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Hombre gritando a la cajera de un café. | Foto: Shutterstock
Hombre gritando a la cajera de un café. | Foto: Shutterstock

Hombre rico ve a su hijo malcriado de 32 años burlarse de una cajera de cafetería: luego el hijo se convierte en conserje allí - Historia del día

Georgimar Coronil
16 nov 2022
11:30

Cuando un hombre rico ve a su hijo de 32 años burlarse de la cajera de un café, le da una lección que nunca olvidará. Pero la cosa no acaba ahí. El hijo pronto se enfrenta al karma por sus acciones y se arrepiente de ellas.

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Como padres, todos queremos lo mejor para nuestros hijos, ¿verdad? Pero, ¿qué pasa si un día te das cuenta de que tu forma de criar a los hijos no fue la mejor? ¿Y si caes en la cuenta de que dar a tu hijo lo mejor de todo no fue lo ideal?

Cuando Damián escuchó a su hijo, Theo, burlarse de una chica en el mostrador de la caja, se dio cuenta de eso mismo.

"¿Cómo demonios has podido estropear el pedido? ¿Qué tienes que hacer todo el día además de vender café, tonta? Puf, ¡este lugar es horrible!".

Cuando esas palabras calaron en los oídos de Damián, se volvió inmediatamente, y la visión de su hijo gritando a la cajera le enfureció. Le había pedido a Theo que hiciera el pedido, pero el joven de 32 años estaba ocupado insultando a la mujer que estaba detrás del mostrador. Damián se sorprendió por el comportamiento arrogante y grosero de Theo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Siento las molestias, señor", dijo la empleada con amabilidad. "Tendré su pedido listo en cinco minutos. Por favor, comprenda, es un día muy ocupado para nosotros".

"Señora", dijo Theo con brusquedad. "¡Esos cinco minutos son fundamentales para un hombre de negocios como yo que dirige una gran empresa! No dirijo una pequeña cafetería”.

Con eso, Theo arrojó un par de billetes de dólar sobre el mostrador y estaba a punto de irse cuando Damián apareció detrás de él. "Tienes que disculparte, hijo", dijo, recogiendo los billetes de dólar. "Pídele perdón. Vuelve a hacer el pedido y esperaremos hasta que esté listo".

"Papá…", respondió Theo a la defensiva. "¿Qué estás haciendo? ¡Esta gente no está a nuestro nivel! ¿Por qué tengo que disculparme?".

"Porque la empresa que acabas de mencionar que diriges no es tuya. Verás, sigo siendo el dueño de todas mis empresas, y puedo despedirte en cualquier momento. No me avergüences públicamente… Por favor, discúlpate".

Theo estaba furioso, pero su posición en la empresa y el dinero le importaban más, así que se disculpó a pesar de su renuencia.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Lo siento", dijo en voz baja, mirando al suelo. "Volveré a hacer el pedido".

"No solo hará eso", añadió su padre y se volvió hacia la mujer. "Cuando venía hacia aquí, vi un anuncio en la puerta que decía que la cafetería buscaba contratar un conserje. Pues bien, a mi hijo le gustaría ocupar ese puesto porque está suspendido temporalmente en mi empresa. Por favor, ayúdele".

"¡PAPÁ!", los ojos de Theo se abrieron de par en par con rabia. "¿Has perdido la cabeza? YO… YO…".

"Si quieres conservar tu trabajo, hijo, tienes que entender que no puedes salirte con la tuya faltando al respeto a los que te rodean. Siento no haberte enseñado eso antes. Pero no es demasiado tarde".

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La arrogancia y el orgullo innecesarios no te llevarán a ninguna parte.

"Señor", dijo la mujer del mostrador. "Gracias por sus disculpas, pero no contratamos a cualquiera. Solamente aceptamos solicitudes a través del formulario online. Y, no, no soy la cajera… Soy la dueña de esta cafetería".

"Entonces me gustaría disculparme de nuevo, señorita", dijo Damián. "Lamento el comportamiento de mi hijo. Theo se postulará a través del formulario, y espero que encaje bien en el perfil".

Theo estaba molesto, pero si quería recuperar su trabajo, no podía ir en contra de Damián. Sabiendo que no tenía otra opción, solicitó el puesto de conserje. Para su consternación, fue contratado.

***

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"¡Esa mujer se está vengando de mí!", refunfuñó Theo mientras el supervisor le mostraba el cuarto de suministros de limpieza en su primer día de trabajo.

"Asegúrate de que la limpieza está hecha todos los días antes de que abra la cafetería", le dijo su supervisor. "Espero que quede claro".

Theo asintió y se puso a trabajar. Barrió todo el establecimiento, fregó el suelo y limpió los cristales. El trabajo era agotador, y empezó a lamentar su enfado con la dueña cada día que tenía que presentarse.

"¡Ah, solo fue un error con el pedido! No debería haber exagerado…", se decía a sí mismo.

Con el tiempo, Theo cambió. Se dio cuenta de que se había equivocado al humillar a la dueña de la cafetería por algo tan insignificante como un pedido equivocado. Pero eso no fue todo.

Tras varios meses trabajando en el local, Theo empezó a notar que sentía algo más que culpa por cómo había tratado a la dueña. Ella había comenzado a gustarle.

Susan era dulce, encantadora, extremadamente educada y servicial. Independientemente de cómo la tratara Theo, ella nunca le respondía de forma grosera. Y era tan hermosa que no pudo evitar enamorarse de ella.

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En ese momento, él solamente era un conserje que trabajaba a sus órdenes. “¿Saldría ella con un empleado de la limpieza?”, se preguntaba Theo. No estaba seguro. Pero tenía su aspecto encantador. “Eso seguramente funcionará”, pensó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"¿Qué haces después del trabajo?", le preguntó una noche, mostrando la sonrisa que había hecho que la mayoría de las mujeres del pasado se enamorasen de él.

Pero Susan ni siquiera le miró. "Tengo que ir a un sitio. Por favor, discúlpame".

"Oh, está bien, haremos tiempo para el café otro día…" susurró Theo, y ella lo escuchó.

"No me apetece. Lo siento".

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Susan tomó sus cosas a toda prisa y salió del café, dejando a Theo boquiabierto. Ninguna mujer lo había rechazado. ¿Y esta mujer ni siquiera lo miró antes de rechazarlo?

Theo no se lo creía. Pensó que ella había dicho que no a toda prisa, así que intentó invitarla a tomar un café de nuevo, y esta vez, su respuesta fue severa. "Espero haber sido clara, Theo. ¿No me invitaste a un café la última vez y te dije que no?".

Theo estaba muy avergonzado. Fue rechazado en el acto. Pero dos meses después, Susan dijo que sí al café.

Aquel día, Susan había roto a llorar tras recibir la noticia del hospital de que la operación de su marido Enrique podría programarse en cualquier momento. Enrique había sufrido un grave accidente y necesitaba la operación, pero Susan no tenía ahorros y su seguro no la cubriría.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Así que cuando Susan recibió la llamada del hospital diciéndole que los gastos de la operación estaban cubiertos, rompió a llorar de alegría. "Pero, ¿quién lo ha pagado?", preguntó.

Entonces el personal al otro lado de la línea le dijo el nombre, y Susan tuvo que tomarse un momento antes de responder: "Gracias. Me reuniré con él y le transmitiré mi agradecimiento también".

Ese día, justo después de colgar el teléfono, Susan se dirigió a Theo y le dio las gracias.

"Siento haberme colado en tu conversación del otro día y haberte oído hablar de tu marido por teléfono… Me alegro de haber podido ayudar", dijo Theo. Se sintió destrozado al saber que estaba casada, pero la quería y respetaba lo suficiente como para dejarla ir.

"Esto fue más que una ayuda, Theo. Has salvado a mi esposo… la cirugía era necesaria… ¿Cómo puedo pagarte?".

"Eh, bueno, ¿qué tal un café?", preguntó con una sonrisa.

"¡Dios mío! ¡Claro! Esta vez no puedo decir que no", se rio y le dio las gracias de nuevo.

Después de trabajar en la cafetería, Theo cambió. Su arrogancia había desaparecido, sustituida por una humildad que había encontrado gracias a su nueva amiga Susan. Además, su padre ahora estaba más orgulloso de él.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La arrogancia y el orgullo innecesarios no te llevarán a ninguna parte: Theo lo aprendió por las malas después de que su padre le obligara a trabajar como conserje en la cafetería. No solo se dio cuenta de su error, sino que se convirtió en un mejor ser humano.
  • A veces los padres tienen que usar la mano dura con sus hijos para que se den cuenta de sus errores y aprendan una valiosa lección: La dura decisión de Damián de suspender temporalmente a Theo de la empresa y obligarle a trabajar como conserje ayudó a Theo a darse cuenta de su error y a convertirse en una mejor persona.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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