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Fachada de una casa | Foto: Flickr.com/roarofthefour (CC BY-SA 2.0)
Fachada de una casa | Foto: Flickr.com/roarofthefour (CC BY-SA 2.0)

Chico acompaña a su novia a casa, se queda atónito cuando su padre le abre la puerta en pijama - Historia del día

Susana Nunez
27 mar 2023
23:20

Tras hacerse amigo de la chica nueva de su clase, Rob decidió acompañarla a casa, con la esperanza de que sus esfuerzos la impresionaran. No podía imaginar que allí haría un descubrimiento espeluznante.

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A diferencia de muchos adolescentes, Rob quería pasar tiempo con su familia. Sin embargo, los frecuentes viajes de negocios de su padre no le permitía disfrutar de cenas familiares.

"Trabajo mucho por ti y por tu madre, Rob", le decía a menudo su padre, Frank. "Estos viajes me ayudan a ampliar mi negocio y, en última instancia, a generar más dinero. Quieres que seamos ricos, ¿no?".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"No me importa el dinero, papá", respondía Rob. "Lo único que quiero es pasar tiempo contigo".

El adolescente se sentía triste cada vez que veía a los padres de sus amigos recogerlos después del colegio. Ansiaba la atención de Frank, pero él nunca tenía tiempo para su familia.

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Un día, Rob se enteró de que su padre estaría en casa el fin de semana. "¡Mamá, estoy deseando cenar contigo y con papá el sábado! Llevo tanto tiempo esperando este día".

El adolescente vio cómo se le iluminaban los ojos a su madre cuando le contó sus planes. Sabía que ella también echaba de menos a su marido cada vez que se iba de viaje de negocios, pero nunca se quejaba.

Entusiasmado, Rob hizo un plan detallado de cómo pasaría el tiempo con sus padres ese sábado. Quería ir de compras con ellos, visitarían el parque de atracciones y cenarían en un buen restaurante. Pero eso nunca llegó a suceder.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Cuando Rob volvió a casa del colegio el martes, vio una pequeña maleta junto al umbral de la puerta antes de que su padre saliera con un traje limpio.

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"¿Te vas de viaje otra vez, papá?", preguntó con tristeza.

"¡Hola, hijo!". Frank palmeó la espalda de Rob. "Volveré el sábado, ¿vale? Te prometo que nos divertiremos el domingo".

"¡Eso no es justo, papá!". A Rob se le humedecieron los ojos mientras se dirigía a su habitación. Pensaba que su padre no se preocupaba por él, y un sentimiento de no ser querido se coló en su corazón.

"¡Solo quería divertirme con él el sábado, pero no le importo! No me quiere!", el adolescente sacudía la cabeza mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas.

Al día siguiente, Rob fue al colegio. Se sentía muy triste por la ausencia de su padre. Mientras estaba sentado en su clase, recordaba los planes que había hecho y que ya no podrían disfrutar.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Estaba mirando distraído hacia la puerta, cuando una chica nueva entró en la clase e interrumpió sus pensamientos. Se arreglaba su cabello rubio mientras caminaba hacia él, buscando con la mirada un asiento.

Rob pensó que era la chica más guapa que había visto nunca y deseó que se sentara en el asiento vacío que había a su lado.

"¿Está ocupado este asiento?", le preguntó en voz baja. "¿Puedo sentarme aquí?".

"Sí… No, no está ocupado", tartamudeó Rob nervioso. "Puedes sentarte aquí".

"¡Gracias!", sonrió la chica.

"Soy Ana. ¿Y tú?"

"Soy Rob", contestó él, mirando sus preciosos ojos azules.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Durante el resto del día, Rob ayudó a Ana en todo. Le enseñó la cafetería, la biblioteca y otros lugares del colegio. Antes de que acabaran las clases, le preguntó si le permitiría acompañarla a casa.

"Vivo cerca y me encantaría acompañarte a casa, Ana", le dijo.

"Oh", suspiró ella. "No hace falta que lo hagas, pero me gustaría.

Caminaron juntos hasta la casa de Ana mientras charlaban animadamente. El chico se sorprendió de cómo volaba el tiempo cuando estaba con ella. Disfrutaba mucho de su compañía y quería que el tiempo pasara más despacio.

"¿Debería abrazarla?", se preguntaba Rob mientras estaba de pie con Ana delante de su casa. Permanecieron en silencio unos segundos, mirándose el uno al otro, cuando una voz masculina interrumpió desde el interior de la casa.

"Oh, tengo que irme", dijo Ana antes de entrar corriendo en su casa mientras Rob intentaba reconocer la voz. Sus ojos se abrieron de par en par cuando se dio cuenta de quién era.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"¿Papá?", preguntó y giró la cabeza para mirar a la puerta principal. Vio a Frank de pie en el umbral, mirándole. Llevaba puesto el pijama que siempre usaba en casa, con una taza de café en la mano.

En lugar de enfrentarse a su padre, Rob huyó de casa de Ana mientras sentía que el corazón le latía con fuerza contra el pecho. Sentía un nudo en la garganta mientras se le calentaban las mejillas.

"¿Qué hacía papá en casa de Ana? ¿Está engañando a mamá? ¿Nos mintió sobre sus viajes de negocios?". Rob se hizo un millón de preguntas mientras caminaba hacia su casa. No podía asimilar lo que había visto y empezó a llorar sin control.

"¿Qué te pasa, cariño?", le preguntó su madre, pero él entró corriendo en su habitación y la cerró con llave. Sabía que no podía decirle nada, no quería hacerle daño.

Durante los días siguientes, Rob fingió que no se encontraba bien y se negó a ir al colegio. Se quedó en la cama todo el día, fingiendo que le dolía el estómago y que se sentía mal. No tenía valor para enfrentarse a Ana y explicarle por qué se había ido corriendo de su casa aquel día.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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El sábado, Frank volvió a casa, tal y como se lo había prometido a su hijo. Solo que esta vez, Rob no estaba en la puerta para darle la bienvenida. Seguía en su dormitorio, preguntándose por qué su padre le había mentido.

"¡Abre la puerta, Rob!". Frank llamó a la puerta del dormitorio de su hijo. "¡Quiero hablar contigo!".

Rob permaneció en silencio, ignorando las palabras de su padre. No quería verlo ni hablar con él después de lo que había visto.

"¡Rob, abre la puerta, por favor!", le suplicó Frank a su hijo.

"Quiero explicarte lo que pasó. Por favor, déjame entrar".

Tras oír las súplicas de su padre, Rob acabó por rendirse y abrió la puerta. No podía levantar la cabeza para mirarlo a los ojos. Se sentía avergonzado y no sabía cómo comunicar sus sentimientos.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"Intenté llamarte después de que me vieras aquel día, pero tu teléfono estaba apagado", dijo Frank mientras cerraba la puerta tras de sí. "Tu madre me dijo que llevabas dos días sin salir de tu habitación. No es lo que piensas, hijo. Confía en mí".

"Estaba de viaje de negocios, Rob", explicó Frank. "Me había tomado un día libre para visitar a mi mejor amigo de la infancia. Se mudó con su familia esta semana, así que decidimos dedicar un día a divertirnos. ¡Eso es todo!".

Rob asintió, aún inseguro. No sabía si decía la verdad.

"No le conté a tu madre mi plan porque está celosa de la esposa de mi amigo", dijo Frank. "Me gustaba cuando éramos niños, pero tu madre sigue creyendo que siento algo por ella".

"Está bien, papá", rompió su silencio Rob.

"Conociste a Ana aquel día, ¿verdad?", preguntó Frank. "Es la hija de mi amigo. La matriculó en tu colegio esta semana".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"Vale, papá", dijo Rob. "Confío en ti y no se lo contaré a mamá. No te preocupes".

A pesar de sus palabras, Rob seguía sin fiarse de su padre. Quería comprobarlo todo hablando de ello con Ana, así que le contó por qué se había escapado de su casa aquel día.

"Tenía mucho miedo de que tu padre me regañara. Estoy seguro de que sabía que estaba a punto de besarte", mintió Rob a Ana al día siguiente en el colegio. "Le vi de pie en tu puerta".

"¡Oh, no debiste asustarte!", se rio Ana. "Él nunca te diría nada".

Rob se sorprendió al oír su respuesta, porque no había negado que Frank fuera su padre. ¿Qué significa eso?, se preguntó.

Su respuesta le hizo sospechar, obligándole a indagar más en busca de la verdad. Ana le caía muy bien y no quería utilizarla para reunir pruebas contra su padre, pero no tenía otra opción.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Cada día que pasaba, los dos empezaron a salir más y a conocerse mejor. Eran cada vez más especiales, el uno para el otro.

Rob esperó a que Frank emprendiera su siguiente viaje de negocios. Tenía un plan preparado, sin imaginar que lo que descubriría cambiaría su vida.

El día que Frank se fue de viaje, Rob siguió el taxi donde iba y se sorprendió al ver que paraba delante de la casa de Ana. Vio a su padre bajarse del vehículo con su maleta y entrar a la casa como si fuera suya.

Esa misma noche, Rob le preguntó a Ana si quería ver una película con él. "¡Claro! Puedes venir a mi casa porque mi madre tiene una cita. Podemos divertirnos mientras ella no está", dijo.

Eso era exactamente lo que Rob quería. Formaba parte de su plan entrar en casa de Ana para espiar a su padre. Quería averiguar si le había dicho la verdad.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Cuando su madre se marchó, Ana llamó a Rob y vieron una película en el salón. Antes de que acabara, el jovencito fingió dormirse; sabía que su amiga no lo despertaría. Se quedó en el sofá, esperando que ocurriera algo que le permitiera confirmar sus sospechas.

Pronto escuchó como la puerta se abría y Ana saludaba amistosamente: "¡Hola, mamá! ¡Espero que la hayan pasado bien juntos!".

Rob abrió los ojos de inmediato para ver al novio de la madre de Ana. Tumbado en el sofá, lejos de las miradas de todos los que estaban en la habitación, abrió sigilosamente la aplicación de la cámara de su teléfono y empezó a grabar a la pareja mientras se dirigían al dormitorio.

"¡Dios mío!", exclamó Rob tras ver la grabación. Vio a Frank de pie junto a la madre de Ana con el brazo alrededor de su cintura.

"¡Sabía que papá mentía!".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Apenas Ana entró en su habitación, Rob se levantó rápidamente y se fue a su casa. Temblaba, el corazón le latía deprisa y los ojos se le llenaron de lágrimas. No podía creer que su padre le hubiera mentido tantas veces.

Al día siguiente, Frank volvió a casa fingiendo que estaba cansado tras asistir a múltiples reuniones de negocios. Sin embargo, cuando entró en el porche, vio todas sus pertenencias en cajas y no podía abrir la puerta porque alguien había cambiado las cerraduras.

Sorprendido, llamó al timbre y vio que su mujer, enfadada, abría la puerta. "¿Qué haces aquí?", le gritó. "¡En mi casa no hay sitio para alguien como tú! Quiero que te vayas ahora mismo. Pronto recibirás los papeles del divorcio".

"Por favor, escúchame", dijo Frank, pero su mujer le cerró la puerta en las narices.

Rob le había enseñado la cinta de vídeo a su madre, y ella había decidido echar a Frank. Se sintió desconsolada al darse cuenta de que le había estado mintiendo durante meses.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Ya se había puesto en contacto con un abogado para que la ayudara con los trámites del divorcio. Sintiéndose impotente, Frank volvió a casa de su amante, pero ella no le dio la bienvenida. Le dijo que Rob le había contado de su familia, y así supo que salía con un hombre casado.

"¡No te quiero aquí!", gritó la madre de Ana. "¡Vete!".

Durante los días siguientes, Frank suplicó a su mujer y a su amante que lo perdonaran, pero ninguna de ellas quería volver a verle. Pronto recibió los papeles del divorcio de la madre de Rob.

Además, perdió su trabajo después de que su jefe se enterara de lo que había estado haciendo, mientras fingía estar en viajes de negocios. Su vida dio un vuelco después de que Rob sacara a la luz sus mentiras.

Cuando Rob creció, nunca olvidó lo que había hizo su padre. Consideró el desafortunado incidente como una oportunidad de aprendizaje y años después se convirtió en un padre ejemplar y un marido leal.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Confía siempre en tus instintos. Cuando el padre de Rob le dijo que había ido a ver a su amigo, el instinto del chico le hizo desconfiar. Y eso lo llevó a enterarse de la aventura extramatrimonial de Frank.
  • Alza la voz contra la injusticia. Rob podría haberse quedado callado tras enterarse de la aventura de su padre, pero no lo hizo. Entendió que su madre merecía saber la verdad, por dolorosa que fuera.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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