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Mujer joven guiando a un ciego. | Foto: Shutterstock
Mujer joven guiando a un ciego. | Foto: Shutterstock

Enfermera cuida a millonario ciego durante 10 años y un día se entera de que es su hija - Historia del día

Georgimar Coronil
14 feb 2023
07:40

En su lecho de muerte, un millonario ciego revela que la que había sido su enfermera durante diez años era en realidad su hija biológica. La repentina confesión dejó a sus otros hijos conmocionados y arrepentidos de cómo habían tratado a la mujer todos esos años.

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Alice empezó a trabajar para Martín tras salir del sistema de acogida cuando tenía 17 años. Su cuidadora le sugirió que aceptara el trabajo, ya que ella era amiga del hombre ciego.

Un día, Alice le estaba preparando el desayuno a Martín, su sándwich favorito de mantequilla de cacahuete y mermelada, cuando empezaron a recordar la primera vez que se conocieron.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Dime, Alice, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que empezaste a trabajar aquí?", preguntó Martín.

"Hmmm, creo que han pasado diez años, señor. Recuerdo esa época muy bien. Tenía miedo de dejar el hogar de acogida temporal porque pensaba que nadie me contrataría. Luego, su esposa dijo que usted necesitaba una enfermera, ¡y aquí estoy!".

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Martín asintió. "Así es. Han pasado diez años. El tiempo vuela, ¿cierto?", dijo, cogiendo el bocadillo que Alice le había preparado. En ese mismo momento, Andrés, el hijo de Martín, entró en la cocina.

"¿Por qué solo le preparas el desayuno a papá? Eres una esclava, se supone que tienes que servir a todo el mundo en casa", se burló de Alice. La palabra "esclava" hizo que a Alice se le retorciera el estómago y estuvo a punto de llorar.

"¡Andrés!", gritó Martín. "¡Cómo te atreves a llamar esclava a Alice! ¡Insúltala una vez más y puedes olvidarte de que eres mi hijo! Vete de aquí antes de que me enfades aún más", dijo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Andrés negó con la cabeza y salió lentamente de la cocina. "No entiendo por qué la favoreces a ella antes que a tu propio hijo", murmuró mientras se marchaba.

Martín se disculpó con Alice y le pidió que desayunara con él. Ella accedió, pero se sentó en silencio. Todavía no podía creer que Andrés la llamara esclava.

"Me doy cuenta de que estás triste", le dijo Martín a Alice. "Siento cómo te tratan mis hijos. No sé qué hicimos mi mujer y yo para que crecieran así".

"No pasa nada, señor. De todas formas estoy aquí por usted, no por ellos. Tengo mucha suerte de tenerle como jefe. Usted es tan amable conmigo, y eso es todo lo que importa. Le veo como la única figura paterna que he tenido en mi vida", admitió Alice.

La cara de Martín se descompuso de repente al oír esto. Sin embargo, se recuperó lentamente y trató de volver a sonreír. "Se acerca tu cumpleaños, ¿verdad?", le preguntó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Sí, señor. Mi cumpleaños es dentro de tres días", respondió Alice.

"Lo celebraremos", dijo el hombre.

Tres días después, Alice cumplía 30 años. Cuando fue a preparar el desayuno, Martín ya estaba en la cocina con una sonrisa en la cara. Junto a él estaban sus hijos Andrés, Javier, Lucía y Eva.

Alice miró el reloj de pared, que marcaba las seis de la mañana. Empezó a asustarse por no haber preparado el desayuno a tiempo, pues sabía que Martín y sus hijos solían despertarse a las ocho.

"Alice, ¿estás aquí?", preguntó Martín.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Sí, señor", dijo Alice frenéticamente. "Lo siento, no sabía que hoy se iba a levantar temprano. Pronto tendré listo el desayuno", expresó, apresurándose a sacar algunos ingredientes de la nevera.

"Vamos, Alice. Nos morimos de hambre", se burló Lucía.

"El desayuno puede esperar", interrumpió Martín de repente. "Tengo un regalo esperándote afuera, Alice. Feliz 30 cumpleaños", dijo.

"¿Un regalo afuera?", preguntó Javier.

"Nunca me has hecho un regalo que necesitara que saliéramos afuera", añadió Eva.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Alice guio a Martín hacia la puerta, mientras sus cuatro hijos les seguían detrás. Cuando salieron, un pequeño coche con un lazo en la parte superior les estaba esperando.

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"¡Increíble! ¿Hablas en serio?", comentó Andrés.

"¡No es justo! ¿Por qué le regalas un carro a tu criada?", dijo Lucía antes de marcharse enfadada.

"Alice ha estado a mi lado durante diez años. Es mi familia y nada de lo que digan cambiará eso", le respondió Martín a sus hijos.

Ese día, Martín organizó una pequeña fiesta en honor de Alice. También invitó a sus otros empleados: su jardinero, su chófer y su ama de llaves.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Gracias, señor. No sé qué he hecho para merecer su amabilidad, pero prometo hacer bien mi trabajo mientras me necesite", prometió Alice.

A lo largo de los años, Alice vio a Martín como a un padre con el que disfrutaba pasando el tiempo más que como a su jefe. Del mismo modo, el hombre trataba a Alice como a su propia hija.

La salud de Martín empezó a deteriorarse cuando cumplió 80 años. En un momento dado, sintió que se acercaba el final de su vida, por lo que pidió ver a todos sus hijos, incluida Alice.

"Sé que todos se han preguntado a quién le dejo mi herencia. Lucía, Eva, Andrés y Javier, ya tienen el control del negocio que empecé. Pueden seguir dirigiéndolo. En cuanto a esta casa, todo lo que hay en ella, y mi dinero, se lo doy todo a Alice".

"¡¿Qué?! ¡¿Qué te dijo esta bruja?! ¡¿Por qué le dejas tu herencia a ella?!", protestó Lucía.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"¡Tendrás noticias de mi abogado! De TODOS nuestros abogados", dijo Andrés.

"Precisamente por eso decidí dejárselo todo a Alice; porque sabía que solo buscaban mi dinero. Únicamente Alice ha cuidado de mí todos estos años. Y además, hay algo que no les he dicho", dijo Martín.

Antes de que el anciano pudiera hablar, sus cuatro hijos se marcharon en señal de protesta. Le dejaron a solas con Alice, y empezó a hablar de nuevo.

"Siento haber tardado tanto, pero no quería que nada cambiara, por eso solo lo digo ahora. Alice, eres mi hija biológica… Tu madre me dejó cuando supo que no podía casarme con ella. Tuve que casarme con otra persona. Cuando ella murió, te dejaron en el orfanato, y mi amiga se convirtió en tu cuidadora. Solo me dijo que eras mi hija cuando tenías 17 años", expresó Martín con lágrimas en los ojos.

"Lo siento, Alice. Espero haberte tratado bien en los años que nos conocimos. Te quiero", le dijo.

Alice abrazó a Martín con lágrimas en los ojos. "Te quiero", susurró. "Siempre he sentido que eras mi padre, y ahora, lo que has dicho lo confirma. Estoy muy agradecida por el tiempo que compartimos, papá".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Sé amable con los que te ayudan. Todo el mundo merece respeto: Los hijos de Martín no respetaban a Alice porque la consideraban una criada. Martín tuvo que recordarles una y otra vez que debían respetar a Alice, que había trabajado duro para ayudar a su familia a lo largo de los años.
  • Nunca es tarde para hacer las cosas bien: Martín solo supo que Alice era su hija cuando tenía diecisiete años, pero se aseguró de intentar arreglar las cosas con ella durante el resto de su vida.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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