logo
página principalHistorias Inspiradoras
Niña con una cortadora de césped | Fuente: Shutterstock
Niña con una cortadora de césped | Fuente: Shutterstock

Niña corta el césped de un vecino para comprar comida tras ver a su madre luchar por el sustento - Historia del día

Una niña escuchó a su mamá hablar sobre no tener suficiente dinero. Luego la pequeña salió de casa sola y se ofreció a ayudar a su vecino con su jardín. Su madre entró en pánico cuando notó que ella no estaba. Luego se sorprendió por lo que había hecho.

Publicidad

“Estoy pasando por un momento difícil en el trabajo, y es como si no pudiera concentrarme. También me mata no poder sacar a mi hija más a menudo o comprarle cosas simples como algodón de azúcar”.

“Nunca imaginé ser o sentirme tan inadecuada como madre”, escuchó Estela decir a su madre, Liza, por teléfono.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

La niña de cinco años no entendía la mayor parte de lo que estaba hablando su madre, pero recordó que Liza siempre decía que no cuando quería algo.

“No tenemos suficiente dinero en este momento, cariño. En otro momento”, solía responder su mamá. Estela no entendía muy bien el concepto de dinero, pero sabía que la gente lo usaba para comprar cosas y, al parecer, su madre no tenía mucho.

Publicidad

La niña continuó husmeando en la conversación de su madre. “Nunca imaginé perder a mi esposo. Ha pasado un año y todavía se siente como si hubiera sido ayer. Dios, no puedo creer que esta sea mi vida y que no pueda darle más a mi hija”, dijo la mujer.

Estela podía percibir las lágrimas en la voz de su madre, así que dejó de husmear y fue a la cocina. Allí estaba sentada Liza. Entonces se abrazó a su torso.

“Ay, hija. Me asustaste, cariño”, le dijo la mujer a la niña. “Tengo que colgar, Ana. Hablaré contigo más tarde”.

Después de que su mamá le colgó a su amiga, Estela habló. “Todo va a estar bien, mami. No necesito algodón de azúcar”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Publicidad

Su madre suspiró profundamente y le devolvió el abrazo a su hija. “Ay, mi cielo. No tienes que preocuparte por nada, ¿de acuerdo? Superaremos esto y te compraré todas las cosas que quieras y necesites pronto. Te lo prometo”.

Liza comenzó a preparar la cena y su hija dijo que se iba a su habitación a jugar. Sin embargo, la niña se escabulló de la casa. Había visto en la televisión que los niños conseguían trabajo con sus vecinos y tal vez, ella podría hacer lo mismo para sorprender a su madre.

“¡Sr. Fernández!”, dijo, mientras corría cruzando la calle hacia la casa de su vecino, Mario Fernández, que estaba sacando la cortadora de césped de su garaje.

“Hola, Estela. No deberías haber cruzado la calle sin mirar a ambos lados. ¿Necesitas algo?”, preguntó el hombre con curiosidad.

“¿Puedo cortar su césped?”.

“¿Qué?”. El vecino se rio.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Publicidad

“¿Puedo cortar su césped y usted me da dinero por eso?”, ofreció la niña.

El hombre se cruzó de brazos, pero su sonrisa permaneció en su lugar. “¿Por qué necesitas dinero?”.

“Quiero ayudar a mi mamá a comprar comida”, explicó la niña, moviéndose hacia la cortadora de césped. Era mucho más grande que ella y le sería imposible trabajar sola. Sin embargo, el vecino notó su determinación, por lo que decidió enseñarle y ayudarla a empujarla.

“¿Ve? ¡Lo estoy haciendo! ¡Lo estoy haciendo! ¡Yo también estoy trabajando!”, dijo la niña mientras aplaudía, emocionada, mientras cortaba el césped con la ayuda del hombre.

Pronto escucharon la voz desesperada de Liza llamando a su hija. “¡ESTELA! ¡ESTELA! ¡ESTELA!”.

El vecino y la niña se giraron y vieron a la mujer saliendo por la puerta principal y mirando a su alrededor. Ella los vio y corrió hacia ellos. “¡ESTELA! ¡Dios mío! ¡No puedes escabullirte de la casa así!”, dijo la madre, sin aliento.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Publicidad

“¡Mami, estoy trabajando! ¡El Sr. Fernández me va a pagar!”.

“¿Qué?”, preguntó Liza, confundida.

El hombre ilustró a la mujer sobre lo que su hija estaba tratando de hacer. Ella sintió que se le encogía el corazón al enterarse de que Estela quería ayudarla a comprar comida después de escuchar su conversación con Ana.

El gesto de su hija era muy hermoso, pero le partía el corazón que sintiera que eso era necesario. “Vamos a casa, cariño. Agradécele al Sr. Fernández por mantenerte a salvo”, dijo Liza, agarrando la mano de la niña.

“Espera un segundo”, dijo el vecino y sacó algunos billetes de un dólar de su bolsillo, ofreciéndoselos a Estela. “Toma. Por tu trabajo”.

“Mario, no tienes que…”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Publicidad

“Insisto”, la interrumpió, y la madre solo pudo sonreírle.

Estela se despidió de su vecino mientras caminaban hacia su casa. “¡Mami, voy a trabajar en otras casas y conseguir más dinero pronto! ¡No tienes que preocuparte!”, aseguró la niña.

Liza le sonrió a su hija mientras las lágrimas amenazaban con caer. Ella podía estar luchando financiera y mentalmente después de la muerte de su esposo, pero sabía que le estaba yendo bien como madre porque su hija era un sueño hecho realidad.

Unos días después, el Sr. Fernández llamó a su puerta y le ofreció a Liza un nuevo trabajo en su empresa. La oportunidad tenía una mejor paga y horarios flexibles que no se interpondrían con sus deberes maternales. Todo encajó perfectamente después de la fuga de Estela.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Publicidad

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Todos los padres se sienten inadecuados, pero es importante recordar que están haciendo lo mejor que pueden dadas las circunstancias. Liza se sentía terrible por las cosas que no podía ofrecerle a su hija. Sin embargo, se dio cuenta de que estaba haciendo un mejor trabajo de lo que había imaginado.
  • Los niños entienden y saben más de lo que imaginan sus padres. Liza no quería que su hija se enterara de sus problemas económicos, pero la pequeña lo sabía y decidió ayudar a su madre.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

Publicidad
Publicidad
Publicaciones similares