Recolector de basura adopta a bebé ciego abandonado en el basurero: 23 años después, el chico es dueño de empresa millonaria - Historia del día
Un recolector de basura que tenía dificultades para criar solo a sus gemelas adoptó a un bebé ciego abandonado que había encontrado cerca de un contenedor. Un día, descubrió el pasatiempo del niño y lo ayudó a sentar las bases para su futuro negocio.
Justo cuando Bernardo se sentía agradecido por haberse casado con una esposa tan maravillosa y haber tenido dos hijas adorables, el destino le dio un golpe doloroso.
El hombre de 41 años, que había estado casado con Sarah durante 9 años, terminó criando solo a sus hijas gemelas, Karla y Cristina.
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Sarah confesó que había estado teniendo una relación con otro hombre durante mucho tiempo y abandonó a Bernardo y a sus hijas. Pero eso no fue todo. También reveló que las gemelas no eran sus hijas.
“¿Tu amante es el padre de las niñas? ¿Cómo pudiste hacerme esto, Sarah? Dime la verdad”, exigió Bernardo, y la respuesta de la mujer lo destrozó.
Admitió que Karla y Cristina no eran las hijas de su amante actual. Ella le dijo que eran fruto de su relación con otro hombre con quien había tenido una aventura dos años después de casarse con él.
Cuando Bernardo le preguntó por qué le había sido infiel, ella dijo: “Porque te ganas la vida hurgando en los basureros y me avergüenza decir que eres mi esposo. Quiero una vida llena de riquezas que no puedes permitirte”.
El hombre quedó destrozado. Había pensado que tenía una vida perfecta con Sarah, pero le tomó nueve largos años darse cuenta de que su esposa, a quien adoraba y amaba, no estaba complacida con él.
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Bernardo no podía volver a ver a sus hijas de la misma manera, pero al mismo tiempo sabía que no podía vivir sin ellas.
“¿Te llevas a las niñas contigo?”, le preguntó a Sarah el día que se divorciaron.
“¿Por qué me llevaría a las niñas conmigo cuando me voy a casar con otra persona? Puedes criarlas si quieres porque su padre biológico murió hace años”, dijo sin dudarlo. Luego se fue y Bernardo nunca más la volvió a ver.
El hombre no podía aceptar la verdad de que su esposa se había ido, pero se recompuso para criar a sus hijas. Sentía que esto era lo que el destino quería que hiciera.
Luchó contra viento y marea para hacer felices a sus hijas. Creía que eran su mundo, y no se imaginaba que pronto habría una nueva incorporación a su familia.
Un día, Bernardo encontró a un bebé abandonado llorando cerca de uno de los contenedores de basura de los que recolectaba. “¿Un bebé?”, exclamó. Entonces se acercó al pequeño.
Miró a su alrededor y vio que no había nadie. Se inclinó y revisó el portabebés y encontró una nota que decía: “A quien encuentre a este bebé ciego, por favor cuídelo”.
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El hombre se sobresaltó. “¿Cómo podría alguien hacerle esto a un bebé?”. Levantó al pequeño y lo acunó. El recién nacido estaba llorando y movía sus tiernas manos para sentir a la persona que lo sostenía. Pataleaba y gritaba.
Bernardo calmó al niño y lo llevó a su casa para darle un poco de leche tibia antes de llamar al servicio infantil. “Lo encontré junto a un contenedor de basura”, dijo a las autoridades.
Más tarde, el bebé fue llevado al hospital y se confirmó su ceguera. El corazón de Bernardo se compadeció del niño indefenso y decidió adoptarlo. “Si puedo criar a dos hijas yo solo, ciertamente puedo criarlo a él también”, pensó.
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Seis meses después, Bernardo adoptó legalmente al bebé y se lo llevó a casa. “Él es su nuevo hermanito, Sam, ¡¿Qué les parece?!”, presentó el bebé a sus hijas.
El hombre inicialmente se mostró escéptico acerca de los desafíos que tendría que enfrentar el pequeño. Sabía que Sam necesitaría cuidados y atención especiales debido a su ceguera, así que hacía todo lo posible para que el niño se sintiera amado.
Habían pasado siete años cuando Bernardo descubrió que el pequeño tenía un interés especial.
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“Luego la princesa escapó de la torre...”. El hombre le leía cuentos antes de dormir a Sam y se imaginaba a la hermosa princesa atrapada en una enorme torre y al apuesto príncipe encontrándose con ella en secreto cada noche.
A Sam le encantaba escuchar esos cuentos antes de dormir y nunca se dormía sin que le leyeran uno. En su séptimo cumpleaños, Bernardo le regaló un libro al niño. “¿Qué es esto, papi?”, preguntó el pequeño. “Se siente muy extraño tocarlo”.
“Es un libro en Braille. Debes sentir los puntos en relieve y seguirlos lentamente con los dedos. Te ayudarán a leer y aprender”, respondió Bernardo.
En las semanas siguientes, el hombre entrenó a Sam pacientemente para que usara el libro. Cada dos meses, Bernardo compraba algunos libros en Braille para su hijo. Eran caros, por lo que el hombre reducía varios gastos para poder adquirirlos.
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Pasaron veinte años y, para entonces, Sam podía leer y escribir con fluidez. Decidió ayudar a los ciegos y abrió una pequeña editorial. Su padre lo ayudó con el equipo esencial necesario para comenzar, usando el dinero que había ahorrado para las bodas de sus hijas.
Con el tiempo, el negocio de Sam empezó a mejorar. Su nuevo éxito significó que podía cambiar las condiciones de vida de su familia y aún poder servir a la sociedad.
Después de tres años, Sam era dueño de una gran editorial que ayudaba específicamente a las personas ciegas a leer y escribir. Su negocio le reportaba una facturación de millones. Compró una enorme mansión con su primer millón y se mudó con su padre adoptivo y sus hermanas.
A pesar de no ser el hijo biológico de Bernardo, Sam lo enorgullecía de todas las formas posibles. Sabía que era adoptado y solía decir durante las entrevistas: “Los padres no son los que nos dan a luz, sino los que nos crían”.
“Mis propios padres no me querían. Me veían como una carga. Doy gracias al destino por haberme ayudado a encontrar un padre amoroso que me enseñó a ver el mundo a través de sus ojos. Bernardo es mi padre y siempre lo será. ¡Estoy orgulloso de ser su hijo!”.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La amabilidad puede cambiar la vida de alguien en algo que realmente se merece. Cuando Bernardo encontró un bebé ciego abandonado cerca de un contenedor de basura, lo llevó a casa y lo adoptó a pesar de sus dificultades como padre soltero. La amabilidad del hombre permitió que el niño tuviera un futuro brillante y productivo.
- Los padres no son necesariamente los que dan a luz a los niños, sino los que hacen un esfuerzo adicional para criarlos. Sam sabía que era el hijo adoptivo de Bernardo, pero nunca se sintió mal por ello. Estaba orgulloso de su padre y agradecía al destino por haberlo ayudado a encontrar una familia amorosa después de que sus propios padres lo abandonaran.
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