Mujer busca a su hijo adoptivo desaparecido y halla cartas de la madre biológica debajo del colchón - Drama del día
Un día, los padres adoptivos de Tomás no podían encontrarlo y temían que se hubiera escapado de casa. Pero lo que descubrieron fue una conmovedora historia de reconexión.
Hannah y Kevin habían intentado durante años tener un bebé. Desafortunadamente, descubrieron que no sería posible, por lo que decidieron adoptar.
Después de visitar varios refugios, conocieron a un niño de dos años llamado Tomás. Una niñera allí reveló la trágica historia del pequeño.
“Su madre, Layla, lo dejó aquí porque vive en la pobreza y el padre de Tomás es maltratador. No sabemos si volverá”, les había explicado la niñera.
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Hannah y Kevin sintieron una conexión con Tomás, lo adoptaron, y comenzaron a llamarlo Tom para abreviar. Durante su infancia lo criaron con amor y bondad. También lo adoraban en su escuela.
El chico nunca faltaba a clases y, con frecuencia, socializaba con sus compañeros. Un día, Hannah fue a la escuela a recogerlo después de clases.
Curiosamente, no estaba hablando con sus amigos en la puerta donde solían pasar el rato mientras esperaban que los recogieran.
“Seguramente algún maestro está hablando con él o algo así”, pensó Hannah. Para su sorpresa, el amigo de Tom, Alex, se acercó a la ventanilla de su auto.
“Hola, Sra. Hannah. Es extraño verla aquí. No hemos visto a Tom en todo el día y nos preguntábamos si estaba enfermo”, dijo el jovencito.
La madre se angustió y le dijo a Alex que pensaba que su hijo había estado en la escuela todo el día. Hannah llamó inmediatamente a Tom, pero la atendía el contestador.
Después intentó comunicarse con Kevin. “¡Llama a la policía y diles que no sabemos dónde está Tom! Voy camino a casa. Revisaré los parques que están de camino”, le dijo con voz temblorosa.
Revisó en los parques y las tiendas cerca de su casa, pero no lograba encontrar a Tomás en ninguna parte. Hannah regresó a casa y comenzó a revisar allí.
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El chico no había dejado ninguna nota o indicación de que estaría en otro lugar que no fuera la escuela. “Tal vez deberíamos revisar su habitación para ver si encontramos alguna pista”, sugirió Kevin.
Mientras revisaban, Hannah encontró algo extraño debajo de su cama. Descubrió varias cartas que habían sido enviadas desde una base militar cercana.
Cada carta era de una mujer llamada Layla. “Reconozco ese nombre. Esta es su madre biológica, ¿recuerdas?”, le dijo Hannah a Kevin.
En la carta más reciente, Layla invitaba a Tom a ir a verla al parque de diversiones local. Decía que era urgente. Hannah comenzó a preocuparse aún más.
“¿Y si está planeando irse con ella o algo así? Tenemos que ir ahora mismo y encontrarlo”, dijo la mujer.
El teléfono de Tom continuaba apagado y la policía todavía no lo había encontrado. Hannah y Kevin se apresuraron al parque de diversiones. Había poca gente en el sitio porque era un día de semana.
No había señales de Tomás o de Layla, pero Kevin convenció a un guardia de seguridad para que revisara las cámaras de vigilancia. Las imágenes mostraban a Tom y a Layla en la entrada principal del parque de diversiones.
Ambos estaban comiendo pasteles. Unos minutos más tarde, los dos entraron juntos en un taxi y se fueron del lugar.
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“Retroceda eso un minuto, por favor”, pidió Kevin mientras tomaba su teléfono. Consiguió distinguir el número telefónico del taxista desde el lateral del automóvil. Entonces llamó y le preguntó al conductor dónde había dejado a Kevin y Layla.
“Los dejé en el aeropuerto no hace mucho. Creo que fue en la Puerta C”, respondió el taxista. Hannah y Kevin inmediatamente corrieron a su auto y partieron hacia el aeropuerto.
Su miedo parecía hacerse realidad. “¿Por qué Tomás haría algo así sin decirnos nada?”, se preguntó Kevin.
Hannah estaba cada vez más ansiosa porque había tráfico de camino al aeropuerto y temía que no llegaran a tiempo. Cuando llegaron, no pudieron ver a Tom o a Layla parados afuera, por lo que inmediatamente entraron corriendo.
“¡Ahí está!”, gritó Kevin, señalando hacia el frente de una puerta de embarque.
Tomás estaba moviendo su mano despidiéndose de Layla, que estaba ingresando por la puerta y ella le devolvía el saludo al chico. Cuando Hannah y Kevin lo alcanzaron, Layla ya se había ido. “¿Por qué estás aquí, Tomás?”, preguntó Hannah mientras lo abrazaba.
Kevin también lo abrazó y le dijo: “Estábamos muy preocupados por ti. ¿Por qué apagaste tu teléfono?”.
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Tom estaba claramente nervioso, pero rápidamente se disculpó con sus padres adoptivos y prometió que les explicaría. Los tres fueron a un restaurante en el aeropuerto para almorzar. Poco después, cuando todos se calmaron, el jovencito comenzó a explicarles.
“Esa mujer con la que estaba se llama Layla. Ella fue la que me dejó en el refugio. A principios de este año comenzó a enviarme cartas en las que me decía que se había unido a la milicia y quería hablar conmigo”.
“Al principio no quería verla, pero ella me explicó por qué me había abandonado, y yo comprendí”, dijo el chico.
“Ayer me dijo que la iban a enviar a otro país y que quería verme antes de abordar el avión. Yo tenía miedo y la verdad no pensaba ir. Por eso no les dije nada. Pero poco antes de entrar a clases, cambié de opinión y fui a verla”, continuó.
Tomás contó que él y la mujer hablaron durante horas. Insistió en que ella se había disculpado y él la había perdonado por haberlo dejado en el refugio.
Layla también le había dicho que estuviera agradecido por sus padres adoptivos y que evitara meterse en problemas como lo había hecho ella cuando era joven.
“No sé si la volveré a ver, pero estoy feliz de haberme reunido con ella hoy. Los amo, mamá y papá. Lamento mucho haberlos preocupado de la forma en que lo hice”, dijo Tom.
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“Comprendemos, hijo. Nos alegra haberte encontrado y poder llevarte de vuelta a casa. Pero tienes que prometernos algo. ¡MANTÉN TU TELÉFONO ENCENDIDO Y CARGADO!”, exigió Hannah mientras se reían.
Los tres regresaron juntos a casa para descansar después del ajetreado y angustiante día que habían vivido.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Confía en tu instinto: Aunque Tom resultó estar a salvo, Hannah y Kevin siguieron sus instintos paternos para asegurarse de que su hijo adoptivo estuviera bien.
- Nunca es demasiado tarde para pedir perdón: A pesar de los problemas y la vergüenza que sufrió Layla, trató de buscar el perdón de su hijo.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.