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Anciano en una cama de hospital | Foto: Shutterstock
Anciano en una cama de hospital | Foto: Shutterstock

Hombre cuida de un anciano solitario: un día lo ve con un bolso lleno de dinero en la puerta de su casa - Historia del día

Mayra Pérez
11 oct 2022
15:20

Un enfermero le organiza una fiesta sorpresa a uno de sus pacientes más ancianos. Tiempo después, el hombre llega a la puerta de su casa con una bolsa llena de dinero y un paquete en la mano.

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La vida no siempre es fácil y todos enfrentan distintos tipos de problemas. Sin embargo, siempre hay mucho por lo cual estar agradecido y muchas cosas que disfrutar en el día a día.

O al menos eso es lo que Gregory había creído toda su vida. A la temprana edad de 10 años, perdió a sus padres, y cuando cumplió 18, perdió a su amada abuela. Ella lo amaba con todo su corazón y era su única familia.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Después de perderla, la vida no fue fácil para él, pero nunca dejó de tener esperanzas por el futuro. Siempre había querido convertirse en médico, pero los estudios eran costosos para él, por lo que se tituló como enfermero.

Y estaba feliz con su decisión, porque de esa manera podía hacer lo que siempre había querido: cuidar a las personas.

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Un día, mientras estaba en el trabajo, le tocó atender a un paciente anciano llamado Albert, que tenía diabetes. El hombre mayor a menudo pasaba por el hospital para chequeos regulares con su hijo, quien parecía bastante indiferente.

“¿Hoy viniste con tu hijo?”, le preguntó Gregory, mientras tomaba una muestra de sangre para la prueba.

“¿Me estás vigilando?”, respondió Albert enojado. “¿Qué te hace pensar que estoy interesado en contestar tus preguntas, chico?”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

“Señor, solo estaba…”.

“¡Ocúpate de tus propios asuntos, muchacho! ¡No actúes como si te importara! ¡Eso es realmente patético de parte de cualquiera!”, refunfuñó Albert, y Gregory no pudo evitar sentir algo de tristeza por él.

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Podía ver que detrás de esta actitud hostil había un alma solitaria que parecía creer que nadie se preocupaba por él. De alguna manera, le recordaba el dolor que sintió en su niñez, cuando perdió a su familia.

Pero este hombre estaba cerca de los 90 años y tenía una salud precaria. No parecía tener esperanzas por el futuro o por las personas y por eso era tan gruñón. Sin embargo, Gregory no se iba a rendir.

“Bueno, señor”, dijo. “Realmente me preocupo por usted. De hecho, considero a todos mis pacientes como familia. ¿Por qué querría tratarlo si no me preocupara? Si alguna vez necesita ayuda, no dude en comunicarse conmigo. Guarde mi tarjeta”, dijo con una sonrisa y le pareció ver una lágrima en los ojos de Albert.

“¡Sí, lo que digas! ¡No es como si creyera tus palabras!”, respondió Albert con severidad, fingiendo que no le importaba, y Gregory sonrió.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“Muy bien, señor. Hemos terminado aquí. Le avisaré cuando tengamos resultados…”.

Y aunque Albert le dijo a Gregory que no creía en sus palabras, la verdad es que sí lo hizo. Un día, lo visitó en el hospital porque quería hablar con él.

“¡Esperaba hablar contigo si te parece bien, chico!”, murmuró nervioso, sin mirarlo a los ojos.

“¿Albert?”, preguntó Gregory con una gran sonrisa. “¡Qué maravillosa sorpresa! ¡Has venido en el momento perfecto! Ahora tengo un descanso. ¿Tomamos un café mientras hablamos?”, sugirió, y el anciano asintió.

Durante el café, Albert le contó toda su historia, y Gregory se entristeció al escuchar cómo su familia lo había descuidado. Su esposa no quería hacerse cargo de él, y lo había enviado a vivir con su hijo.

Pero la familia de su hijo lo trataba como si fuera una carga, lo que hería profundamente a Albert.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“Mi cumpleaños es en tres días, pero no tengo con quién celebrarlo. Mi familia me odia. No sé por qué... Nunca he compartido esto con nadie, muchacho, pero algo en mi corazón me dijo que me escucharías. En este punto, me siento solo. ¿Tiene sentido vivir así?”.

“Albert”, dijo Gregory. “La vida es hermosa. La cuestión es que simplemente no tienes a las personas adecuadas a tu alrededor. Pero tú eres importante y mereces vivir rodeado de amor”.

Albert se rio mientras sorbía su café. “¡Eso suena bien en los libros, muchacho! La vida no funciona así. De todos modos, no debería seguir quitándote tu tiempo. Debería irme”.

Después de verlo marcharse, Gregory pensó en la conversación y una idea se formó en su mente. Tres días después, Albert recibió una llamada para que fuera urgentemente al hospital. No tenía idea de lo que le esperaba.

Cuando llegó a la sala, quedó totalmente impactado. Todo estaba decorado con globos; había una pancarta de feliz cumpleaños, y un gran pastel en el centro. También pudo ver una gran multitud de médicos, enfermeras y pacientes reunidos para celebrar su día especial con él.

“¡Feliz cumpleaños, Albert!”, exclamó Gregory.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“Esto es totalmente inesperado”, dijo el anciano con lágrimas en los ojos. “¡Realmente lo aprecio! Gracias”, dijo Albert y abrazó a Gregory. “Eres como una bendición disfrazada, muchacho. ¡Mil gracias!”.

Después de celebrar su cumpleaños con Gregory y los demás, Albert se sentía realmente feliz. Había disfrutado y apreciado que esas personas le hubiesen dedicado su valioso tiempo.

En los días siguientes, Gregory esperó a que Albert lo visitara, pero eso no ocurrió. Algún tiempo después, alguien llamó a la puerta de su casa muy temprano en la mañana. Cuando abrió, vio al anciano con una maleta grande y un paquete.

“¿Albert? ¿Qué pasó? ¿Está todo bien?”, preguntó, preocupado.

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“Por supuesto”, sonrió. “¿Puedo entrar?”.

Una vez dentro, Albert abrió su maleta, y su contenido sorprendió a Gregory. Estaba lleno de fajos de billetes. “¿Qué es esto?”, preguntó el enfermero, confundido.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“¿Crees que tú eres el único que puede ayudar? ¡Sé de los sueños que tenías! Algunos de tus colegas me hablaron de eso. Te mereces este dinero, así que no lo rechaces. Y este es un regalo especial para ti”, dijo, poniendo en sus manos el paquete.

Cuando Gregory abrió el envoltorio, encontró una bata de médico adentro. Se echó a llorar y le dijo a Albert que no era necesario. Pero el anciano insistió. Era su manera de agradecerle por haberle dado uno de los mejores momentos de su vida.

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“Sin su ayuda, ¡nunca me habría puesto en primer lugar! Me fui de la casa de mi hijo y nunca más permitiré que alguien me trate así. Tú me hiciste saber que merecía algo mejor en mis últimos días de vida”.

“Te mereces alcanzar tus sueños, por todo el bien que haces en la vida. ¡Y... será mejor que me hagas sentir orgulloso como médico!”, añadió. Gregory lo abrazó y lloró como un niño.

“Lo haré Albert. No sabes cuánto significa esto para mí. Mi difunta abuela soñaba con verme convertido en médico, y gracias a ti, pronto me verá desde el cielo con esta bata”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Las buenas acciones traen cosas buenas a tu vida. Gregory le regaló una gran fiesta de cumpleaños a Albert, solo para hacerlo feliz. Su amabilidad tocó tanto el corazón del anciano, quien decidió financiar su educación y hacer sus sueños realidad.
  • Los ancianos merecen nuestro amor y comprensión. Albert era un anciano que había sido ignorado por su familia durante años. Eso le hacía odiar su vida. Pero con la ayuda de Gregory, cambió su perspectiva y pudo seguir adelante.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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