Hombre se entera de que su hija adoptiva lleva el corazón de su difunto hijo - Historia del día
Seis años después de la muerte de su hijo, un hombre adoptó a una niña pensando que así su dolor disminuiría. Cuando acudió al hospital para la revisión mensual de la pequeña, descubrió algo que lo hizo llorar.
Jeremy contrajo nupcias con el amor de su vida, Sarah, y le dieron la bienvenida a su hijo poco después de casarse. El hombre no pudo contener las lágrimas cuando tuvo a Arturo en sus brazos por primera vez.
El padre trabajaba como directivo en una empresa, mientras Sarah se quedaba en casa para cuidar del bebé. La pareja le dio a su hijo todo lo que necesitaba. Pensaban que crecería, iría a la escuela, se graduaría y conseguiría un buen trabajo como todo el mundo, hasta que se enteraron de los planes del destino.
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Cuando Arturo cumplió cuatro años, los médicos le diagnosticaron una enfermedad autoinmune que no tenía cura. Les dijeron a Jeremy y Sarah que no podían hacer nada para salvar al pequeño.
"Por favor, salven a nuestro hijo. Estamos dispuestos a pagar lo que haga falta", le suplicó Jeremy al doctor.
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"Lo siento, señor", se disculpó el galeno. "La enfermedad de su hijo no tiene cura. Le sugerimos que se lo lleve a casa, para que pase los últimos días de su vida con usted y su esposa".
Jeremy y Sarah visitaron varios hospitales con su hijo, pero todos los médicos les dijeron lo mismo. Hicieron todo lo posible por salvar la vida de su niño, pero nada funcionó.
Cuando se llevaron a Arturo a casa, decidieron donar sus órganos tras su muerte. "Lo veríamos vivir en otros niños. Es la única forma de mantener vivo a nuestro hijo", dijo Jeremy.
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No fue fácil para la pareja llegar a esta conclusión, pero pensaron que era la mejor manera de honrar a su pequeño. Querían darle toda una vida de felicidad, pero el destino tenía otros planes.
En cuanto informaron al hospital de su plan de donar los órganos de Arturo, la dirección les puso en contacto con los padres de una niña moribunda que necesitaba un trasplante de corazón.
"¿Crees que deberíamos seguir adelante con esto?", le preguntó Sarah a Jeremy. "Podemos salvar la vida de la niña a costa de la de Arturo".
Jeremy asintió mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. La decisión de donar los órganos de su hijo no fue fácil, pero la idea de salvar la vida de otros niños motivó a la pareja a seguir adelante.
La operación de trasplante de corazón fue un éxito y la niña tuvo otra oportunidad de vivir. Sus padres dieron las gracias a Jeremy y Sarah. "Estaremos eternamente agradecidos", dijeron.
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Mientras tanto, Jeremy y Sarah se distanciaron tras la muerte de su hijo. Cada rincón de la casa les recordaba a Arturo, y cada vez les resultaba más difícil vivir en su hogar.
Jeremy salía a menudo de casa por la tarde y se sentaba en el parque cercano. Allí, cerraba los ojos y respiraba profundamente, esperando que eso aliviara su dolor.
Un día, volvió del parque y vio a Sarah en la puerta con tres grandes maletas. Confundido, le preguntó adónde iba.
"Me voy, Jeremy", respondió.
Antes de que Jeremy pudiera preguntar nada, llegó un taxi y Sarah metió las maletas en el maletero. "No tengo nada más que decir, Jeremy", dijo antes de sentarse en el asiento trasero y cerrar la puerta.
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Seis años después…
Jeremy seguía sin poder superar la muerte de Arturo. Vivía en la misma casa en la que había visto a su hijo jugar con juguetes y no había vuelto a ver a su mujer desde el día en que ella le abandonó.
"Señor, creo que necesita encontrar una salida para expresar su amor por Arturo", le dijo su psicóloga.
Años después de perder a su hijo, el hombre consultó a una psicóloga para que le ayudara a gestionar su duelo. Tras unas cuantas sesiones, la profesional encontró una solución.
"Creo que debería adoptar un niño", le dijo. "Volver a ser padre le ayudará porque su amor por Arturo sigue en su corazón. Querer a otro niño disminuirá su dolor".
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Jeremy asintió, pero aún no estaba seguro de estar preparado para adoptar un niño. “¿Y si pierdo a este niño como perdí a mi hijo?”, se preguntó.
Después de pensarlo durante unas semanas, Jeremy visitó un centro de acogida de niños para ver qué se sentía al estar cerca de ellos. Cuando entró en el refugio, se sintió feliz de ver a tantos pequeños jugando.
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Una niña llamó su atención. Se arrodilló junto a ella y se presentó.
"Hola, soy Jeremy. ¿Cómo te llamas?", le preguntó.
La niña levantó la cabeza y le sonrió. Luego se levantó y corrió a jugar con los otros niños. “¡Qué bonitos ojos tiene!”, pensó Jeremy.
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Jeremy sintió ternura por la niña, así que visitó el refugio varias veces antes de decidirse a adoptarla. Completó el papeleo y esperó a que le dieran permiso para llevársela a casa.
Cuando aceptaron su solicitud de adopción, los servicios sociales llamaron al hombre para una reunión. Le dijeron que Julie necesitaba revisiones médicas periódicas una vez al mes y le pidieron que firmara unos papeles antes de permitirle llevársela a casa.
El hombre disfrutaba de la compañía de Julie y le daba todo lo que necesitaba. Cuando llegó la hora de la consulta médica, la llevó al hospital, sin saber que allí se enteraría de una verdad impactante.
Cuando los doctores se enteraron de la adopción de Julie, pensaron que era necesario contarle a Jeremy su historial médico. Le dijeron que le habían hecho un trasplante de corazón hacía seis años.
Se quedó helado cuando vio los detalles de la operación.
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"La fecha, el lugar… ¿podría ser…?", Jeremy contuvo la respiración mientras se agarraba la cabeza.
No era fácil saberlo con certeza, pero por suerte, los contactos de Jeremy pudieron verificar la verdad en apenas un par de horas.
Julie, la niña que había adoptado para darle todo el amor que no podía darle a su hijo, tenía el corazón de Arturo.
Las lágrimas empezaron a rodar por las mejillas de Jeremy cuando supo que Julie vivía con el corazón de su difunto hijo. Abrazó a la niña con fuerza y puso su oreja contra su pecho para oír los latidos de su corazón.
"¡Es el corazón de mi hijo!", gritó. "¡Mi pequeño Arturo!".
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Unas semanas más tarde, Jeremy pensó en compartir la noticia con Sarah. Aunque no vivían juntos, sentía que ella merecía saber que el corazón de su hijo latía dentro del pecho de su hija adoptiva.
En lugar de llamarla para darle la noticia, Jeremy grabó el latido del corazón de Julie en una grabadora de voz y lo colocó dentro de un osito de peluche. Cuando Sarah lo recibió, no pudo evitar visitar la casa de Jeremy.
"Siento mucho haberte dejado solo, Jeremy", le dijo. "Es que ya no podía vivir aquí porque todo me recordaba a Arturo".
"Puedo entenderlo, Sarah", respondió Jeremy. "Pero, ¿por qué me dejaste?".
"Pensé que irme de esta casa era la mejor manera de dejar que el tiempo curara las cosas", dijo ella. "Nunca quise hacerte daño, Jeremy. Todavía te quiero mucho".
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Después de escuchar su explicación, Jeremy comprendió sus sentimientos y la perdonó. Sin embargo, seguía sin contarle lo del corazón de Arturo.
Después de algunas reuniones más, Jeremy le ofreció a Sarah mudarse con él. "Hay algo que quiero decirte, Sarah. No lo vas a creer", le dijo.
"¿Qué es?", preguntó Sarah entusiasmada.
"¿Recuerdas a la chica que recibió el corazón de Arturo?".
"Sí, la recuerdo".
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"Es mi hija adoptiva, Sarah", sonrió Jeremy. "Sus padres murieron en un accidente de coche y las autoridades la llevaron a un refugio".
"¿Qué?". Sarah rompió a llorar. "¿Quieres decir que tiene el corazón de mi pequeño Arturo?".
Después de conocer a Julie, Sarah aceptó la oferta de Jeremy y se mudó con él. La pareja vivió junta como antes y crio a Julie como si fuera su propia hija.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- El destino te sorprende de formas inesperadas: Cuando Jeremy y Sarah aceptaron donar los órganos de Arturo a Julie, no tenían ni idea de que el destino se la devolvería. Fue una sorpresa que cambió sus vidas positivamente.
- Aprende a perdonar a los demás: A pesar de haber vivido separado de su mujer durante años, Jeremy la perdonó tras escuchar sus explicaciones. Comprendió sus sentimientos y pensó que lo mejor era dejar las cosas como estaban.
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