Mamá abandona a su bebé tras el nacimiento: años después ve marca de nacimiento familiar en el médico que le salvó la vida - Historia del día
Lauren dio a luz a los 18 años, pero su novio la echó por la enorme marca de nacimiento en la cara de su bebé. Pasaron los años y la madre se arrepentía de su decisión todos los días, hasta que un accidente lo cambió todo. ¿Podrá volver a ver a su hijo?
“Aquí está tu bebé, lindo y saludable”, dijo la enfermera, entregándole a Lauren un pequeño bulto envuelto en mantas de hospital. La joven madre miró a su recién nacido y lo primero que notó fue la gran marca oscura que le cruzaba la frente y terminaba justo debajo de la nariz. ¡Ella la odiaba!
Lauren tenía 18 años y acababa de dar a luz a un bebé. No había estado preparada para tener un hijo, pero las cosas de la vida la llevaron a esto. Días después, fue dada de alta y dejó el hospital para ir a la casa rodante que compartía con su novio, Javier.
Tenía la esperanza de que él fuera un padre responsable para su bebé, pero las cosas resultaron diferentes de lo que esperaba. Cuando él les abrió la puerta, tomó a su bebé en sus brazos y separó las mantas.
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Con puro horror, gritó: “¿Qué trajiste a casa? ¿Por qué tiene esa cara?”.
Antes de que Lauren pudiera responder que era una marca de nacimiento, gritó: "¡Ese no puede ser mi hijo!".
“Por favor, Javier, es tu hijo. ¡Tú lo sabes!”.
Javier no quiso escuchar. "Ningún hijo mío podría tener una cara tan fea. ¡Fuera!", le gritó a Lauren, y le entregó a su bebé.Ella estaba perdida. ¿Qué iba a hacer? Ella y Javier habían vivido en la casa rodante durante casi un año y era el único lugar al que podía llamar hogar. ¿Adónde iría?
Se sentó al lado de los escalones y sollozó y sollozó, rogándole a Javier que la dejara entrar, pero él solo tiró la puerta con más fuerza en su cara. Resignada, comenzó a alejarse. Pronto llegaría la oscuridad, y con un bebé en brazos, sabía que tenía que encontrar refugio rápido.
Caminó durante horas, perdida en sus pensamientos. ¿Debería abandonar al bebé? Después de todo, no tenía dinero para satisfacer las necesidades de ambos. Ella había tomado una decisión. Dejaría a su hijo en la siguiente urbanización que encontrara.
Unos minutos más tarde, se encontró con una linda casita. Miró a su derecha e izquierda para asegurarse de que nadie la viera. Luego colocó a su bebé con cuidado cerca de la puerta de una casa residencial y se fue rápidamente.
30 años después...
Lauren trabajaba en un sitio de construcción. La naturaleza de su trabajo le había robado la juventud y parecía cansada y frágil. La vida no había sido buena con ella, pero seguía adelante, un día a la vez.
Su trabajo era desafiante, pero aún más desalentador era ver pasar a las madres riéndose y jugando con sus hijos. La vista siempre la hacía llorar mientras se preguntaba sobre el bebé que había abandonado décadas atrás.
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Un día, mientras miraba con pesar a los niños que jugaban en el parque al otro lado de la calle, perdió el paso y se cayó, lastimándose la espalda. El dolor que siguió era inimaginable, y gritó hasta quedarse sin aire.
El dolor era tan insoportable que se desmayó y se despertó días después en un hospital. Tenía un aparato ortopédico en la espalda y todavía podía sentir punzadas de dolor aquí y allá, pero nada que no pudiera tolerar.
Recordaba cómo había resultado su vida y deseaba haberse quedado con su bebé. “¿Podría ser un castigo por haber abandonado a mi hijo?”, se preguntó, con lágrimas en los ojos.
En ese momento, el Dr. Wilson, que le había salvado la vida, entró en la habitación y Lauren notó de inmediato la familiar marca de nacimiento en su rostro. ¡El médico era su hijo! ¡Él era el niño que había abandonado treinta años atrás!
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No podía contener su emoción y el galeno se dio cuenta rápidamente. “Parece estar de buen humor, Sra. Lauren”.
“Oh, doctor, no se preocupe por mí... Estoy feliz de estar viva”, mintió, pues no quería revelar lo que había causado su emoción.
Después de que el médico la revisara, Lauren le preguntó sobre sí mismo y los dos se pusieron a hablar.
Descubrió que unos maravillosos padres lo habían adoptado, pero debido a su apretada agenda y al hecho de que vivían al otro lado de la ciudad, él nunca pasaba mucho tiempo con ellos.
Lauren sabía exactamente lo que haría, aunque solo fuera para mostrarles aprecio por haber criado a su hijo. Una vez que se recuperó, visitó la dirección donde el médico dijo que vivían sus padres y notó lo descuidado que se veía su jardín.
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Empezó a visitar la propiedad todos los días para limpiar el patio frontal, y a veces llevaba flores. Un día, se armó de valor para llamar a la puerta y se sorprendió cuando la recibieron calurosamente.
La mujer les contó su historia y les solicitó que le pidieran perdón a su hijo en su lugar porque estaba demasiado avergonzada para hacerlo ella misma. Les dijo que solo quería saber qué tipo de infancia había tenido el Dr. Wilson. Los dueños de la casa le pidieron que viniera a cenar si quería saber más sobre su hijo.
La mujer mayor salió de su casa entusiasmada y ansiosa por acudir a la invitación a cenar. Sin embargo, cuando llamó a su puerta esa noche, se sorprendió al ver que Wilson también estaba presente.
Los padres del médico le habían contado, y cuando ella entró en la casa, él se puso de pie y la abrazó. Lauren lloró en su hombro durante largo rato antes de recuperar la compostura. Fue un hermoso reencuentro.
Disfrutaron de una deliciosa cena y, cuando terminaron, la madre adoptiva de Wilson sacó una pequeña caja llena de fotos de la infancia de su hijo. ¿Cómo pudo haberse perdido todo esto?, pensó. Ella deseaba haber podido estar en la vida de su hijo.
Lauren suplicó perdón y Wilson le dijo que entendía por qué lo había abandonado. Agregó que la había perdonado desde hacía mucho tiempo atrás.
Era un nuevo amanecer para Lauren y su hijo, una oportunidad de comenzar una nueva relación, a pesar de que habían pasado tantos años. El buen doctor estaba agradecido de tener dos madres maravillosas y declaró que las acciones de Lauren habían sido perdonadas.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
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Los padres de uno no son necesariamente los que te dan a luz sino los que te crían: La madre de Wilson lo había abandonado, pero él creció siendo amado por sus padres adoptivos.
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El perdón es divino: La capacidad de Wilson para perdonar a su madre les dio una segunda oportunidad de compartir sus vidas.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.