Adolescente pobre deja la universidad de sus sueños para cuidar a su abuela: luego se convierte en dueño de hotel 5 estrellas - Historia del día
A pesar de su fuerte deseo de asistir a la universidad, un adolescente renuncia a ella para poder estar al lado de su abuela en sus últimos días. Al final, es bendecido por su amable acto con algo inesperado.
Una expresión de tranquilidad se pintó en el rostro de Carlos cuando su abuela, Ruth, se quedó dormida. Desde que había recibido aquel terrible diagnóstico, casi no descansaba.
El médico había dicho que, con buenos cuidados, podía vivir por alrededor de un año, y Carlos se estaba esforzando mucho por ofrecérselo.
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Escuchó el sonido de notificación de mensaje en su teléfono. Se hundió pesadamente en la cama, mirando el techo por un rato. Cerró los ojos y trató de dormir, pero no funcionó.
Finalmente, revisó el mensaje. Era de su novia, Clara. “Hola, cariño. ¿Cómo está la abuela Ruth? Estaré allí este fin de semana. ¿Quieres que les lleve algo?”, decía.
“Gracias cariño, no necesitamos nada. Ella está bien. Nos vemos”, respondió y puso el teléfono en silencio.
Solo con sus pensamientos nuevamente, Carlos no pudo evitar recordar cómo su vida había dado un giro extraño...
Carlos siempre fue un estudiante destacado, tanto en lo académico, como en los deportes. Además, era un adolescente muy trabajador. Su abuela lo había criado desde que tenía diez años, cuando perdió a sus padres en forma trágica.
Ella le había enseñado a dar lo mejor y ser responsable y eso había hecho siempre. Fue el mejor de su clase y hacía todo para ver una sonrisa de orgullo en el rostro de Ruth. Pero luego, muchas cosas cambiaron.
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Poco después de que Carlos fuera admitido en la universidad de sus sueños con una beca, la salud de Ruth comenzó a deteriorarse. Él había derramado sangre, sudor y lágrimas para lograr el ingreso, pero ahora solo importaba su abuela.
“¡Vaya! ¡No seas tonto! ¿Olvidaste que soy la misma dama de hierro que te crio?”, dijo Ruth con una sonrisa débil. “Voy a estar bien”.
El médico suspiró. “¿Podría disculparnos un momento, señora Levy? Me gustaría hablar con Carlos en privado”, dijo.
Ruth salió de mala gana de la habitación y fue entonces cuando el médico le dio la mala noticia a su nieto. “Mira, Carlos, no voy a endulzarlo. En este punto, hay pocas posibilidades de que el tratamiento sea efectivo. Un año es todo lo que tiene. Si yo fuera tú, no la dejaría sola”.
El rostro de Carlos estaba pálido cuando salió de la habitación y Ruth supo rápidamente que algo andaba mal.
“Puedes llevarme a un asilo, ¡pero no quiero que renuncies a nada por mí!”, dijo levantando la voz. “¿Me escuchaste?”.
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“Abuela…”, dijo Carlos con tristeza. “Está bien. Tengo que estar allí para ti. No puedo dejarte así”.
“No estoy hablando de esos costosos hogares de ancianos. ¡Sabes que también hay algunos baratos! ¡Envíame allí! ¡Eso es lo mejor!”, dijo como si no hubiera escuchado nada.
Su nieto lloró y la abrazó. “Tengo el resto de mi vida para hacer lo que quiera, abuela. ¡El doctor dijo que un año es todo lo que tienes! Quiero estar ahí para ti... ¡Hasta tu último aliento!”.
A pesar de la renuencia de su abuela, Carlos renunció a su cupo y beca universitaria. Durante los meses siguientes, se dedicó con esmero y cariño a Ruth, quien iba apagándose ante sus ojos.
Carlos terminó quedándose dormido esa noche y solo se despertó con el molesto ruido del despertador a la mañana siguiente. Se lavó la cara y fue a ver a Ruth. Afortunadamente, ella aún dormía pacíficamente.
Le preparó el desayuno y le dejó una nota en la mesa del comedor. “Me voy al trabajo, abuela. Estaré en casa pronto. Le pedí a la señora Murillo que te cuide”.
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Después de sacrificar sus sueños y una carrera en administración de empresas, Carlos comenzó a trabajar en un hotel local como limpiador para ganarse la vida. Necesitaba mantenerlos, y ese era el único trabajo que podía conseguir sin un título.
Pasaba el día trabajando y volvía a casa con Ruth, la alimentaba, arreglaba su cama y la cuidaba hasta que se dormía. Se relajaba frente al televisor y conversaba por mensaje con Clara.
Su novia pasaba la semana en la universidad, y cuando sus compromisos se lo permitían, visitaba a Carlos y a la abuela Ruth. Ambos tenían la firme creencia de que su relación se mantendría firme en la distancia.
Pasaron los meses y una mañana, Carlos encontró a su abuela sin vida. Había fallecido mientras dormía. Él se encargó de los arreglos de su funeral y se despidió de ella. “Te extrañaré, abuela”, dijo entre lágrimas.
Poco podía imaginar que años más tarde estaría de pie junto a su tumba, como un orgulloso propietario de un hotel de 5 estrellas...
Tras la muerte de Ruth, su casa fue transferida a su nombre. Carlos nunca hubiera considerado convertirlo en un hotel si Clara no se lo hubiera propuesto.
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“Tengo un título en negocios”, le comentó ella. “Sé que juntos podríamos hacerlo funcionar. Creo que deberíamos intentarlo. ¿Qué opinas?”.
Carlos encontró la idea interesante. Empezó a trabajar en ello haciendo reparaciones en la casa por su cuenta, pero sin capital avanzaba lentamente. Fue entonces cuando el padre de Clara los apoyó. Les prestó dinero para las remodelaciones.
Después de dos años de arduo trabajo, el hotel finalmente estuvo listo. El negocio fue lento al principio, pero finalmente prosperó. De pie en el vestíbulo de su ahora hotel de 5 estrellas, Carlos recordó con cariño la sonrisa orgullosa de Ruth.
Después de décadas de arduo trabajo, sus esfuerzos y los de Clara produjeron resultados sorprendentes. Muy en su interior, Carlos sabía que su abuela lo acompañaba a cada paso y jamás se arrepintió de dejar sus sueños por cuidarla.
“Gracias, abuela”, le dice a Ruth cada vez que visita su tumba. “Sin tu amor, no estaría aquí, ni habría logrado tantas cosas”.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Los abuelos son una bendición en nuestras vidas: Ruth crio a su nieto con valores y mucho amor y cuando lo necesitó, él no dudó en sacrificar todo por cuidarla en sus últimos días.
- Cuando se sacrifica un sueño, la vida te puede sorprender con algo mejor: Carlos renunció a sus sueños para estar ahí para su abuela. Luego, tuvo la oportunidad de tener un negocio exitoso, aún sin un título universitario.
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