Chico rompe la ventana de un auto para salvar a perro que se asfixia, luego recibe invitación para comparecer ante la corte - Historia del día
Mientras caminaba, un chico escuchó el gemido de un perro que estaba encerrado en un automóvil. Al no encontrar al dueño, decidió romper el vidrio de la ventana para salvar la vida del canino, sin imaginar que su buena acción lo metería en problemas.
Daniel siempre había sido muy cariñoso y protector con los animales en la calle. Había querido tener un perro como mascota toda su vida, pero sus padres nunca le permitieron tenerlo.
Aunque no lo disuadieron de acariciar a cualquier animalito, tener uno en casa era un lujo que no podían permitirse. Debido a eso, Daniel comenzó a trabajar como voluntario en un refugio de animales local, donde pasaba horas con sus amigos peludos.
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Como parte de su deber, Daniel visitaba a menudo la farmacia veterinaria para comprar medicamentos para animales enfermos, utilizando el dinero de las donaciones. Durante una de sus visitas, un evento inusual lo metió en problemas.
El jovencito debía cruzar el estacionamiento de la farmacia para llegar a la entrada. Ese día en particular, el sol era abrasador, y podía sentir que su piel ardía mientras caminaba.
Cuando estaba a punto de entrar a la farmacia, escuchó un débil gemido. "¿Es un perro?", se preguntó y giró la cabeza para ver si había alguno alrededor.
Escuchó el mismo sonido nuevamente unos segundos después, pero esta vez era fuerte y continuo. "¡Oh, sí, es un perro!", pensó. Esta vez, localizó el origen del sonido, y sin dudarlo se digirió hasta el lugar. Era una camioneta blanca, y el perrito estaba en el asiento trasero.
"¿Qué haces encerrado allí?", preguntó Daniel antes de intentar abrir la puerta del auto, sin éxito. Luego, miró alrededor para ver si el dueño estaba cerca, pero no encontró a nadie.
"Tenemos que sacarte de aquí, amigo", le dijo al perrito, que respiraba rápidamente por la temperatura en el interior del vehículo, mientras yacía sobre el asiento de cuero. "Debe estar sofocándose. ¡Necesito sacarlo!", se dijo.
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Intentó activar la alarma del auto pateando las llantas, golpeando la carrocería e intentando abrir las puertas, pero nada funcionó. "¿Qué puedo hacer?", se preguntó.
De pronto, vio una roca del tamaño de una pelota de fútbol. Sin pensarlo dos veces, Daniel levantó la pesada piedra y rompió la ventana de la camioneta. Luego, deslizó cuidadosamente su mano dentro, abrió la puerta y con mucha delicadeza cargó al perro.
"¡Vamos, amigo! Tienes que ver a un médico", dijo, y se apresuró al refugio con el animalito en brazos. Al llegar, le pidió al veterinario que lo revisara. "¿Estará bien?", preguntó Daniel.
"Sí, Daniel. Tu pequeño amigo está deshidratado y su temperatura está muy alta", respondió el veterinario. "Debo decir que lo rescataste en el momento adecuado. De lo contrario, podría haber muerto por asfixia y golpe de calor".
Daniel respiró aliviado antes de agradecer al doctor. Ayudó a refrescar el cuerpo del animalito, he intentó hacerlo tomar agua hasta que poco a poco logró que se recuperara.
"Volvamos a la farmacia, ¿está bien?", le dijo al perro y alborotó su pelaje castaño.
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Después de caminar unos minutos con el perro en brazos, Daniel llegó al estacionamiento de la farmacia. Sin embargo, lo que vio allí fue algo que no esperaba.
Un hombre de mediana edad estaba parado cerca de la camioneta, señalando los vidrios rotos y gritando al personal de la farmacia. Estaba furioso porque alguien había roto la ventana y se había llevado a su perro, pero no sabía quién lo había hecho.
"Aquí está su perro. Lo llevé a…", intentó explicar mientras mantenía a su nuevo amigo peludo en sus brazos, antes de que el dueño del perro comenzara a gritarle.
"¿Cómo te atreves a dañar mi auto y robar mi perro? ¿Qué creías que estabas haciendo?", gritó el hombre.
"Mire, señor, solo estaba tratando de ayudar a su perro", explicó Daniel. "Lo dejó en el auto con todas las ventanas cerradas y la temperatura adentro era de más de 40 grados. Estaba a punto de morir cuando lo vi".
"¡Nadie pidió tu ayuda!", espetó el hombre. "¡Solo fui a la farmacia por cinco minutos y rompiste mi ventana! ¡Eres un mentiroso! ¡Eres un ladrón!".
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"Señor, soy voluntario en el refugio cercano, así que llevé a su perro allí", respondió Daniel con calma. "Puede preguntarle al veterinario. Revisó al perro y dijo que lo llevé en el momento adecuado".
El hombre puso los ojos en blanco y puso a su perro en el asiento trasero antes de sentarse en el asiento del conductor. Luego le dio a Daniel una mirada de enojo y se alejó.
Más tarde ese día, todos en el refugio elogiaron a Daniel por haber salvado al perro de la muerte. Sin embargo, cuando fue a casa y se lo contó a su madre, ella dijo que no debió haber roto la ventana del auto.
"Mamá, no podía dejar que el perro muriera allí", le explicó a su madre.
"Lo sé, pero el hombre debe estar muy enojado. Dañaste su costosa camioneta, cariño", dijo la madre de Daniel. "No deberías haber hecho eso".
"No tenía otra opción, mamá", respondió Daniel.
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Una semana después, cuando Daniel llegó a casa, su madre le dijo que habían recibido una carta de la corte que decía que el dueño del auto había presentado una demanda contra él.
"Te lo dije, Daniel. ¡No debiste haber roto la ventana!", dijo su madre. "¿Cómo vamos a pagar esta enorme multa? ¡Ni siquiera tenemos suficiente dinero para llegar a fin de mes!".
Daniel leyó el aviso de la corte y se sintió muy culpable. Aunque se sentía terrible, también sabía que no podía haber dejado morir al perro.
Al día siguiente, Daniel y su madre hablaron con un abogado sobre el caso. El abogado no les cobró honorarios, pero les dijo que necesitaban probar que el hombre había dejado al perro dentro del auto cerrado por demasiado tiempo.
Se despidieron del abogado, cargados de preocupación. Daniel sabía que no había nadie alrededor cuando había rescatado al perrito de una muerte segura.
Ese día le tocaba trabajar en el refugio, y tuvo que ir nuevamente a la farmacia. Sus pensamientos estaban en lo ocurrido, y cuando llegó al estacionamiento vio una cámara de circuito cerrado de televisión.
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"¡Evidencia! ¡Puedo usar esto como evidencia!", pensó y corrió hacia la sala de seguridad de la farmacia. Allí, le pidió al personal que le mostrara la grabación de la semana anterior.
"¡Sí! ¡Sabía que estaba mintiendo!", exclamó después de ver las imágenes que mostraban que el hombre había dejado al perro en su automóvil durante más de una hora.
"¿Pueden proporcionarme una copia de este video? Lo necesito para fines legales", explicó Daniel al personal.
Cuando regresó a casa con las imágenes de la cámara de seguridad, se las mostró a su madre en su vieja computadora de escritorio.
"¡Mira, mamá! ¡Las imágenes prueban que está mintiendo!", dijo antes de que su madre lo abrazara y lo felicitara por haber obtenido la prueba. "¡Estoy tan orgullosa de ti!", le dijo.
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Al día siguiente, Daniel y su madre le mostraron las imágenes de la cámara de seguridad a su abogado y así ganaron el caso contra el hombre. Después de que el video demostró que había mentido, el juez ordenó a las autoridades que le quitaran el perro.
Unas semanas más tarde, los trabajadores de bienestar animal dejaron al perro en el refugio donde trabajaba Daniel y se les pidió que lo cuidaran hasta que alguien lo adoptara.
"Mamá, ¿podemos adoptarlo?", le preguntó Daniel a su madre esa noche. "Él llegó al refugio hoy".
"Oh, hijo. Sabes que no tenemos suficiente dinero para alimentarlo", respondió ella.
"Mamá, no te preocupes. Lo resolveremos", dijo Daniel. "Le pediré a los administradores del refugio que me ayuden a alimentarlo. ¡Y lo llamaré Max! Por favor, dime que sí".
Dos días después, Daniel trajo a Max a casa. Su madre le permitió quedarse con él como recompensa por su amable acto. Se sintió inmensamente orgullosa de su hijo por cuidar a los animales en un mundo donde algunos pueden llegar a ser tan crueles con ellos.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Las buenas acciones son recompensadas de una forma u otra: Daniel recibió una notificación judicial por dañar el automóvil del hombre, pero no solo pudo probar que había actuado bien, sino que su madre lo recompensó por su gran corazón.
- Las mascotas no son objetos, son seres vivos que merecen amor y cuidados de por vida: El dueño del perro lo dejó encerrado en el vehículo sin ventilación en un día caluroso, exponiéndolo a una muerte segura. Por suerte, Daniel llegó a tiempo para salvar su vida. Sin embargo, son muchos los que no tienen esa suerte.
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