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Camión de comida | Foto: Shutterstock
Camión de comida | Foto: Shutterstock

"No tengo suficiente dinero para comida" le dice la madre a su hijo: él se detiene en un camión de comida al otro día - Historia del día

Mayra Pérez
31 dic 2022
00:55

Eva se sintió profundamente desanimada porque no pidía pagar una comida sencilla para el octavo cumpleaños de su hijo. No esperaba que el niño apareciera a la mañana siguiente con el desayuno, ¡en un camión de comida!

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No hay muchas maneras creativas de preparar papas, mantequilla y pan, y Eva lo descubrió por las malas. La habían despedido del tercer trabajo temporal ese mes, y no quedaba mucho en la cocina o en el banco.

“¡Hemos comido papas toda la semana, mamá! ¿No podemos ir por una hamburguesa y un helado? ¡Eso es todo lo que quiero para mi cumpleaños!”, dijo el pequeño Dylan.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

El hijo de Eva la abrazó con ternura y la miró con ojos de cachorro. En su corazón, quería hacerle a Dylan la fiesta de cumpleaños más grande de la historia, con muchos globos, luces, un castillo inflable y un gran pastel delicioso con 8 velas.

Pero no podía permitirse nada de eso. Tras pagar las facturas atrasadas, y ser despedida nuevamente, no le había quedado suficiente dinero. Ni siquiera para una hamburguesa y un helado en el restaurante.

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“Lo siento mucho, cariño. No tengo suficiente dinero para eso…”, dijo Eva con el corazón apesadumbrado.

Cuando Dylan vio lágrimas en los ojos de su madre, cambió rápidamente de tono. El niño la había visto trabajar duro para mantener el hogar y no podía soportar verla triste.

Los niños suelen ser empáticos con los problemas de sus padres.

“En realidad, mamá, ¡esta ensalada de papas se ve deliciosa!... ¿Puedo repetir?”, le preguntó alegremente.

La madre y el hijo comieron con renovado ánimo y tomaron una siesta esa tarde. Pero a Dylan le resultó imposible dormirse. Muchas ideas revoloteaban en su mente...

Mientras su madre dormía, sacó con cuidado un sobre azul que estaba escondido entre los libros en su pequeña estantería.

Su madre no lo sabía, pero él había ahorrado unos cuantos dólares del dinero del almuerzo que ella le había dado durante algún tiempo.

Contó el dinero del sobre: “¡$28!”. Los ojos de Dylan se iluminaron. “¡Estoy seguro de que puedo conseguir una buena comida con esto!”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

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Metió el sobre en el bolsillo de su pantalón y se escapó con cuidado de la casa con un plan claro en la cabeza. Dio un breve paseo hasta la siguiente manzana, donde casi gritó de emoción al ver exactamente lo que esperaba.

“¡El camión de comida! ¡Sabía que estaría aquí!”, se dijo con alegría.

Dylan lo había visto varias veces mientras caminaba a casa desde la escuela y siempre se preguntaba por qué estaba tan lleno el lugar.

“¿Señor? ¡SEÑOR!”. La voz de Dylan se perdía entre la multitud que esperaba para hacer un pedido en el mostrador. Trató de llamar la atención del dueño, pero había demasiada gente. Esperó unos minutos hasta que la multitud se disipó y volvió al mostrador.

“¡Señor! ¡Por favor, deme todo lo que se pueda pagar con $28!”, le pidió.

Pero Martin, el dueño del camión de comida, frunció el ceño y respondió: “Lo siento mucho. ¡Nos quedamos sin nada! Solo queda un poco de pan y queso... y una barra de helado casi derretida”.

Martin vio la decepción apoderarse del rostro del dulce niño y deseó haber algo que pudiera hacer por él.

“¡Qué mala suerte!”, murmuró Dylan, mientras se sentaba en la acera. “Es mi cumpleaños, y ni siquiera puedo invitar a mi mamá a una buena comida. Ella hace tanto por mí... Pensé que, por una vez, podía hacer algo bueno por ella…”.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

El niño siguió quejándose en voz baja. Se estaba esforzando mucho para no llorar.

“¡Feliz cumpleaños!”, ya eras un niño grande”, dijo Martin, sentándose al lado de Dylan.

Durante los siguientes 20 minutos, Martin escuchó con atención a Dylan. Él le contó sobre los problemas de su madre y cómo venían pasando por una mala racha las últimas semanas.

“Oiga, señor, ¿tal vez pueda trabajar para usted? ¿Solo hasta que mi madre encuentre un buen trabajo? No soy muy bueno en cosas de cocina, ¡pero puedo aprender!”, suplicó Dylan.

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La pureza del corazón del muchacho conmovió a Martín.

“Mira, tu madre suena como una mujer increíble, y tú eres un niño encantador. Lamento mucho no tener nada para ti hoy. Pero tengo una idea. Escucha…”.

Cuando Eva se despertó de la siesta, Dylan estaba de nuevo junto a ella en la cama, fingiendo estar profundamente dormido. Le estaba costando ocultar su sonrisa por el plan secreto que había hecho con el dueño del camión de comida.

A la mañana siguiente, Eva se despertó con el sonido de un motor que provenía del exterior de la casa, y al fondo podía escuchar una voz apagada que la llamaba.

“¿Mamá? ¡Mamá! ¡Hola, mamá!”, decía la voz de su hijo.

Sobresaltada, Eva se levantó, miró alrededor de la habitación en busca de Dylan. Se dio cuenta de que su voz venía de fuera de la casa.

“¿Qué está pasando?”, pensó mientras se apresuraba a abrir la puerta. Se tomó un momento para darse cuenta de que su hijo la estaba saludando desde el interior de un camión de comida.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

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“¿Qué está pasando, Dylan?”. Eva estaba totalmente confundida.

“Buenos días, mamá. ¡Traje el desayuno!”, dijo Dylan usando una entonación exagerada. Luego, estalló en risas ante la expresión de su madre.

Martin estaba a su lado y le ofreció a Eva un plato de panqueques que lucían perfectos y olían delicioso.

“¡Aquí tiene, señora! ¡Su hijo me dice que le encantan los panqueques!”, dijo.

Aunque el desayuno había tenido un comienzo extraño, Eva pronto comprendió que su hijo había querido darle una sorpresa. Y que, gracias a la amabilidad de un extraño, había encontrado la manera de hacerlo.

“¡Gracias por este delicioso desayuno, señor!”, dijo Eva, con su mano en su corazón.

“Fue un verdadero placer. Pero tengo algo que pedirle a cambio…”. Martin hizo una pausa, dejando a Eva curiosa.

“Tu hijo no dejaba de hablar de lo bien que cocina. Y resulta que estoy buscando a alguien para trabajar en la cocina e inspirar algunos platos nuevos. ¿Le gustaría aceptar el puesto?”, le dijo con un brillo de picardía en sus ojos.

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“¡Sí! ¡Acepto encantada!”, exclamó Eva, con evidente felicidad.

Ella y Martin ahora manejan uno de los camiones de comida más populares de la ciudad. Él hace los panqueques más deliciosos, Eva hace los mejores fideos de la ciudad y Dylan no podría estar más feliz.

¡Este era un nuevo comienzo para todos!

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Los niños suelen ser empáticos con los problemas de sus padres: Dylan tenía solo ocho años, pero podía percibir que su madre estaba pasando por un momento difícil y quiso usar todos sus ahorros para hacerla feliz.
  • Siempre que puedas, ayuda a tu prójimo: Martin decidió ayudar a un niño en problemas. No imaginaba que encontraría la mejor socia para su negocio y cambiaría la vida de una hermosa familia.

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