Pobre obrero se hace cargo de su hijo discapacitado él solo: un día se entera de que no es su hijo - Historia del día
Un hombre se esforzaba por criar a su único hijo, que nació con parálisis cerebral. Años más tarde, descubrió que no era el padre biológico del niño. ¿Seguiría criándolo o lo abandonaría?
Simón y Darío eran los mejores amigos. Hacían todo juntos. Cuando veías a uno, era evidente que el otro estaba cerca. Habían crecido juntos y su amistad continuó hasta la edad adulta.
Incluso se habían enamorado de la misma chica. Iris había sido amiga de los dos jóvenes durante años, pero no se había dado cuenta de que ellos estaban desarrollando sentimientos más profundos por ella.
Cuando los dos le confesaron su amor, la joven no supo qué hacer. ¿Cómo se suponía que iba a elegir entre sus mejores amigos? Afortunadamente, la elección no tuvo que hacerla ella cuando Darío se fue para unirse al ejército. Iris y Simón se quedaron en su pueblo y comenzaron una vida juntos.
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No era fácil para Darío aceptar que ella había elegido a su mejor amigo. Debido a esto, los dos jóvenes no se hablaron durante años. Simón e Iris siguieron adelante con sus vidas y formaron una familia. Estaban encantados de saber que iban a tener su primer bebé juntos.
La noticia se extendió por el vecindario como un reguero de pólvora. Lamentablemente, las cosas no salieron según lo planeado.
Una vez que llegó el bebé, Kevin, los nuevos padres se enteraron de que tenía parálisis cerebral. Los síntomas no se habían manifestado inicialmente, pero cuando el pequeño comenzó a crecer, se hizo evidente que tenía la afección.
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Iris no estaba dispuesta a criar a un hijo con esa condición y huyó, dejando a Simón a cargo del cuidado de su bebé sin ayuda. Ella nunca volvió a ver a su bebé y, años después, el padre de su hijo se enteró de que había muerto en un terrible accidente de tráfico.
Simón trabajaba en una construcción como obrero y el trabajo no pagaba mucho. Por otro lado, el tratamiento médico de su hijo le costaba un ojo de la cara. Le costaba llegar a fin de mes, pero hacía lo mejor que podía.
El hombre nunca se quejaba. Simón estaba empeñado en darle solo la mejor vida a su hijo. Su sueño para Kevin era que él fuera a la universidad.
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“Le hicimos algunas pruebas a Kevin”, dijo el médico, entregándole al padre del niño un sobre marrón con los resultados de la prueba. “Y parece que estamos progresando”.
Simón abrió el sobre con una sonrisa, pero esta se desvaneció tan pronto como vio los resultados de la prueba. “Doctor, esto no puede ser correcto. Su grupo sanguíneo es diferente al mío y al de su madre. ¿Qué significa eso?”.
“¿Está seguro?”, preguntó el médico, tomando los papeles de las manos del padre.
“Sí, doctor. Odio ser paranoico, pero ¿eso podría significar que Kevin no es mi hijo?”.
“Es posible, pero solo una prueba de ADN podría probarlo”.
Simón le dijo al médico que él y Kevin se harían una prueba de ADN. Y aunque esperaba estar equivocado, su instinto le decía lo contrario.
Pasaron unos días antes de que salieran los resultados, los días más largos de la vida del hombre. Finalmente, llegó el día y Simón corrió al hospital para recoger los resultados. Esperaba lo mejor, pero estaba preparado para lo peor.
Y cuando abrió el sobre, su corazón se hundió. Él y su hijo no coincidían. Kevin no era su hijo. ¡El niño que había criado solo durante los últimos 12 años no era su hijo! ¿Cómo era esto posible?
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Mientras estaba sentado en su casa esa noche, revolcándose en las penas de sus recientes descubrimientos, recordó cuán enamorado había estado Darío de Iris. ¿Podrían haber...?
“No, no creo que eso pueda ser. No habrían hecho eso a mis espaldas”, se consoló Simón.
Sin embargo, buscó su teléfono y marcó el número de Darío. Había pasado más de una década desde la última vez que habían hablado y sabía que su llamada sorprendería al hombre. Pero esto tenía que hacerse.
“¡Hola, Darío! Soy Simón. Sé que han pasado años desde la última vez que hablamos, pero necesitaba preguntarte algo”.
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“¡Simón! ¡Qué sorpresa! ¿Cómo has estado todos estos años?”.
Los viejos amigos conversaron durante un rato, poniéndose al día sobre sus vidas durante los últimos años, y una vez que estuvieron al día con la vida del otro, Simón planteó la pregunta difícil.
“Darío, esto puede parecer inapropiado, pero tú e Iris alguna vez... ¿sabes? Hice una prueba de ADN y Kevin no es mi hijo biológico”.
“Ah, Simón, lo hicimos antes de que me fuera al ejército, pero eso fue todo”.
“Bueno, es posible que sea tuyo”.
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Darío se quedó callado por un momento antes de admitir que, de hecho, Kevin podría ser su hijo. Era una verdad difícil de aceptar para Simón, pero ¿qué opción tenía?
Esa noche, Simón yacía en la cama sin poder dormir. Muchas cosas pasaban por su mente mientras daba vueltas y vueltas.
Había criado a Kevin como si fuera suyo, dedicando su vida a darle a su niño solo lo mejor. ¿Y ahora descubría que ni siquiera era su hijo? Fue un golpe duro. Pero ahora que sabía la verdad, decidió que sería mejor para Kevin crecer con su padre biológico.
Unos días después, Simón y su hijo llegaron a la casa de Darío.
Mientras estaban sentados en el auto, el hombre le explicó a su pequeño que el señor dueño de la casa en la que estaban a punto de entrar era su padre biológico. También le dijo que viviría con él a partir de ese día.
Cuando Darío los invitó a pasar, los dos antiguos amigos hablaron un rato antes de que Simón se disculpara y pidiera irse. Salió de la casa, subió a su auto y comenzó a conducir.
Pero luego, por su espejo retrovisor, vio a Kevin en su silla de ruedas, siguiendo al auto y aparentemente gritando. Inmediatamente detuvo el auto y escuchó al chico gritar: “¡Papá, no me dejes!”.
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Sabía que Kevin lo amaba, pero las palabras fueron inesperadas y le llenaron los ojos de lágrimas de alegría. Salió del auto y corrió hacia el niño, arrodillándose frente a él.
Lo abrazó y lloró sobre su hombro: “Ay, Kevin, lo siento. ¡Nunca más me alejaré de tu lado! Sé que no eres mío biológicamente, pero eres mi hijo, ¡y te amo!”.
Al mismo tiempo, Darío salió de la casa y se dio cuenta de la escena emotiva. Esperó un momento antes de hablar: “Lo siento, Simón. No sabía que Iris había quedado embarazada de mí. Pero estoy dispuesto a recuperar el tiempo perdido”.
Los dos acordaron que, dado que Simón ya estaba cuidando a Kevin, continuaría haciéndolo, y Darío se comprometió a pagar todos los tratamientos del chico, e incluso abrir un fondo para la universidad.
Era un alivio para Simón, y los dos amigos reavivaron su amistad. En cuanto a Kevin, bueno, ¿qué era mejor que tener dos papás que se preocuparan tanto por él?
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- El amor no proviene necesariamente de aquellos con los que estamos biológicamente relacionados: Iris abandonó a su bebé debido a su condición, pero Simón se quedó y lo amó incluso después de enterarse de que Kevin no era su hijo biológico.
- Siempre haz lo mejor que puedas por tus seres queridos: Simón se esforzaba por darle a su hijo una vida maravillosa, a pesar de tener un trabajo de salario mínimo.
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