Niño huérfano cultiva las flores favoritas de su mamá para llevárselas a la tumba: ve más de 50 ramos allí - Historia del día
Un niño cuida amorosamente el jardín de su difunta madre. Un día, le lleva sus flores favoritas a su tumba y la encuentra adornada con más de 50 hermosos ramos. Luego, nota una carta dirigida a él.
Los ojos del pequeño Liam se llenaron de lágrimas mientras miraba el jardín. Las rosas y las caléndulas que antes lo embellecían ahora estaban marchitas y pálidas. Mirándolas, todo lo que podía pensar era que su madre se había ido.
Entre lágrimas, el niño se sentó y acarició una rosa marchita. Sus pétalos secos se cayeron rápidamente y la tristeza se hizo insoportable para él.
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“Te extraño, mamá”, sollozó. “Lamento no haber estado contigo ni haberte ayudado con el jardín”.
“¿Qué estás pensando, cariño?”, preguntó una voz suave detrás de Liam.
Era la voz de la abuela de Liam, Dorothy. “Extraño demasiado a mamá, abuela”, lloró. “Ella amaba este jardín. Quiero hacerla feliz. ¿Será feliz si planto flores como lo hacía ella?”.
“Cynthia era una persona muy feliz y estaba orgullosa de ti. Sabes cuánto significaba este jardín para ella, cariño”, le recordó su abuela.
En poco tiempo, Liam estaba en el jardín con su abuela, plantando nuevas rosas y caléndulas. Esas flores eran las favoritas de su madre y era muy feliz cuando estaba rodeada de ellas.
Varios meses antes, a Cynthia le habían diagnosticado cáncer muy avanzado. Después de eso, ella dejó de trabajar en el jardín y de cuidar a Liam. Fue hospitalizada y Dorothy tuvo que hacerse cargo de su nieto.
Cynthia adoraba su jardín y trabajaba allí todos los días, sin importar lo cansada que estuviera. Otros pueden percibirlo como mucho trabajo, pero para ella era un refugio emocional. Eso la había ayudado a sobrellevar la muerte de su esposo.
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Después de la muerte de Cynthia, Liam no dejaba de pensar en lo poco que había estado con su madre y se arrepintió de no haberla ayudado nunca en el jardín. Lamentó no haber pasado tiempo con ella.
Entonces, para compensarla, comenzó a trabajar en el jardín todos los días. Arrancó las plantas marchitas y sembró nuevas semillas, regó las plantas todos los días y pasó horas leyendo libros de jardinería para que volviera a lucir como cuando su madre vivía.
Podía sentir su presencia allí, y eso consolaba su corazón roto. Poco después, sus esfuerzos dieron sus frutos. El jardín, que lucía aburrido y triste después de la muerte de Cynthia, comenzó a resplandecer de vida.
Las rosas y las caléndulas, las flores favoritas de su madre, florecían en todo su esplendor, y se mecían suavemente con el viento, reviviendo sus recuerdos.
“¡Se ven hermosas, abuela!”, dijo Liam emocionado. “¡Pero hay tantas! ¿Qué hacemos con ellas?”.
Dorotea se rio. “Estas flores se marchitarán rápidamente. Se pueden regalar o vender. Todo depende de ti”.
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“¿Debería venderlas o regalarlas?”, reflexionó en silencio. Entonces se le ocurrió una idea...
Ese día, Liam cortó todas las flores e hizo ramos con ellas. Luego caminó por su pequeño pueblo, repartiéndolos a todas las mujeres que encontraba a su paso, incluyendo las niñas y abuelitas.
“¡Oh, gracias!”, dijo una anciana mientras aceptaba las flores. “¡Son hermosas!”. El niño tenía una gran sonrisa en su rostro.
La amabilidad regresa de maneras sorprendentes.
Durante dos días, vio cómo se iluminaba el rostro de muchas personas y lo felices que las hacía al regalarles ramos de flores. El tercer día visitó el cementerio con el último ramo que le quedaba, ajeno a la sorpresa que le esperaba.
Cuando Liam llegó a la tumba de su madre, vio más de 50 ramos diferentes a su alrededor. Estaban hechos con diferentes tipos de flores: rosas, caléndulas, crisantemos y lirios. Dorothy estaba con él.
“¿Quién trajo tantas flores para mamá?”, pensó el niño mientras se acercaba y examinaba los ramos. Las flores estaban frescas. Alguien las había dejado allí hacía muy poco tiempo. Luego, vio una carta pegada al celofán de uno de los ramos. La abrió y comenzó a leer.
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“Estimado Liam,
Gracias por tus hermosas flores. Eran tan hermosas como tu inocente sonrisa. ¡Qué chico tan valiente y generoso eres!
Nos entristeció enterarnos de la muerte de tu querida madre, y queríamos hacer algo para hacerte sonreír, tal como lo hiciste por nosotras. Entonces, para honrar su memoria, llenamos este lugar de flores y oramos por su alma y la seguridad de su familia.
Ella crio a un hijo maravilloso, y esperamos que su alma descanse en paz. Sigue sonriendo, niño. Que las bendiciones de Dios te acompañen siempre. Gracias por tu lindo gesto.
De parte de las mujeres que sonrieron gracias a ti”.
Una sonrisa apareció en los labios de Liam mientras dejaba el ramo de rosas que había traído para Cynthia en su tumba. “Muchas personas te aman, mamá. Y yo también te amo. Te prometo que seré un buen chico y seguiré trabajando en el jardín…”.
Ese día, Liam se sentó junto a la tumba de su madre y pasó horas hablando con ella. Cuando se iba, podía sentir a su madre sonriéndole. Eso llenó su corazón con una sensación de alivio, de amor infinito y de paz.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La muerte no puede romper los lazos construidos con amor: Aunque Cynthia ya no estaba cerca de él, Liam puede sentir su presencia en su jardín y en su corazón.
- La amabilidad regresa de maneras sorprendentes: La amabilidad de Liam al dar flores a las mujeres de su pueblo volvió a él en forma de amor y bendiciones.
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