sorprendió. “¿Martha? ¿Eres tú?”.
Alison dejó caer el bate de béisbol de sus manos. No podía creer lo que estaba viendo. ¡Su exsuegra estaba viva! ¿Cómo era eso posible? ¡Martha había muerto hacía un año!
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“Alison…”, susurró la mujer. “Sí, soy yo”.
Las palabras de Martha provocaron un escalofrío por la columna vertebral de Alison. Estaba absolutamente sorprendida al ver que la mujer seguía con vida.
Martha estaba casi irreconocible. Sus huesos sobresalían de su cuerpo y tenía bolsas oscuras debajo de los ojos. Lucía pálida y débil.
“Martha, ¿qué haces aquí? ¿Qué está pasando? ¡No entiendo!”, dijo Alison.
“Llevo un año viviendo aquí…”, lloró. “Daniel me echó de mi propia casa y me la quitó. Pero, cariño, ¿tú qué estás haciendo aquí?”.
“¡Daniel es un hombre horrible!”, exclamó Alison, indignada. “¿Cómo pudo hacerte eso? ¡Me contó una historia sin sentido sobre tu muerte en un accidente! Lamento no haber estado allí para ti. ¡Estaba en mi ciudad natal asistiendo al funeral de mi padre!”.
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“Tengo tanta hambre y estoy tan cansada, querida. No sabía que te habías mudado aquí. Pensé que era un inquilino. Daniel me había dicho que alquilaría o vendería esta casa. Temía quedarme sin techo, ¡así que vivo en el sótano y asusto a todos los que vienen a comprar la casa!”, confesó la anciana.
“Daniel y yo nos divorciamos. Me estaba engañando. No sabe que estoy viviendo aquí. Pensé que me iría pronto de aquí, pero ahora sé que no lo haré... ¡Tenemos que luchar!”, dijo Alison.
“¿Qué quieres decir, cariño?”, preguntó Martha, confundida.
“Solo confía en mí, Martha”, dijo, abrazándola. “Vamos a recuperar tu casa”. Tenía un plan para enseñarle a Daniel una lección que nunca olvidaría.
Alison tenía varias entrevistas de trabajo programadas y pronto fue contratada como gerente de oficina. Su lugar de trabajo estaba lejos, por lo que regresaba a casa muy tarde.
Martha siempre la esperaba y cenaban juntas. Alison se sentía muy mal por hacerla esperar para comer, porque ella no estaba en el mejor estado de salud. Necesitaba comida y descanso. Pero su exsuegra igual la esperaba.
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La salud de Martha se estaba deteriorando rápidamente y Alison la cuidaba con todo su amor. Le tejió unos cálidos calcetines, cocinaba para ella y la hacía sentir cuidada y protegida.
Meses después, Alison contrató a un abogado con el dinero que había ahorrado y demandó a Daniel. Él a su vez contrató al mejor abogado para defenderse, pero al final triunfó la verdad.
Martha recuperó su casa y Daniel debió pagarle a su madre una compensación de $15.000 después del juicio. Eso le permitió a las dos mujeres comenzar de nuevo.
Vivieron juntas y felices durante algunos años hasta que Martha falleció. Alison se encargó de todos los arreglos. Más tarde se enteró, a través de un abogado, que había heredado los bienes de su exsuegra, incluida la casa.
Todos los fines de semana visita su tumba y pasa horas hablando con ella. “A la gente le cuesta creer que yo era tu nuera... ¿Cómo les explico que fuiste la persona más maravillosa para mí? Fuiste la mejor suegra y te querré por siempre”.
Y, de alguna manera, siente la presencia llena de amor de la anciana a su lado, haciéndole saber que estaba todo bien.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- El vínculo entre una suegra y una nuera puede ser especial y único: Martha era una dulce suegra y Alison siempre sintió un amor entrañable por ella.
- La justicia a veces tarda, pero es importante luchar con fe: Daniel trató de arruinar la vida de Martha y Alison, pero juntas lo enfrentaron y no permitieron que las perjudicara.
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