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Bombero abrazando a un niño. | Foto: Shutterstock
Bombero abrazando a un niño. | Foto: Shutterstock

Bombero adopta a niño que rescató de un incendio y eso termina salvando su matrimonio - Historia del día

Vanessa Guzmán
28 dic 2022
07:00

Un hombre que deseaba desesperadamente formar una familia descubrió que él y su esposa no podían tener hijos propios, y no querían adoptar. Sin embargo, todo cambió cuando lo llamaron para que salvara a alguien querido.

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“Lo siento, Sr. y Sra. Gil. Se han sometido a varias rondas de FIV. Esto causó estragos en el cuerpo de la dama y, aun así, nada ha funcionado. Soy médico especialista en fertilidad, pero les sugiero que ambos se tomen algún tiempo, lo piensen y busquen otras opciones”.

“Hay muchas maneras de hacer una familia”, les dijo el Dr. Silva a Alex y Sandra, quienes estaban devastados.

Salieron de esa clínica de fertilidad en estado de shock y se subieron al auto en silencio. Sin embargo, después de conducir durante unos minutos, Sandra rompió el silencio.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Alex, el médico tiene razón. Hay otras formas de construir una familia”, comenzó con cuidado. “La adopción es una gran opción. La sangre y el ADN no importan”.

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“No”, dijo el hombre, sacudiendo la cabeza. Estaba totalmente en contra de la idea. “Quiero una familia de verdad. Ha sido mi sueño. Nunca tuve una propia”.

“La persona que más amas en el mundo además de mí es la Sra. Collado. Piensas en ella como tu madre y no es pariente tuya. ¿Cómo puedes decir que no tienes familia?”, respondió Sandra, enojándose.

“No es lo mismo”.

Alex había quedado huérfano a una edad temprana y saltaba de una colocación de crianza a otra. Él odiaba eso y se prometió a sí mismo tener una familia estable en el futuro. Sandra lo sabía; se sentía terrible y culpable por no poder darle ese sueño.

“Por favor, Alex. Tenemos que intentar otras cosas. La subrogación es otra opción”, continuó, aunque odiaba esa idea.

“Esa tampoco es una gran opción. Demasiado caro, y ya hemos gastado demasiado”, dijo.

Finalmente, la mujer perdió la calma. “¿Qué más vamos a hacer? ¡La adopción y la subrogación son nuestras opciones!”.

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“¡No sé!”, gritó de vuelta, y regresaron a un silencio incómodo que no mejoró.

***

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Alex, sabes que Sandra tiene razón. La adopción probablemente sea increíble para ti”, dijo la Sra. Collado suavemente. Él fue a verla unos días después de ver al médico especialista en fertilidad, y le contó la situación.

“Lo sé, Sra. Collado. Pero era mi sueño”, se lamentó, apoyando la cabeza en la mano sobre la mesa de la cocina. Estaban tomando un té.

“Alex, escúchame. Los sueños cambian y, a veces, el resultado es incluso mejor de lo esperado. Cuando me convertí en maestra, nunca esperé vincularme tanto con ninguno de mis alumnos”.

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“Sin embargo, aquí estás. Pienso en ti como un hijo. Como mi familia. ¿Y tú?”, cuestionó la mujer mayor, levantando una ceja.

“Por favor, Sra. Collado. Yo la amo. Sí, es la única madre que he tenido, pero esto es... diferente”, continuó él, sacudiendo la cabeza y sintiéndose terrible.

“Sé que estás triste, pero ¿estás dispuesto a perder a Sandra por eso? Porque no le estás dando muchas opciones”, agregó su maestra, suavizando su tono.

“No, no quiero perderla. Pero no estoy dispuesto a considerar las otras opciones. Debe haber otra manera”, dijo Alex, y la señora suspiró. Después cambiaron de tema.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

***

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Unos días después, Alex recibió una llamada inesperada. La casa de la Sra. Collado estaba en llamas e hizo que sus amigos acudieran al lugar.

Las llamas se habían apoderado de la estructura demasiado rápido. Él se bajó del camión con ganas de correr dentro como un superhéroe.

“¿Qué estás haciendo?”, le preguntó su compañero bombero, Marcos, tratando de detenerlo.

“¡Tengo que entrar!”, dijo Alex. Tenía el corazón en la garganta. Estaba aterrado. Se había mostrado estoico y tranquilo cuando se había unido al departamento de bomberos después del entrenamiento.

Todas sus situaciones peligrosas y horribles eran muy fáciles para él. Esta era su vocación. Pero esta vez… todo era diferente. Esta era la casa de la Sra. Collado, y ella estaba adentro.

“No puedes. Tenemos que pensar primero”.

“¡Ayuda! ¡Ayuda!”, gritaba una mujer, y Alex no hizo caso a nadie. Corrió hacia las llamas como un héroe y era como si no pudiera sentir el calor.

Vio a la Sra. Collado y corrió hacia ella, la cubrió con su chaqueta y la sacó.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¡Necesita un médico! ¡Rápido!”, le gritó a la ambulancia, que acababa de llegar.

“Alex, tienes que entrar. Hay un niño pequeño adentro. Se llama Tomás. Yo le estaba dando clases. ¡Por favor, solo tiene ocho años!”, se lamentó la mujer, con el rostro angustiado y cubierto de hollín.

Las cejas de Alex se levantaron y miró hacia la casa.

“¡Estaba en el baño!”, la mujer continuó a través de su pánico, y el bombero se apresuró a entrar. Sus compañeros ya estaban usando la manguera y tratando de contener las llamas. Aun así, era peligroso entrar, pero no podía dejar morir a un niño.

Corrió a la casa de nuevo, fue al único baño que tenía la Sra. Collado y escuchó los gritos del niño. Le dijo que se alejara de la puerta y empujó fuertemente con su bota.

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El pequeño estaba asustado, pero se estiró entre sus brazos y Alex los sacó tan rápido como lo había hecho con la maestra. Fue directamente a los paramédicos afuera y dejó que se encargaran del niño. Luego, ayudó a sus compañeros a controlar el fuego.

Finalmente, el fuego fue contenido, pero la casa quedó casi completamente destruida.

“No importa. Todo lo que es importante para mí está aquí conmigo”, dijo la Sra. Collado cuando le dijo que era poco probable que algo sobreviviera a ese incendio.

“Alex, este es Tomás. Le doy clases todos los días y, a veces, solo viene a almorzar conmigo después de la escuela”.

“Encantado de conocerte, Tomás”. Alex asintió hacia el niño, quien lo miraba con sus ojos brillantes y llenos de adoración.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¡Gracias, señor! ¡Nos salvó! ¡Caminó a través del fuego como un héroe! ¿Cómo hizo? ¡Quiero hacer eso algún día!”, le dijo el niño emocionado, y Alex se rio por primera vez en varios días. Era bueno saber que el chico no había quedado traumatizado.

“Bueno, puedes unirte a la fuerza algún día, Tomás”, dijo, sonriendo.

“¡HURRA!”.

La Sra. Collado lo llevó a un lado y reveló que el niño estaba en la misma situación que Alex cuando era pequeño. Vivía con padres de acogida que apenas lo cuidaban y el chico había estado tratando de quedarse con ella por un tiempo.

Alex frunció el ceño a su maestra, pero asintió. “Es genial que haga eso por él. Lo apreciará”.

La Sra. Collado negó con la cabeza. “No me estás escuchando. Pienso en ti como un hijo, pero ahora Tomás es como un nieto para mí. Ambos son mi familia, cariño”.“La familia no es la sangre. No es compartir el ADN. Es cuidarse el uno al otro, y amarnos los unos a los otros, salvarnos unos a otros. Todos los días”.

Los ojos de Alex mostraban todo su dolor. “Usted sabe lo que quiero, Sra. Collado”.

“No me habrías salvado de la forma en que lo hiciste si no me hubieras amado como una madre, ¿verdad? Escuché a tus colegas decir que no era seguro para ti apresurarte de esa manera”, continuó su maestra, levantando las cejas.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“También te apresuraste a salvar a Tomás porque amas a los niños. Puedes amar a cualquiera siempre que abras tu corazón. Él necesita a alguien, una pareja, tal vez, que pueda abrir su corazón y amarlo como si fuera suyo”.

El bombero se mordió el labio y miró a Tomás, que hablaba con entusiasmo con los otros bomberos. Sus ojos volvieron a la Sra. Collado y sonrió con timidez.

***

Unos meses después…

Era el día de Navidad y Alex se sentó en la mesa del comedor para disfrutar de la fantástica cena de su esposa. Pero no eran los únicos presentes. La Sra. Collado estaba allí.

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Su casa requería reparaciones serias y tardaría tiempo en estar completamente restaurada. Mientras tanto, estaba viviendo con Sandra y Alex.

Y había otra persona especial con ellos: Tomás. El niño estaba impaciente por sumergirse en la fuente de puré de papas de Sandra y comenzó a masticar.

“Espera, cariño. Come despacio o te atragantarás”, le advirtió la mujer, riéndose.

La Sra. Collado se hizo eco del sentimiento, pero Alex se rio. Tomás solo sonreía mientras agarraba otras cosas de la mesa. Le encantaba la comida que preparaba Sandra, pero, sobre todo, le encantaba estar con ellos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Los esposos habían hablado después del incendio y decidieron convertirse en padres adoptivos del chico. Las cosas eran completamente diferentes de lo que esperaban. Querían mucho a ese niño e iban a comenzar el proceso de adopción lo antes posible.

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Tomás cambió sus vidas por completo. Su hogar siempre estaba agitado, desastroso, ruidoso y ahora lleno de juguetes. Alex no podría haber pedido más. Estaba más feliz que nunca, y con la Sra. Collado allí, se sentía como si tuviera una gran familia.

Sandra también estaba feliz y el cambio de opinión de Alex salvó su matrimonio. La Sra. Collado había tenido razón. Algunos sueños habían cambiado, y esto era incluso mejor de lo que jamás había deseado.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La familia no tiene nada que ver con la sangre. Se trata de amor: Alex no quería nada más que una familia biológica, pero la Sra. Collado le mostró que la familia era más que el ADN.

  • A veces, se necesita una emergencia grave para cambiar tu perspectiva: Alex cambió de opinión sobre el significado de la familia después de casi perder a la mujer que consideraba como una madre.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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