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Una habitación de hotel. | Foto: Shutterstock
Una habitación de hotel. | Foto: Shutterstock

Millonaria se despierta en lujosa habitación de hotel con el llanto de una niña pequeña en el armario - Historia del día

Georgimar Coronil
20 feb 2023
23:00

Amanda era una acaudalada ejecutiva de una gran empresa. Tenía 64 años y no tenía marido ni hijos. Había dedicado la mayor parte de su vida a su carrera, creyendo que podría ser más útil al mundo si tuviera mayor influencia.

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Era una persona severa y decidida. Ser una mujer que prosperaba en un sector en el que predominaban los hombres la obligaba a mantenerse firme. Sin embargo, en el fondo tenía un buen corazón.

Amanda pasaba por su ciudad natal de camino a una próxima gran cumbre empresarial. Le encantaba el estilo de vida que le ofrecía su empleo y no temía darse algún que otro capricho. Nunca había trabajado por dinero, pero siempre había comprendido que, para alcanzar sus objetivos, el dinero formaba parte de ello.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

La millonaria se alojó en un hotel de lujo y reservó una de las habitaciones más caras. Llevaba casi una semana de viaje y estaba completamente agotada, así que se fue directamente a la cama pocos minutos después de instalarse en la habitación.

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Mientras dormía, se escuchó el sonido de un golpe en su habitación, y finalmente un llanto sacó a Amanda de su sueño profundo.

Se levantó de un salto, encendió la lámpara de la mesita de noche, e inspeccionó el lugar en busca de movimiento. No había nada. Estaba en silencio.

Justo cuando iba a apagar la lámpara, sonó un golpe en el armario. Inmediatamente, tomó el teléfono del hotel para llamar a la recepción. Cuando comenzó a marcar, escuchó una voz débil y suave desde el armario.

"Hola, ¿puedo salir ahora?", dijo la voz. Amanda se quedó paralizada.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

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"Saludos, señora. ¿En qué puedo ayudarla?", preguntó por teléfono el personal de la recepción. Amanda no dijo nada, tenía la mirada fija en el armario.

Cogió la lámpara, la desconectó del enchufe y se acercó lentamente al armario. Estaba lista para atacar. Contó para sí misma: "Tres… dos… uno".

Abrió la puerta de golpe y se detuvo al ver lo que tenía delante. Dejó caer la lámpara al instante y miró alrededor de la habitación confundida.

Ante ella estaba sentada una niña que tenía entre 5 y 6 años. Al darse cuenta de que no había ninguna amenaza, Amanda se tranquilizó y tendió la mano a la pequeña, que la agarró con fuerza.

"Hola", le dijo Amanda cariñosamente.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

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"Hola", respondió la niña en voz baja.

"Mi mami me dijo que estábamos jugando al escondite con su amiga, y me dijo que me quedara aquí hasta que volviera. Tardó mucho y pensé que eras ella, pero luego me asusté", explicó.

"Oh, vaya. Qué gran historia. ¿Cómo te llamas?”, preguntó Amanda, invitando a la niña a sentarse con ella en la cama.

"Celeste", respondió la niña.

"Encantada de conocerte, Celeste. Yo soy Amanda. ¿Tienes hambre?”, preguntó. Celeste simplemente asintió.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

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Amanda pidió servicio de habitación para ella y ambas comieron. Luego fue con la niña a recepción, y la empleada la identificó como una de las hijas del personal de limpieza. Intentaron llamar a la madre de Celeste, pero nadie atendía. Llegaron a la conclusión de que había abandonado a la niña.

Amanda llevó a Celeste a su habitación de hotel y la arropó. Se durmió en pocos minutos. Luego llamó a una de sus amigas de la infancia, Julia. Ella era la jefa de policía de la ciudad. Si alguien podía ayudarla a encontrar a la madre de Celeste, era Julia.

"¡Hola, Amanda! Cuánto tiempo", dijo Julia emocionada.

"Lo sé, amiga. Ojalá llamara en mejores circunstancias. Estoy con una niña y creo que su madre podría haberla abandonado. Sé que es mucho pedir, pero necesito que la localices", explicó Amanda.

"¿Buscarla?", preguntó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

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"Sí, igual que me localizaste a mí a través de mi número de teléfono aquella vez. Sé que es mucho, pero realmente necesito tu ayuda en este caso. Necesito hablar con ella. Solo tiene seis años. Por favor, Julia", suplicó Amanda.

"De acuerdo. Déjame ver qué puedo hacer", concluyó Julia.

Julia pudo localizar el teléfono de la madre de Celeste en una estación de tren cercana. Amanda corrió a la estación de tren y, al entrar, vio inmediatamente a una mujer llorando.

Recordó la descripción de la madre de Celeste que le había hecho la recepcionista del hotel y supuso que aquella mujer era ella. Se acercó y la desconocida lloraba mientras miraba una foto.

"Hola. Siento molestarte, pero ¿te encuentras bien?", preguntó Amanda.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

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"Sinceramente, no, no lo estoy. Ojalá pudiera ocultarlo", confesó la madre de Celeste.

"¿Cómo te llamas?", preguntó Amanda, tomando asiento junto a ella.

"Catalina y ¿tú?", dijo la mujer.

"Soy Amanda. ¿Qué te pasa? Si no te molesta que pregunte."

"No me molesta. En realidad es un alivio poder conversar con alguien", dijo. "Hoy he cometido el mayor error de mi vida. He entregado mi vida… Renuncié a ella", expresó Catalina, mostrándole a Amanda, la foto en su mano. Era una fotografía de Celeste.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

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"Ella es tan hermosa. ¿Qué te hizo hacer eso?", preguntó Amanda.

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"¿De verdad tienes tiempo?", dijo Catalina.

"No. Pero estoy dispuesta a escucharte", respondió Amanda con calidez.

Las mujeres conversaron durante tres horas, mientras Catalina se desahogaba con Amanda. Catalina le explicó que quería mucho a su hija, pero que no tenía medios para mantenerla.

También le explicó que sus padres habían fallecido y la habían dejado con muchas deudas en la época en que estaba embarazada de Celeste. Tras concebir a su hija, su novio la había dejado. Para empeorar las cosas, Catalina tenía problemas de salud y no podía con todo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

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Amanda se dio cuenta de que Catalina no había abandonado a su hija por falta de amor ni por egoísmo. La mujer había cometido muchos errores tontos en su juventud, pero realmente quería lo mejor para su niña.

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Amanda finalmente le explicó que tenía a su hija con ella y que estaba dispuesta a ayudarlas. Catalina lloró aún más ante esta revelación. Amanda intervino para intentar consolarla:

"Nunca habría dejado que una madre que hubiera abandonado a una niña volviera a acercarse a ella. Pero por lo que hemos conversado, sé que solo eres una buena persona en una situación difícil. Y créeme, he pasado por eso. Así que te ayudaré", concluyó Amanda.

Y así, desde aquel día, Amanda convirtió a Catalina en su empleada y la ayudó a pagar sus deudas y préstamos. Al final, se convirtió en madre de Catalina y abuela de Celeste.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

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  • Tus circunstancias no te definen: Catalina había cometido muchos errores y sus circunstancias eran difíciles, pero su corazón era sincero. Amanda también era una mujer de negocios severa, pero su corazón seguía siendo bondadoso y abierto a los demás. Ambas pudieron ayudarse.
  • El camino hacia la virtud no es lineal: Amanda siempre se había definido a ella misma y a su contribución a la humanidad a través de su trabajo. Pero con un único acto de bondad, se dio cuenta de cuán grandes son realmente el valor y el corazón .

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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