Cada día anciana ve a niño solitario con una bandera en la costa, nota que llora y se acerca a él - Historia del día
Mary vivía cerca de la playa de un Complejo Naval y le encantaba pasar el tiempo mirando el océano. Un día vio a un niño triste y solitario que llevaba la bandera. Venía todos los días y se quedaba mirando el horizonte, hasta que ella le preguntó por qué. La respuesta fue impactante y desgarradora.
No hay nada como las olas del mar para relajarse después de un largo día, pensaba Mary mientras se sentaba en su porche y contemplaba el océano. Su casa estaba muy cerca de la playa del Complejo Naval de Pensacola, y ella había vivido allí casi toda su vida. A menudo veía soldados, marineros y pilotos por la zona.
Algunos de los más grandes patriotas del país habían empezado su carrera allí, y su marido era uno de ellos. Por suerte, regresó de la guerra y tuvieron una vida maravillosa hasta que murió de causas naturales en su vejez. Ahora, al mirar el océano, sentía como si él estuviera siempre cerca.
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De repente, sus ojos captaron algo. Era una bandera americana, y un niño la llevaba sobre los hombros. Caminó por la arena y se sentó justo en el borde, donde las olas no lo tocaban. Mary se quedó mirándolo un rato, y el niño no hacía más que mirar al horizonte. A veces, ella podía ver cómo movía los hombros como si estuviera sollozando.
Algo la hizo erguirse más en su silla. "Tommy, mira", señaló al horizonte.
La mujer mayor se preocupó por él y pensó en llevarle una limonada. Pero el chico se levantó y se marchó cuando el sol empezó a ocultarse. Bueno, tal vez la próxima vez, pensó y entró a preparar la cena.
Sin embargo, el niño volvía todos los días, y cuando Mary vio que empezaba a llorar de nuevo, empezó a llevarle una limonada.
"Gracias, señora", le dijo un día el niño después de tomar el vaso y secarse las lágrimas.
"¿Puedo preguntarte algo, querido?", preguntó ella, incapaz de contener por más tiempo su curiosidad. "¿Por qué vienes aquí todos los días? ¿Y por qué llevas esa bandera?".
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"Estoy esperando a mi padre. Viene pronto", explicó el niño.
"¿Tu padre?".
"Sí, está en la marina y tenía una misión importante. Pero tiene que volver pronto", continuó, con un deje de preocupación en el tono.
Mary frunció el ceño, esperando que el hombre se hubiera salvado dondequiera que le hubiera llevado su misión. "¿Cómo te llamas?".
"Tommy", respondió. "¿Y tú?".
Se rio de la pregunta porque parecía que aquel chico la consideraba una amiga y no una simple señora mayor. "Me llamo Mary, aunque la mayoría me dice señora Finkle".
"Encantado de conocerte", dijo él, mirándola con los ojos muy abiertos y una sonrisa, y luego volviendo la vista al océano.
"¿Por qué no vienes a mi casa?", le ofreció ella, señalándola. "Es aquella de allí. Podrás seguir mirando el mar, pero no te quemarás con el sol. Ya estás rojo de venir todos los días".
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Tommy dudó un segundo, pero apretó los labios y asintió al fin. Se levantó y siguió a Mary hasta su casa. Charlaron en el porche mientras comían galletas y limonada, y a la mujer le pareció una de las tardes más agradables de su vida.
Hicieron eso todos los días durante una semana, y finalmente Mary le preguntó por su vida en casa mientras hacían galletas juntos. "No me gusta estar en casa. Mi madrastra y mi hermanastra son malas conmigo", respondió él, ayudándola a hacer bolitas con la masa.
"Oh, pero seguro que no es tan malo. Al fin y al cabo son tu familia", comentó Mary distraídamente.
"No actúan así. Siempre me dicen que papá no va a volver", continuó Tommy, y Mary dejó de hacer lo que estaba haciendo. Lo miró fijamente, frunciendo los labios, y sintió que por fin lo comprendía.
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"Bueno. Siempre puedes venir aquí y esperaremos juntos a tu padre. Estoy segura de que volverá pronto", le dijo con una sonrisa amable, y Tommy se alegró de sus palabras.
Se sentaron en el porche y contemplaron el océano como hacían siempre aquella tarde. La mujer mayor pensó en llamar a la base naval y hablar con alguien sobre el padre de Tommy, aunque quizá no le dieran ninguna información. Pero algo la hizo erguirse en su silla.
"Tommy, mira", señaló al horizonte. Había un enorme buque naval a lo lejos, y se dirigía a la base, que estaba a pocos kilómetros de la casa de Mary.
"¡Es un barco!", vitoreó Tommy, levantándose de la silla. Recogió la bandera y corrió hacia la costa, agitándola en el aire. Mary le siguió lentamente y ambos se alegraron al saber que su padre había regresado.
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Mary se ofreció a llevarle a la base naval y preguntaron si el padre de Tommy, Angus Cline, había regresado en el barco. Les dijeron que acababa de ser trasladado al hospital local porque había sufrido una herida durante una explosión en su buque.
Llevó en coche al niño hasta allí, y se reencontraron entrañablemente; le contó cómo lo esperaba en la playa y luego en casa de Mary todos los días. Cuando Tommy le preguntó por qué había tardado tanto en volver, Angus dijo que tenían que completar una misión, y que tardaban más por razones inesperadas. Al parecer, les había estado llamando con actualizaciones todo el tiempo.
"No lo entiendo. Tu madre debería haberte dicho acerca de mi retraso. Llamaba una vez a la semana por lo menos", comentó Angus, y Tommy empezó a llorar.
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"No, nunca me dijo nada", se lamentó y abrazó a su padre, casi subiéndose a su cama de hospital.
Angus estaba furioso y acabó pidiendo el divorcio. Compró una casa cerca de la de Mary, y ella se convirtió en la abuela que Tommy nunca tuvo. Eventualmente se retiró de la marina, consiguió un trabajo cerca de casa y no volvió a separarse de su familia.
Mary no se dio cuenta de lo sola que estaba hasta que Tommy y Angus entraron en su vida. Nunca más volvió a sentirse así.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Esperar siempre lo mejor, no importa lo que te digan los demás. Tommy nunca perdió la fe en que su padre volvería, ni siquiera cuando su madrastra se burlaba de él.
- Los niños te alegran la vida. Mary estaba sumida en la soledad hasta que Tommy se convirtió en una parte esencial de su día. Cuando su padre regresó, se hicieron su familia y alegraron sus días.
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