Hombre deja a su esposa porque no puede tener hijos: ella se convierte en madre de 8 niños en un año - Historia del día
Cuando Miriam se casó con Edwin, pensó que tendrían una gran familia. Sin embargo, muy pronto descubrió que era infértil. Inesperadamente, salió embarazada y aún tendría otra gran sorpresa.
“¡No te puedes ir, Edwin! Prometimos amarnos en la salud y en la enfermedad!”, le rogó Miriam a su esposo, quien sorpresivamente había empacado sus maletas y casi había salido por la puerta cuando ella llegó a casa después del supermercado.
“Nos casamos porque ambos queríamos una gran familia. Compramos esta enorme casa, y no quiero vivir aquí si solo vamos a ser nosotros dos”.
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“El médico dijo que es poco probable que quedes embarazada, así que tengo que irme y encontrar a una mujer que sí pueda tener mis hijos”, respondió él en un tono insensible, que rompió su corazón.
“¡Podemos probar la FIV y seguir intentándolo de forma natural! ¡Podría estar embarazada ahora! Hemos estado intentando mucho últimamente. ¡No nos demos por vencidos!”.
“No sirve de nada rogar, Miriam. Ya hablé con un abogado. Me voy”, dijo Edwin y se fue.
Miriam estaba tan desconsolada que no quería moverse. Nunca esperó esto de su esposo. Pensó que trabajarían juntos. Incluso si ella no pudiera quedar embarazada, aún podrían adoptar. Había tantas opciones.
Pero Edwin acababa de irse, y eso fue todo. Durante las próximas semanas, Miriam apenas podía funcionar. Iba al trabajo y volvía a casa, adormeciendo su mente viendo programas sin sentido y comiendo todos los bocadillos en los armarios.
Pronto comenzó a vomitar y supuso que los bocadillos le habían revuelto el estómago. Pero notó que su período se había retrasado, por lo que usó una de las pruebas de embarazo que aún tenía en casa para confirmar.
El resultado fue positivo. Estaba embarazada y por un momento consideró que Edwin podría volver. “¿Pero lo quiero de vuelta?”, se preguntó. Sorprendentemente, se dio cuenta de que no.
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Él había prometido ser su familia, lo que era de vital importancia para Miriam, ya que ella era huérfana y no había tenido a nadie durante la mayor parte de su vida. Pero Edwin simplemente la había abandonado sin pensarlo dos veces, como si su único valor fuera como incubadora.
No era el marido que ella esperaba, por lo que decidió no decirle sobre el bebé, pero Edwin se enteró y le rogó que le diera otra oportunidad. Ella se mantuvo firme; le dijo que no y continuó con el proceso de divorcio.
Muchos trataron de disuadirla, pero fue inútil, por lo que sus amigos decidieron apoyarla con el embarazo. Muy pronto, descubrió que esperaba trillizos, lo que fue aún más maravilloso.
Como era de esperar, su barriga creció increíblemente después del primer trimestre. Los médicos dijeron que todo iba bien y que podía trabajar hasta que la incomodidad se lo impidiera, lo que sucedió alrededor de los seis meses. Apenas podía moverse y pasaba la mayor parte de sus días mirando televisión y descansando.
Un día, todo cambió. Se estaba preparando un sándwich en la cocina, y una historia en particular, que pasaban en la televisión, llamó su atención. Se tambaleó hacia el sofá y se sentó a mirar.
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“Ocurrió una colisión de seis autos en la autopista, que resultó en varias víctimas, incluidos los padres de cinco niños. Los pequeños fueron trasladados al hospital local y, afortunadamente, están a salvo. Serán llevados a un hogar de crianza y es difícil saber si serán adoptados juntos”, explicó la reportera en su discurso acelerado, y algo se estremeció dentro de Miriam.
Podrían haber sido las hormonas del embarazo o el hecho de que sus padres habían muerto en un accidente similar, dejándola sola en el mundo. Pero estos niños necesitaban a alguien en su vida. Las lágrimas corrían por su rostro cuando terminó el segmento de noticias.
Ella tenía que hacer algo. Llamó a la línea local de la estación y preguntó por los cinco niños de los que había oído hablar en las noticias. Le explicaron que serían separados en varios hogares de acogida.
“Yo puedo criarlos sola. A los cinco”, dijo Miriam desesperadamente.
“Eso es muy inusual, pero tendría que tomar el curso de capacitación para padres adoptivos y habría una inspección de su casa”, le dijo la trabajadora social por teléfono, y Miriam asintió, aceptando todo. Hablaron durante varios minutos más.
“¿Sería un problema convertirme en madre adoptiva si estoy embarazada y a punto de divorciarme?”, preguntó, esperando que la dama la aceptara.
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“Señora, me temo que eso sería demasiado. Sería mejor si tuviera a sus bebés y esperara antes de acoger a alguien”, respondió la señora, su tono era inseguro.
“Sé que es inusual. Sé que es una locura. Pero tan pronto como vi las noticias, supe que tenía que hacer algo. Sentí algo. Mis padres murieron de esta manera y yo estaba sola. Pero esos niños se tienen los unos a los otros, y necesitan permanecer juntos”.
“Por favor, denme una oportunidad. No tengo otra familia, pero tengo un montón de amigos que pueden responder por mí y ser un gran sistema de apoyo. Puedo hacer esto, y tengo un buen trabajo, así que el dinero no será problema”, le rogó a la mujer.
“Está bien, señora. ¿Puede venir a la capacitación para padres de crianza? Creo que podemos hacer una excepción, al menos durante un período de prueba, para que los niños no tengan que ser separados. Podría funcionar, pero no puedo prometerle nada”, dijo finalmente la mujer, y Miriam casi vitoreó al teléfono.
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“¡Gracias! ¡Muchas gracias! ¡No decepcionaré a los niños!”, expresó, colgando y poniendo el teléfono en su pecho con alivio.
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Para sorpresa de todos, los cinco niños fueron asignados a Miriam, ya que ella era la única que tenía suficiente espacio para todos ellos: José, Fiona, Luis, Eric y Lola, todos de 10 a 5 años. Todos estaban cansados y tristes por su terrible pérdida.
Una de las primeras cosas que Miriam les dijo fue: “Sé que nunca podré reemplazar lo que perdieron. Siempre recordarán a sus padres. Pero prometo ser su guardiana, protectora, amiga y todo lo que necesiten”.
“Pueden acudir a mí para cualquier cosa, y los escucharé. Estaré allí. Es una promesa. Incluso con mis bebés en camino. Puede ser agitado, ruidoso y loco. Pero estarán a salvo aquí”.
Los dos mayores hicieron todo lo posible para ayudar a Miriam con los más pequeños y estuvieron allí para ella durante el final de su embarazo. Cuando nacieron sus trillizos, los niños adoraban a los bebés y todos colaboraron como mejor podían.
Los amigos de Miriam también ayudaron mucho, aunque pensaron que estaba loca por ser madre de ocho niños en un año. Pero aunque sus acciones fueran una locura, todo parecía fluir maravillosamente.
No fue nada fácil, pero con trabajo duro, paciencia, comunicación y amor, lo superaron para convertirse en una gran familia feliz.
Un año después de adoptar a los cinco hermanos, Miriam y su familia aparecieron en el mismo segmento de noticias que ella había visto. Agradeció a la reportera por su trabajo en los medios de comunicación, ya que eso le había permitido saber de los niños y cambiar la vida de todos.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La confianza y el amor son indispensables en cualquier relación. El esposo de Miriam la abandonó cuando los médicos dijeron que no podría tener hijos, demostrándole que no era el hombre comprometido y amoroso que ella creía.
- Las familias se forman de muchas maneras diferentes. Miriam sabía que el embarazo no era la única forma de convertirse en madre y tener una gran familia. Pero su esposo no pensaba igual. Al final, quedó embarazada y además adoptó a cinco niños que necesitaban desesperadamente permanecer juntos.
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