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Una mujer trabajando duro en el gimnasio. | Fuente: Getty Images
Una mujer trabajando duro en el gimnasio. | Fuente: Getty Images

Chica se burla de mujer con sobrepeso en el gimnasio, luego se entera de que es su única forma de concebir hijos - Historia del día

Una mujer se avergonzó de sí misma por burlarse de una mujer obesa que se estaba esforzando en el gimnasio cuando descubrió que la mujer lo hacía para tener más posibilidades de tener hijos. Se reencontraron después de un par de años, pero en circunstancias muy diferentes.

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“Realmente quiero un hijo, doctora”, dijo Amanda llorando mientras su esposo la consolaba. “Lo hemos intentado todo. ¿Hay algo más que podamos hacer para concebir naturalmente? Estoy desesperada y haré todo lo que pueda”, agregó.

La médica de Amanda la había estado ayudando a ella y a su esposo a concebir naturalmente durante aproximadamente un año y estaba a punto de sugerir otros medios para que tuviera un bebé, como la fertilización in vitro o la subrogación.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Sin embargo, sabía cuánto deseaba Amanda quedar embarazada de forma natural, por lo que estaba decidida a agotar todas las opciones antes de ofrecer otros métodos.

“Lamento que haya sido difícil para ti, Amanda”, respondió la doctora Herrera. “Hay una cosa más que puedes intentar, pero por favor, tómalo a la ligera y no creas que estoy tratando de ofenderte”, agregó.

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"Lo que sea, doctora. Sé que solo quiere lo mejor para nosotros. Por favor, dígame qué más tendría que hacer...”, dijo la mujer desesperada.

“Los estudios han demostrado que perder peso puede ayudar a concebir. Esto y llevar un estilo de vida más saludable”, explicó la doctora Herrera. “Si quieres, tal vez puedas ir al gimnasio o salir a caminar para perder, digamos, unos 10 kilos... podría funcionar para ti”, sugirió.

A Amanda no le molestó la sugerencia de la doctora Herrera. Sabía que había engordado a causa del estrés y quería perder algo de peso, con o sin un bebé en escena.

Entonces, la mujer estaba decidida a esforzarse para perder al menos 10 kilos. Obtuvo una membresía en un gimnasio y se inscribió en un programa diario de entrenamiento y nutrición que se estableció para ayudarla a alcanzar sus objetivos de peso.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Un día, Amanda tomó la última máquina elíptica disponible, cuando una mujer delgada que la seguía poco después se burló. “Qué desperdicio de espacio en la elíptica”, murmuró la chica. “¡Como si alguna vez fuera a ser esbelta!”.

Amanda cerró los ojos al escuchar esto, respiró hondo y trató con todas sus fuerzas de no devolverle el tiro a la mala mujer. Aunque lo intentó, no pudo evitarlo. Volteó y se bajó de la máquina.

“¡Lo siento! ¡Lo estoy intentando!”, gritó. “¡Esta es la última oportunidad para mí de tener hijos!”, dijo antes de salir del gimnasio llorando.De vuelta a casa, la mujer no pudo evitar seguir llorando en el sofá. No podía entender cómo la gente podía ser tan mala y cómo no podían simplemente ocuparse de sus propios asuntos.

Su esposo, Alfredo, la vio sollozar en el sofá e inmediatamente corrió a su lado. “Amanda, cariño, ¿qué pasa?”, preguntó. “¿Por qué lloras? ¿Te lastimaste?”.

Amanda negó con la cabeza. “Una chica mala en el gimnasio se burló de mí por usar uno de los equipos. ¿Qué hice para merecer esto? Para empezar, no quería estar gorda. Por eso estaba en el gimnasio, tratando de arreglar mi situación”, dijo llorando.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Alfredo se sintió mal por su esposa porque sabía lo insegura que se sentía sobre el peso que había ganado. Independientemente de lo que otras personas pensaran de ella, él creía que era la mujer más hermosa del mundo y nada iba a cambiar eso.

De la misma manera que Alfredo veía a Amanda hermosa, quería que ella también lo viera por sí misma. Por lo tanto, estaba decidido a ayudarla a lograr sus objetivos de pérdida de peso.

“Adelante, llora todo, cariño. Pero después de eso, no derrames más lágrimas por las chicas malas del gimnasio. ¡Se lo demostraremos!”, dijo él, todavía consolándola mientras ella lloraba con todo su corazón.

A la mañana siguiente, Alfredo se despertó a las 6 de la mañana para prepararle un desayuno saludable. Los dos disfrutaron de un simple desayuno matutino antes de salir a correr juntos al parque del vecindario.

“Gracias por pasar tiempo conmigo antes del trabajo, cariño”, agradeció Amanda a su esposo. “Espero que no quedes demasiado cansado para ir a trabajar”, dijo preocupada.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Alfredo negó con la cabeza. “¡Para nada! Me siento lleno de energía ahora. Esa fue la mejor manera de comenzar mi mañana”, le aseguró a su esposa. “¡Hagámoslo todos los días si podemos!”.

Amanda se sonrojó por lo dulce que estaba siendo su marido. De repente se sintió más hermosa en su propia piel y se sintió motivada a esforzarse más para poder alcanzar sus objetivos.

Esa tarde, antes de irse a casa, Alfredo visitó otro gimnasio cercano. Decidió conseguirle a Amanda una nueva membresía para que ya no tuviera ver a la mujer mala que se burlaba de ella.

La mujer agradeció todos los esfuerzos de su esposo y usó eso como motivación para volver a estar en forma. Alfredo la apoyaba todo el tiempo y ella perdió 20 kilos en un año.

Cuando Amanda y su esposo regresaron con la doctora para su chequeo de rutina, no pudieron creer su suerte. “¿Están listos?”, les preguntó la doctora Herrera.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¿Listos para qué, doctora?”, le preguntó Amanda.

“Ser padres... ¡el momento que han estado esperando finalmente está aquí!”, compartió la doctora emocionada.

“¡¿Qué?!”, dijo Alfredo con incredulidad. “¡¿Estamos embarazados?!”.La doctora asintió con la cabeza. “¡Felicitaciones! El análisis de sangre muestra que están esperando un bebé”, dijo antes de abrazar a Amanda y a Alfredo, quienes lloraban de alegría.

“¡Gracias, doctora! ¡No puedo creer esto! ¡Gracias, Dios!”, dijo Amanda, aun llorando, feliz de que finalmente fueran a tener un hijo propio.

“No puedo esperar para ser papá. Gracias, cariño, por llevar nuestra pequeña bendición. Los quiero mucho a los dos”, dijo Alfredo. Luego besó en la mejilla a su esposa.

Amanda era extremadamente cuidadosa durante su embarazo para asegurarse de que su bebé estuviera sano y salvo en su matriz.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Se quedaba en casa y sólo salía a dar pequeños paseos por el parque o a comprar cosas para la guardería. Se aseguraba de mantenerse activa haciendo ejercicios seguros para el embarazo, aumentando su amor por hacer ejercicio.

Ella y Alfredo se hicieron más cercanos en esos nueve meses de embarazo. Escogieron la mejor ropa de bebé para la guardería y llenaron los armarios con las prendas más lindas.

En su semana 39, Amanda entró en trabajo de parto y se preparó para dar a luz. “Todo saldrá bien, cariño”, le aseguró Alfredo. “Estoy aquí contigo”.

La mujer y su esposo pasaron dos largas horas en la sala de partos antes de estar finalmente listos para dar a luz a su querida hija. “Fuiste hecha para esto, cariño”, le decía Alfredo a Amanda. “Nuestra pequeña niña estará con nosotros pronto. ¡Aguanta!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Después de respiraciones profundas, gritos y de pujar dos veces, Amanda dio a luz a una niña saludable a la que llamó Amelia. “Hola, mi dulce niña”, susurró Amanda mientras hacían contacto piel con piel. “Mami y papi te han estado esperando”, dijo llorando.

Los padres de la recién nacida estaban absolutamente enamorados de su hija, y se tomaron una licencia de maternidad y paternidad de dos meses en sus trabajos.

Invertían todo su tiempo en su pequeña sin la ayuda de nadie más, conquistando noches y madrugadas con el amor como combustible.

Una vez que terminó la licencia de maternidad de Amanda, sabía que no podría volver a su trabajo de secretaria corporativa.

No solo consumiría mucho de su tiempo, sino que también sería demasiado trabajo para ella. Entonces, decidió cambiar de carrera para hacer de su familia su prioridad.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Ahora, equipada con el conocimiento de la quema de grasa y la pérdida de peso efectivos, Amanda decidió que quería convertirse en entrenadora. Tomó clases para mejorar su oficio y obtener la certificación como entrenadora de gimnasio.

Cinco años pasaron rápidamente. Ahora la madre trabajaba como la mejor entrenadora de pérdida de peso en su gimnasio local. Acababa de terminar de llevar a Amelia a la escuela y la recepcionista le dijo que tenía una nueva clienta.

Tan pronto como la nueva clienta cruzó la puerta, Amanda la reconoció al instante. Era la mujer que se había burlado de ella en el gimnasio unos años atrás, pero ella misma había ganado peso.

Amanda sabía que no debía confrontar a la mujer. Sabía que la chica ya se sentía mal por el mismo motivo que lo hacía ella antes. En cambio, le preguntó cómo podía ayudarla. “¿En qué te gustaría trabajar?”, dijo Amanda.

“Estoy desesperada, entrenadora”, dijo la mujer. “¡Engordé demasiado en cinco años y no puedo recuperar mi peso anterior! ¡Extraño mi cuerpo sexy!”, se quejó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Amanda hizo una pausa por un momento, tratando de decidir cómo quería responder. Luego, supo que le daría una lección a la mujer al recordarle lo que había hecho en el pasado, sin confrontarla ni ofenderla: “¿Quieres volver a ser esbelta?”, le preguntó.

Los ojos de la mujer se agrandaron. “¡No puede ser!”, dijo, sorprendida. Miró bien a Amanda y también la reconoció. “¡Es increíble, entrenadora! ¡Perdiste todo tu peso!”.

Amanda se encogió de hombros. “Eso es lo que me pasa cuando la gente se burla de mí en el gimnasio. Me motiva y pierdo peso”, se rio, tratando de aligerar el ambiente.

La mujer miró a Amanda con mucha culpa en sus ojos. Miró hacia abajo antes de disculparse por cómo se había comportado años atrás.

“Lo siento, entrenadora. Realmente lo siento. Cuando te fuiste ese día, me sentí muy mal... Supongo que este es mi karma”, dijo la chica con seriedad. “Por favor, ayúdame a perder peso. Quiero ser como tú”, suplicó la mujer.

Amanda negó con la cabeza y le aseguró a la mujer, que se presentó como Cristina, que no había resentimientos entre ellas. “Estamos en un nuevo comienzo”, dijo. “Vamos, construyamos tu programa para ti. No es demasiado tarde”, le aseguró la entrenadora.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Es cierto que no era demasiado tarde para Cristina. Después de un año como su entrenadora, Amanda logró que perdiera 20 kilos.

La mujer estaba muy agradecida por la ayuda de su entrenadora, tanto, que la recomendó a todas sus amigas del vecindario y se inscribió en otro programa, esta vez para mantener su peso y, con suerte, perder algunos kilos más.

Pronto, Amanda se convirtió en una reconocida entrenadora que tenía una lista de espera de dos páginas de personas que querían ingresar a su programa de entrenamiento y nutrición.

Estaba agradecida con Cristina por su buena recomendación, y las dos se hicieron muy buenas amigas que pasaban el rato incluso fuera del gimnasio.

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Siempre sé amable con las personas que conoces, porque nunca sabes por lo que están pasando: Cristina se burló de Amanda por tratar de perder peso sin saber la verdadera razón por la que estaba esforzándose tanto. Al final, se dio cuenta de lo cruel que había sido con Amanda y se sintió mal por su reacción.

  • Cosechas lo que siembras: Cristina se burló de Amanda por ser gorda, y terminó ganando peso ella misma después de un par de años. Terminó solicitando la ayuda de Amanda, sin darse cuenta de que era la misma persona de la que se había burlado unos años antes en el gimnasio.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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