Niño riega a diario las flores de su difunta abuela, un día oye su voz en el jardín - Historia del día
Para su cumpleaños, todo lo que Simon quería era sentir la presencia de su difunta abuela. Pero no esperaba escuchar su voz saludándole en persona el día de su cumpleaños.
"Querida abuela...".
Simon escribía una nota en su diario cada noche. Ya no podía visitarla ni oír la dulce voz de su abuelita. Se alegraba de que estuviera en un lugar mejor, pero le seguía doliendo que ya no estuviera a su lado.
Escribir una nota cada noche era como tener una conversación con ella. Pero esta noche, no parecía real. No podía imaginarse en su regazo una tarde de verano, admirando las flores y los arbustos del jardín de su casa.
Esa noche se sentía solo.
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"Querida abuela,
Mañana es mi cumpleaños. No he invitado a ningún amigo, y no me apetece ir al cine como sugirió papá. Solo me apetece estar contigo. Te echo de menos, abuela. Demasiado".
Mientras escribía estas palabras, rompió a llorar.
Al oír a su hijo sollozar, Mike y Sandra se apresuraron a consolarlo. Incluso sin preguntarle, sabían la razón de sus lágrimas. Sabían que su abuela prácticamente lo había criado mientras ambos estaban ocupados trabajando duro para asegurar el futuro de su hijo.
Sandra apenas se había recuperado del profundo dolor de perder a su madre, pero no podía soportar ver a su hijo desconsolado por la pérdida.
"Mamá, papá, ¿puedo pasar mi cumpleaños en la casa de la abuela?".
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Mike y Sandra habían hecho otros planes para el gran día de su hijo, pero se miraron, sabiendo que tenían que seguir el corazón de su hijo.
En la madrugada del día siguiente, tomaron algunas cosas, subieron al coche y emprendieron el viaje de varias horas hasta la hermosa casa de la dulce Heather.
A medida que el cielo se aclaraba, Simon recorría el camino de los recuerdos. Estaba emocionado por ver el jardín que tanto le gustaba a Heather. Ellos pasaban allí todas las tardes de verano, leyendo, hablando, riendo y quedándose dormidos.
Puedes vivir para siempre a través del amor y la bondad que dejas atrás.
Simon era el único nieto que escuchaba pacientemente cuando ella empezaba a repetir las mismas historias olvidadas por la edad.
"Tal vez vuelva a sentirla a mi lado", pensó Simon mientras volvía a dormirse plácidamente.
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"¡Buenos días, cariño! Mira dónde estamos". Sandra le dio un beso en la frente y le despertó.
El pequeño salió del coche y corrió directo al jardín. Aunque Heather había fallecido hacía varios meses, su querido jardín estaba tan exuberante y hermoso como siempre, gracias a su nieto. Sandra se había encargado de que Simon cuidara las plantas durante sus vacaciones de verano.
En el jardín, el niño se encontraba con cada planta como si fuera un viejo amigo. O tal vez como si se encontrara con su abuela. Sentía que ella estaba cerca cuando tocaba las hojas y las cortezas.
Simon podía oírla en su cabeza deseándole: "¡Feliz cumpleaños, Simon!".
"¡Feliz cumpleaños, Simon!", escuchó. Esta vez, Simon no solo la escuchaba en su cabeza.
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Se dio la vuelta y vio su rostro, sonriéndole en la pantalla de un teléfono que sostenía un desconocido. Simon vio a su abuela sentada a la mesa, aplicando su famosa mermelada de naranja sobre una rebanada de pan.
El hombre que sostenía el teléfono detuvo el vídeo y dijo: "Hola, Simon. Feliz cumpleaños".
Mike y Sandra salieron de la casa para ver quién era el desconocido.
Era el abogado de la abuela Heather. "Tengo un mensaje para ustedes", dijo.
Diciendo esto, el hombre reanudó el vídeo.
"Simon, mi pequeño príncipe del jardín, ¡te quiero! Sé que me echas mucho de menos, y dondequiera que esté, yo también te echo de menos. Has sido mi ángel, el alma enviada a mi vida para enseñarme de nuevo la alegría".
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"He disfrutado cada día, cada comida, cada risa contigo. Y sé que crecerás para convertirte en un ser humano amable y fuerte".
"Puede que yo no esté aquí para siempre. Pero mi jardín sí lo estará. E inclusive, si se marchita y se seca, habrá dos hermosas personas que te enseñarán la alegría de vivir: tu mamá y tu papá".
"Ellos solo quieren lo mejor para ti, y yo también".
"Así que, mi querida Sandra…".
Sandra se sorprendió al oír su nombre. Se secó las lágrimas y se preparó para aferrarse a cada palabra que estaba a punto de oír.
"Mi dulce hija, quiero que sepas que estoy orgullosa de ti. Quiero que sepas que tú y el amor de tu vida han sido unos padres maravillosos para mi pequeño Simon. No dejes que nadie te diga lo contrario".
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"Todos tus sueños de enviar a tu brillante hijo a un colegio y una universidad de prestigio se harán realidad. Y yo estoy feliz de desempeñar un pequeño papel para que así sea. Así, siempre estaré con ustedes".
Mike abrazó a su mujer y a su hijo e intentó consolarlos.
"Simon, querido, bajo el limonero encontrarás un regalito que te he dejado por tu cumpleaños. Enséñaselo a tus padres y confía en que lo utilizaran de la mejor manera para tu futuro".
"Y recuerda que siempre estoy contigo".
Simon corrió hacia el árbol y encontró un sobre bajo un ramo de hermosas hortensias. Era un cheque de 200.000 dólares. Aquello lo significaba todo para Mike y Sandra, que abrazaron a Simon y rompieron a llorar.
"¡Gracias, abuela!". Simon miró al cielo y lloró.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Aprovecha hasta el último momento que pases con tus seres queridos. Simon no tuvo a su abuela cerca durante su edad adulta, pero tuvo toda una infancia de recuerdos que atesorar.
- Puedes vivir para siempre a través del amor y la bondad que dejas atrás. Heather falleció, pero se aseguró de ayudar a la familia de su hija a cambiar de vida.
Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.
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