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Niño mirando un horno | Foto: Getty Images | Shutterstock
Niño mirando un horno | Foto: Getty Images | Shutterstock

Niño hornea galletas para comprar el regalo de Navidad para mamá después de que papá los abandonara - Historia del día

“¿Por qué estás vendiendo galletas, cariño?”, le preguntó una madre a su hijo después de enterarse de que los vecinos le compraron galletas. “Mamá, quiero comprarme un nuevo juego”, mintió. Quería ganar dinero para algo que aún no podía contarle a su madre.

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Desde que el padre de Ben los dejó repentinamente a él y a su madre, Julia, un día, el niño de 11 años la veía llorar a menudo. Él no tenía idea de por qué su padre los había abandonado. Todo lo que sabía era que su mamá estaba desconsolada y se sentía triste sin él.

Todos los años en Navidad, Julia organizaba una cena para sus amigos y familiares, y todos llevaban regalos. Sin embargo, esta vez no planeaba hacer nada especial porque todavía no podía procesar que su esposo la había abandonado.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Está bien, mamá. De todos modos, quiero pasar la Navidad solo contigo”, le dijo Ben a su madre cuando ella le dijo que no organizarían una fiesta este año. Quería hacer algo por ella para que no extrañara a su padre.

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“¿Qué tengo que hacer?”, se preguntó Ben. Cuando pensó en comprarle un regalo a Julia, se le ocurrieron muchas cosas, pero el problema era que no tenía dinero.

Como Ben aún era un niño, no había mucho que pudiera hacer para ganar dinero en tan poco tiempo. Hacer un trabajo a tiempo parcial o trabajar como cargador estaba fuera de discusión. Tenía que pensar en otra forma de ganar dinero.

“¡Tengo una idea!”, pensó Ben, y luego fue a la casa de su amiga al lado. “¡Oye, María! Tú sabes cómo hornear galletas, ¿verdad?”, le preguntó.

“Sí, Ben. ¡Sé cómo hacer las mejores galletas con chispas de chocolate!”, exclamó la niña. “¿Quieres probarlas?”.

“Eso es genial”, dijo Ben. “Ahorita no quiero, pero quiero aprender a hornearlas”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¿En serio? Creo que mi mamá debería enseñarte. ¡Ella es una profesional!”.

“Está bien, vamos a preguntarle cuándo puede enseñarme”, dijo él.

Después de que Ben habló con la madre de María y le dijo por qué quería aprender a hornear galletas, ella accedió instantáneamente a enseñarle y le pidió que volviera al día siguiente.

El niño tardó tres días en aprender a hornear galletas sin quemarlas. La madre de María le dijo cómo usar el horno de manera segura e incluso se ofreció a ayudarlo a hornear algunas tandas de galletas, pero él se negó.

“Quiero hornearlas todas yo solo”, le dijo.

Durante los siguientes días, Ben horneaba galletas mientras Julia estaba en el trabajo y se las vendía a sus vecinos. “Las vendo para comprarle un regalo a mi mamá”, les decía a todos.

Cuando los vecinos de Ben supieron por qué estaba vendiendo galletas, comenzaron a darle más dinero como propina. Él agradecía a todos sus clientes por su generosidad.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Aunque la mayoría de los vecinos le dijeron a Ben que no le contarían a Julia su secreto, ella se enteró de que su hijo estaba vendiendo galletas a sus espaldas.

“¿Por qué estás vendiendo galletas, cariño?”, le preguntó Julia a su hijo un día.

“Quiero comprar un juego para mí”, mintió Ben. “No quiero que tú me des el dinero porque tengo la edad suficiente para ganármelo”.

“¿Entonces eres un hombre grande ahora?”, preguntó Julia riendo entre dientes.

“Está bien. No evitaré que las vendas”.

“¡Uf! Gracias a Dios que no me dijo que dejara de vender galletas”, pensó Ben. Le tomó otro día ganar el dinero que necesitaba.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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La semana siguiente, Ben fue a la tienda por departamentos cercana y entró en el pasillo de la joyería. Allí, escogió un collar de corazón de plata para su madre. Lo había visto la última vez que estuvo allí con Julia y planeó comprárselo.

Lo que hacía especial al colgante era que se abría como un libro y tenía espacio para poner imágenes diminutas.

“Pondré mi foto en un lado y la foto de mamá en el otro”, dijo.

También compró una caja de chocolates con el dinero sobrante y escondió el regalo en su armario para que su madre no lo supiera. Esperó hasta la víspera de Navidad para dárselo.

“¡Hola mamá!”, le dijo Ben a su madre, que estaba sentada junto a la chimenea en Nochebuena.

“Hola, cariño”, dijo Julia secándose las lágrimas. “Ven a sentarte conmigo”.

“Está bien. Pero primero, quiero darte algo”, dijo Ben.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¿Darme algo? ¿Qué es?”, dijo Julia mientras su rostro se iluminaba.

Luego, Ben sacó el colgante de su bolsillo y lo puso en la caja de bombones antes de entregarle el regalo a Julia. “Abre el colgante”, dijo él.

Cuando ella lo abrió no pudo evitar sonreír al ver sus fotos. “¡Esto es muy lindo, Ben! ¡Muchas gracias!”.

“Mamá, quiero que sepas que siempre me quedaré contigo”, dijo el chico tomando la mano de su madre. “Me siento muy triste cuando te veo llorar, y siempre he deseado poder hacer algo para que te sientas mejor”.

Julia abrazó a su hijo y le dijo: “Sé que nunca me dejarás. Te amo, Ben”.

“Yo también te amo, mamá”, respondió el chico.

Ese día, Julia le prometió a su hijo que no lloraría pensando en el pasado y le dijo que siempre usaría el collar que él le regaló.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Los niños tienen intenciones puras: Aunque Ben era un niño de 11 años que no sabía por qué su padre había dejado a su madre, podía sentir que su mamá estaba triste y quería comprarle un regalo para animarla.
  • Siempre apoya a las personas que desean brindar felicidad: Cuando los vecinos de Ben supieron por qué vendía galletas, le dieron dinero extra para ayudarlo a recaudar lo suficiente sin esforzarse demasiado. Mostraron un apoyo adicional porque sabían que sus intenciones eran puras.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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