Joven empresario se viste como indigente y visita a su prometida una semana antes de la boda - Historia del día
Un joven empresario sospecha que el amor de su vida no es quien él cree. Así que se deshace de sus costosos trajes, se viste ropa andrajosa y le hace una visita sorpresa una semana antes de la boda para ponerla a prueba.
Jacobo tenía lo que la mayoría de la gente describiría como una vida perfecta. Había nacido en un hogar privilegiado y tenía rasgos muy atractivos; eso lo hacía uno de los solteros más codiciados de la ciudad.
Pero el joven era todo lo contrario de lo que la gente pensaba de él. A pesar de sus riquezas, era un hombre humilde y muy trabajador. El negocio que poseía era producto de su esfuerzo.
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Había sido un excelente estudiante en la escuela de negocios y tenía su propia empresa cuando se graduó. Y todo lo había hecho por su cuenta.
Sus padres estaban orgullosos de él, pero les preocupaba que su absoluta dedicación al trabajo le dejara poco espacio para su vida amorosa. Eso fue hasta que Jacobo les presentó al amor de su vida, Bianca.
Todos se reunieron para cenar en la enorme mansión de los Álvarez para conocer a la preciosa novia. La madre de Jacobo no podía dejar de admirar a la chica.
“¡Ella es perfecta para nuestro hijo, cariño!”, le susurró a su marido. “¡Tiene clase, y es hermosa!”.
“Bueno, es mi hijo”, dijo el señor Álvarez con orgullo. “¡Él solo elegiría a la mejor! ¡Después de todo, su padre eligió a la mujer más hermosa del mundo!”.
“¡Eres terrible!”, le susurró a su esposa, sonrojándose.
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“Solo hablo con la verdad”, respondió con un guiño, y las mejillas de la señora Álvarez se sonrojaron por el cumplido.
La cena fue agradable y los padres de Jacobo adoraron a Bianca. Era una diseñadora exitosa, inteligente, joven y muy generosa. Quedaron impresionados cuando supieron que ella creía en retribuir a la sociedad y participaba en numerosas actividades caritativas.
“Puedes considerarnos como tus padres, cariño”, le dijo la señora Álvarez antes de irse. “De ahora en adelante, nosotros seremos tu familia”.
Bianca le contó a los Álvarez que era huérfana, y la pareja se sintió muy mal porque la joven no había crecido en un hogar amoroso, por lo que querían brindarle uno. Decidieron aceptarla con los brazos abiertos.
¿Bianca merecía ese amor? Muy en su interior, Jacobo estaba indeciso al respecto. Sus dudas nacieron tras una cena romántica en el mejor restaurante francés de la ciudad. Allí pudo vislumbrar un lado oscuro de su personalidad.
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“¡Vete de aquí!”, le susurró a un vagabundo que se acercaba a la puerta de su auto y le había pedido dinero cuando ella caminaba hacia el auto después de la cena.
“Por favor, déjeme algo”, dijo el pobre hombre. “No he comido nada en días. ¡Por favor, sea amable y Dios la recompensará!”.
“¡Dios ya me ha recompensado!”, exclamó mientras empujaba al vagabundo a un lado y se acomodaba en su auto. El pobre hombre, que había caído con el empujón de Bianca, se levantó torpemente y se alejó.
Mientras esto sucedía, Jacobo todavía estaba en el restaurante, hablando con un amigo con el que se había encontrado. Pero vio lo que sucedió y se sintió desconcertado.
“¿Estás bien?”, preguntó él al entrar en el auto.
“Sí, estoy bien”, respondió ella, sonriendo ampliamente. “¿Por qué?”.
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“Por nada”, dijo, forzando una sonrisa. Bianca no le mencionó ni una palabra acerca del incidente con el mendigo. Una mujer que hiciera caridad nunca trataría a los necesitados de esa manera. ¿Estaría fingiendo todo?
A partir de ese día, Jacobo empezó a sospechar de ella. Nunca le había preguntado sobre su vida después de que ella le comentara que no le gustaba hablar de eso, pero ya era hora de que averiguara quién era.
Así que Jacobo le pidió a su secretaria que le hiciera una verificación de antecedentes, y los resultados fueron suficientes para sacudirlo.
“Señor Álvarez, ¿está seguro de que quiere ver esto?”, preguntó su secretaria mientras colocaba un sobre en la mesa. “Tal vez lo mejor sería que le preguntara a ella directamente”.
“Sé cómo luce esto, pero siento que solo así sabré la verdad, señora Hidalgo”, dijo Álvarez. “Por favor, deme todo lo que pudo averiguar sobre mi futura esposa”.
Jacobo abrió el sobre y le costó asimilar lo que vio. Su prometida era un personaje muy diferente a lo que había creído. Estafadora, tramposa y tres veces divorciada. Cerró la solapa del sobre inmediatamente y suspiró.
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“Gracias por su arduo trabajo, señora Hidalgo”, dijo con el corazón apesadumbrado. “Yo me encargo del resto”.
Después de que la secretaria salió de su oficina, Jacobo lloró. Amaba a Bianca con todo su corazón y había pensado que ella era la indicada; habían apresurado los preparativos de la boda y el gran día estaba a solo dos semanas de distancia.
Las invitaciones estaban listas, el salón de bodas estaba reservado y sus atuendos se decidirían la semana siguiente. Habían invitado a unas 3000 personas a la ceremonia, que se celebraría en el salón más opulento de la ciudad.
Pero, de repente, Jacobo tuvo algo más en mente. Iba a ponerla a prueba. Le daría una oportunidad de demostrar que todo lo que ahora sabía sobre ella era mentira.
Una semana antes de la boda, el joven empresario se deshizo de su costoso traje en favor de una chaqueta andrajosa, jeans rotos y una barba postiza, y decidió visitar la casa de su prometida.
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Llegó arrastrando un viejo carro lleno de cajas de cartón rotas. Fue recibido en la puerta por una Bianca con el ceño fruncido. Él sonrió amablemente, sabiendo que ella había caído en la trampa. No lo había reconocido.
“Por favor, ayúdeme, señora”, suplicó. “Estoy tocando puertas para recaudar fondos para la operación de mi pobre madre. Usted parece una mujer amable. ¡Por favor, ayúdeme!”.
“¿Una qué?”, dijo con sarcasmo. “¿Una mujer amable? ¡No soy una tonta, no caigo en ese tipo de halagos! ¡Y no ayudo a los mendigos como tú! ¡FUERA!”.
“Pero he oído cosas tan buenas sobre usted, señora”, suplicó. “Sus vecinos me dijeron que era una mujer generosa y daba mucho a la caridad. ¿Puedo saber por qué no quiere ayudarme?”.
“Mira”, dijo groseramente. “¡No hago obras de caridad! Solo tengo una buena reputación, eso es todo. ¡Ahora lárgate, y nunca vuelvas a llamar a esta puerta para pedir ayuda! ¡NUNCA!”.
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En ese momento, la máscara de mentiras de Bianca se cayó y Jacobo supo exactamente cuál sería su próximo paso.
“Pues bien”, dijo, quitándose la barba. “No creo que podamos continuar con esta relación. Solo quería saber quién eras en realidad y para ello, me disfracé. Pienso que hice un buen trabajo, ¿no? Te engañé como tú me engañaste a mí”.
“¿Jacobo?”. Los ojos de Bianca estaban muy abiertos por la incredulidad. “Amor, ¿qué fue esto? Estabas bromeando, ¿verdad? Mira, sabía que eras tú. Lo supe desde el principio, ¡solo estaba siguiéndote el juego!”.
Jacobo se rio y tiró al suelo el sobre que le había dado la señora Hidalgo. “¡SE ACABÓ! ¡No puedo creer que me haya enamorado de alguien como tú!”.
Han pasado tres años desde entonces, y ella nunca más volvió a aparecer en su vida. En la actualidad, Jacobo es un hombre de familia feliz y padre de unas adorables gemelas.
Encontró el amor verdadero poco después de romper con Bianca y está viviendo la vida de sus sueños con su amada esposa y sus hijas. Siempre estará agradecido por haber visto a su prometida insultando al pobre hombre aquel día y descubrir a tiempo quién era.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La mentira y el engaño no son bases para una buena relación: Bianca no imaginaba que su verdadera identidad sería revelada, pero no pudo mantener su fachada todo el tiempo. Su prometido la descubrió y finalmente quedó en evidencia.
- El verdadero amor llega a tu vida tarde o temprano: Jacobo aceleró la relación, convencido de que Bianca era la elección perfecta. Apenas había tenido la oportunidad de conocerla y saber quien era en realidad. Por suerte, un descuido de ella le permitió evitar un matrimonio que hubiese sido desastroso y poco después él conoció a su verdadero amor.
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