Mamá ruega a Dios que salve a su hija mientras los médicos le retiran el soporte vital: oye llorar a su bebé
Una mujer se llenó de alegría cuando dio a luz a su hija, una hermosa manifestación de una conversación que mantuvo con su marido antes de su triste fallecimiento. Dos semanas después de nacer, la niña enfermó y tuvo que luchar por su vida. Los médicos habían perdido toda esperanza de que se recuperara, hasta que se produjo un milagro.
El camino que hicieron Sarah y Joel Rodríguez para ser padres estuvo plagado de retos y obstáculos, pero se mantuvieron fuertes ante la adversidad. Tras cuatro años luchando por concebir, decidieron recurrir a la fecundación in vitro para hacer realidad su sueño de formar una hermosa familia.
No sabían lo que el destino les tenía reservado y lo drásticamente que cambiaría todo. La pareja estaba a punto de empezar el tratamiento de fertilidad cuando una noticia desgarradora puso todo patas arriba.
La desgarradora noticia
A Joel, el marido de Sarah, que entonces sólo tenía 32 años y parecía activo y sano, le diagnosticaron cáncer de riñón. Aunque la noticia fue inesperada e impactante, la pareja no dejó que el funesto pronóstico mermara su ánimo.
Él no pudo evitar que se le saltaran las lágrimas al leer su historia y sintió al instante la necesidad de ponerse en contacto con ella.
Su momento más feliz se convirtió en el más triste
Joel se sometió valientemente a cirugía y quimioterapia y entró en remisión en 2010. Él y su mujer celebraron el momento reanudando su tratamiento de fecundación in vitro y se alegraron mucho cuando todo salió a su favor. Poco después, tuvieron a su primer hijo, un niño llamado Milo.
Pero sólo unos días después de dar la bienvenida a Milo, recibieron una llamada inesperada: el cáncer de Joel había vuelto y tenía que empezar la quimioterapia lo antes posible. Aunque luchó con valentía, la pareja no tardó en aceptar lo inevitable: a Joel no le quedaba mucho tiempo y habría de partir.
Recordando una conversación con su difunto marido
El 23 de julio de 2013, Joel, de 35 años, falleció, dejando a su esposa sola en lo que debía ser el período más feliz de sus vidas. Sarah, con el corazón destrozado por la pérdida de su marido, se enfrentó a la realidad de criar a su hijo como madre soltera.
Nunca se había imaginado la vida sin Joel, y cada día le recordaba su amorosa presencia y compañía. Un día, se sentó y recordó la conversación que había mantenido con él poco antes de su muerte. Sarah contó:
"[Joel] me dijo: 'Tengo que decirte algo. Tú y yo vamos a tener otro hijo y va a ser una niña'".
Un sueño dulce pero descabellado
En aquel momento, Sarah había mirado a Joel con total incredulidad, incapaz de comprender cómo podía ocurrir. Sin que ella lo supiera, el universo estaba trabajando para reorganizar las cosas en su mundo. Además, años antes de perder a su marido, había tenido un sueño en el que acunaba a una niña.
Al despertar de su hermoso sueño, Sarah le dijo a Joel que la niña se llamaba Ellis. Juntos acordaron conservar el nombre si alguna vez tenían una hija. Pero, sin Joel, ¿cómo podría ella cumplir esos sueños y volver a experimentar la felicidad de ser padres?
Dar la bienvenida a una princesita
Mientras luchaba contra emociones indescriptibles, Sarah se dio cuenta de algo. Después de concebir a su primogénito mediante fecundación in vitro, recordó que había dos embriones más en la clínica de fertilidad. Le costó decidirse, pero finalmente decidió implantar los embriones restantes.
Sarah estaba en las nubes cuando supo que esperaba otra hija y ya sabía cómo la llamaría. El 6 de noviembre de 2014, Sarah volvió a ser madre de la pequeña Ellis, y Milo ascendió al puesto de cariñoso hermano mayor.
Caer enferma
Sarah estaba encantada de volver a ser mamá, y no podía evitar pensar que el nacimiento de Ellis había sido un milagro. Pero ni siquiera ella podía esperar lo que vino después: Ellis sólo tenía dos semanas cuando contrajo sepsis y meningitis bacteriana.
A los pocos días, la niña se encontraba tan mal que fue conectada a un respirador artificial, y cada nuevo día traía noticias más desgarradoras. Finalmente, el estado de la pequeña empeoró hasta el punto de que los médicos sugirieron desconectarla de la máquina de soporte vital.
Preparándose para decir adiós
En otras palabras, a Sarah le dijeron que se preparara para despedirse de su princesita. Nada de esto tenía sentido para la angustiada madre, que no lograba comprender cómo todo lo que había conducido al nacimiento milagroso de Ellis podía acabar en cuestión de segundos.
A pesar de todo, se aferró a su fe, confiando en que Dios curaría a su hija mientras ella le invocaba en su agonía. Con las manos en alto, suplicó al Señor por la vida de su hija, sabiendo que nada era imposible para Él. Minutos después, colocaron a Ellis sobre el pecho de Sarah para que pudiera abrazarla por última vez.
Esperando lo inesperado
Con música de fondo, Sarah le cantó a su niña y notó algo inusual. "Soltó un grito, se movía y se contoneaba, y no tenía convulsiones", recuerda Sarah. Aunque los médicos le habían dicho explícitamente que la bebé no aguantaría mucho tiempo sin el equipo, ocurrió todo lo contrario.
Sarah y sus seres queridos contemplaron estupefactos cómo la pequeña Ellis perseveraba y empezaba a respirar sin ayuda. La estupefacta madre no pudo evitar preguntarse si estaba viviendo un milagro ante sus ojos.
Un milagro viviente
Al principio, los médicos descartaron otras posibilidades, calificando a Ellis de "luchadora" pero diciendo que no aguantaría demasiado. Sin embargo, con el paso de las horas, la niña superó todos los pronósticos y asombró a todos al pasar de respirar con una máquina a hacerlo por sí misma.
Tras tres duras semanas en el hospital, Ellis salió adelante, para sorpresa de médicos y enfermeras. Sarah dijo que todos querían mirar a su hija porque la veían como un milagro viviente. En los días siguientes, Ellis recibió la señal verde para volver a casa. En un post de Instagram, Sarah expresó:
"Un médico me ha recordado hoy que sus escáneres son 'incompatibles con la vida'. Pero vive. Es un milagro de milagros (sic)".
Desafiando las probabilidades
Poco a poco, Ellis siguió prosperando y cumpliendo todos sus hitos, e incluso dijo "mamá" cuando sólo tenía cinco meses. A Sarah le invadió la emoción porque los médicos le habían dicho que Ellis nunca hablaría. La orgullosa madre añadió:
"Me dijeron que nunca sería capaz de dar amor ni de recibirlo. Pero ahora recibo ese amor todos los días. Me despierto cada mañana, agradecida de ver la vida como el regalo que es".
Ellis cumplió ocho años el 6 de noviembre de 2022, y su madre celebró la ocasión con una emotiva publicación en Facebook. "Me has enseñado más sobre la dulzura, la gracia, la superación, pero también sobre ser una fuerza en este mundo... porque eso es exactamente lo que eres", escribió Sarah.
Cuando las cosas tomaron un giro agradable
Con su pequeña como inspiración diaria, Sarah tenía esperanzas de un futuro mejor y más brillante. Mientras tanto, la milagrosa historia de Ellis ganaba adeptos y muchos medios de comunicación se hacían eco de ella.
Un día, el novio de Sarah en el instituto, DeAngelo Rhodes, estaba en una gasolinera cuando la vio en la portada de un periódico. No pudo evitar que se le saltaran las lágrimas al leer su historia y sintió al instante la necesidad de ponerse en contacto con ella.
Como llevaban años sin verse y él estaba divorciado y era padre de tres hijos, DeAngelo decidió esperar un año y medio antes de cambiar de opinión.
Una encantadora familia de ocho
Finalmente, la pareja volvió a conectar después de tantos años y se casaron en 2017. Sarah, que había pensado que su familia de tres estaba completa, dio la bienvenida de todo corazón a su nueva familia mixta de siete. En 2020, la pareja dio la bienvenida a un niño, Porter, y se convirtió en una adorable familia de ocho.
La historia de Sarah comenzó con un inmenso trauma, angustia y pérdida, pero con el tiempo fue bendecida de maneras que nunca creyó posibles. Hoy es una esposa cariñosa, una madre afectuosa, una autora y una oradora que inspira a otros a través de su viaje de esperanza y perseverancia.
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