Vecinos limpian el jardín de señora mayor mientras ella está en el hospital, luego cada uno halla una caja de su parte - Historia del día
Una anciana que amaba su jardín se enfermó durante el invierno y fue hospitalizada. Sus vecinos se preocuparon y palearon su jardín, y cuando la mujer mayor regresó, les regaló cajas con algo inesperado adentro.
La señora Andrea trabajó toda su vida como maestra de escuela primaria en un pequeño pueblo, por lo que todo el vecindario la conocía. También era una de las personas más amables del mundo, que no tenía nada malo que decir sobre nadie. Siempre estaba dispuesta a ayudar al que lo necesitara.
La gente acudía a ella para pedirle tazas de azúcar, que cuidara de niños y por una buena taza de té. A veces, algunos venían a transmitir sus preocupaciones. La mayoría de la gente pensaba que era extraño que la señorita Andrea nunca se casara y no tuviera hijos propios, pero era su vida. La mujer mayor estaba genuinamente feliz, lo cual no es algo que todos en el mundo puedan decir.
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Después de jubilarse, su pasatiempo favorito era la jardinería y siempre tenía la colección de flores más hermosa en su patio delantero durante la primavera e incluso el verano. Cuando llegaba el otoño, arrancaba todas las bellezas restantes y le daba un ramo a cada una de sus vecinas.
El invierno era la peor estación del mundo. Nevaba demasiado y a la señora Andrea se le hacía más difícil moverse a medida que envejecía.
A los 87 años se enfermó en pleno invierno y fue llevada al hospital en una ambulancia. Afortunadamente, su vecina, la Sra. Coral, había ido a tomar el té cuando la mujer mayor tuvo un ataque de tos. Llamó a la ambulancia y los paramédicos decidieron llevarla a urgencias.
Todos los vecinos se habían reunido, envueltos en sus abrigos, y habían visto cómo subían a la anciana en la ambulancia.
"Tenemos que hacer algo", sugirió alguien.
"Vamos a comprar flores y llevarlas mañana al hospital", agregó otro vecino.
"Ella necesita compañía. Tal vez, podríamos turnarnos para visitarla, para que nunca esté sola".
"Sabes... creo que tenemos que hacer algo con su jardín. Está cubierto de nieve y la señora Andrea no ha contratado a nadie para limpiar", comentó un vecino, el Sr. Joshua, señalando el jardín delantero de la mujer mayor.
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"Tienes razón", respondió la Sra. Coral, y los demás asintieron como si no se hubieran dado cuenta antes.
Por lo tanto, el Sr. Joshua sacó algunas palas y reunió a algunos de los adolescentes del vecindario para que lo ayudaran. Limpiaron su jardín, aun sabiendo que pronto caería más nieve. Pero todos prometieron reunirse de nuevo y palear una vez más.
Cuando la señora Andrea regresó del hospital, lo primero que notó fue su patio recién limpiado. "Oh, vaya. ¡Qué amable! ¿Quién hizo esto?", preguntó a la Sra. Coral y al Sr. Joshua, quienes la habían recogido del hospital tan pronto como la dieron de alta.
"Todos lo hicimos. También nos tomamos la libertad de limpiar un poco adentro, y creo que te gustarán las sorpresas que dejamos", agregó la Sra. Coral y guiaron a la mujer mayor a su casa.
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El olor de las flores frescas penetró dulcemente por su nariz y sonrió. Dentro de su casa, la primavera había regresado y no podía quitarse la sonrisa de la cara. "¡Gracias! ¡Gracias!".
"Bueno, no fuimos solo nosotros. Todos en esta calle y la de arriba querían hacer algo especial", el Sr. Joshua negó con la cabeza ante la gratitud. "Eres amada aquí. Si alguna vez necesitas algo, por favor solo pídelo".
La mujer mayor les ofreció cenar, pero ellos declinaron y le dijeron que descansara. Esa noche, la señora Andrea pensó largo y tendido sobre su vida. Estaba contenta. Había hecho todo lo que quería y no se arrepentía de nada.
Pero su tiempo estaba llegando pronto. Ella podía sentirlo. Pero no quería dejar este mundo antes de que sus vecinos supieran que estaba muy agradecida con ellos.
Entonces fue a su armario y tomó viejas cajas de regalos que había guardado a lo largo de los años. Todas estaban en perfectas condiciones y funcionarían perfectamente para su idea.
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A la mañana siguiente, la Sra. Coral salió a buscar su periódico y vio una caja de regalo en el porche delantero. "¿Qué es esto?", dijo y se inclinó para agarrarla. Lo abrió y descubrió una pieza de joyería rara y hermosa.
También había una nota... de la señora Andrea.
Toma esto como un gesto de mi gratitud por todo. Por los años de ser los mejores vecinos y lo que todos ustedes hicieron durante mi hospitalización. Me alegra saber que, aunque no tuve una familia propia, en realidad formé una. Esto es para ti.
Atentamente, la señora Andrea.
Los ojos de la Sra. Coral se humedecieron, pero solo cayó una lágrima. Más tarde, descubrió que todos los demás vecinos de la calle recibieron esas cosas y los regalos iban desde más joyas hasta los preciosos libros de la dulce anciana.
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En un mundo lleno de codicia, malicia e individualidad, este vecindario se había unido como una familia para ayudar a uno de los suyos.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Sé amable con tu prójimo: Algunas personas nunca conocen a sus vecinos, sin entender que podrían ser las únicas personas disponibles si hubiera una emergencia. Así que sé más amable, conócelos, ofréceles tu amistad y ábrete a ellos.
- No todos quieren una familia típica, pero todos necesitamos compañía: La señora Andrea estaba contenta con su vida, aunque era diferente a los demás. Pero ella apreciaba el amor y la atención de sus vecinos y finalmente los consideró su familia.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.