Niño honra a camaradas de su papá porque nadie acude a sus tumbas, al día siguiente ve a militares en el porche - Historia del día
Cuando Nathan ve que las tumbas de algunos soldados no se han limpiado ni honrado el Día de los Caídos, toma cartas en el asunto. Rinde homenaje al lugar de descanso de cada héroe olvidado con la Bandera Nacional de EE.UU. y se lleva una sorpresa cuando una tropa de soldados viene por él al día siguiente.
"¿Te portarás bien y actuarás como un jovencito responsable?", preguntó Griffin a su hijo Nathan, de once años, antes de salir en taxi hacia la base militar más cercana. Griffin iba a ser desplegado desde la base a otro país durante seis meses.
Aunque estaba orgulloso de su servicio, lo único que le preocupaba era si Nathan cumpliría su promesa.
"Papá, prometo cuidar de mamá y de mi hermana hasta que vuelvas. Confía en mí", le aseguró Nathan, así que Griffin confió ciegamente en su hijo y se marchó a cumplir con su deber...
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Dos días después, Grace, la madre de Nathan, volvió a casa de la tienda y encontró el salón hecho un desastre.
"¿Qué está pasando? Nathan, ¡para ahora mismo!".
Nathan y su hermana pequeña Amy estaban enzarzados en una pelea de almohadas.
"Mamá, ella empezó primero. Me ha arrebatado la consola", refunfuñó.
"¡Él virtió agua sobre mi dibujo! Y tiró mi muñeca al cubo de la basura!".
"¡Sí, te dije que no pusieras tu estúpida muñeca en mi cama! La próxima vez que la pongas, espera a ver lo que voy a...".
"¡Basta, ustedes dos!", gritó Grace. Pero Nathan no dejaba de discutir y se mantenía firme.
Día tras día, Nathan encontraba maneras de molestar a su madre en casa. Pero lo que hizo un día lo superó todo.
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"¿Dónde has estado todo el día?", le espetó Grace a Nathan, que se había enzarzado con un niño vecino en el patio de recreo. "¿Sabes qué hora es? ¿Y por qué tienes la ropa rota y sucia? Sé lo que has hecho".
Nathan frunció el ceño. "Estaba jugando con mis amigos. Deberías darme las gracias por haber vuelto pronto a casa hoy. El partido aún no había terminado".
Grace perdió los nervios y le gritó a Nathan.
"Tienes que disculparte con la señora Brown y su hijo. Sé que te peleaste con ese chico en el campo. Nathan, ¿puedes dejar de comportarte así y portarte como un buen chico? Estoy harta de tu comportamiento".
Pasaron los días y Grace empezó a tener una serie de problemas por culpa de Nathan. Estaba muy decepcionada y esperó a que su esposo volviera del servicio para poder quejarse. No quería decirle nada por teléfono, pues creía que lo distraería de su deber.
Recuerda honrar la historia de tu nación y a los soldados caídos porque la libertad nunca ha sido gratis.
Pasaron seis meses y Griffin volvió a casa de permiso. Para su consternación, no escuchó hablar bien de su hijo, e incluso los vecinos empezaron a quejarse de Nathan.
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Griffin estaba furioso. Llamó a Nathan para hablar seriamente de hombre a hombre en su habitación.
"¿Me equivoqué al confiarte a tu madre y a tu hermana?", empezó Griffin...
Nathan agachó la cabeza, avergonzado, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
"Incluso los vecinos me contaron hoy que rompiste su ventana mientras jugabas fútbol. Ni siquiera te has molestado en disculparte. Hijo, estoy muy decepcionado de ti. Esto no es lo que hace un chico grande como tú. He perdido la fe en ti y me avergüenzo de ti".
Nathan salió llorando de la habitación. Odiaba llorar delante de la gente, aunque fueran sus padres. Su padre había herido sus sentimientos y estaba decidido a recuperar la confianza de su papá.
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Desde entonces, Griffin notó un cambio drástico en el comportamiento de su hijo.
Nathan nunca llegaba tarde del colegio, nunca perdía el tiempo con sus amigos y ayudaba a su madre en la cocina. Ayudaba a su hermana con los deberes e incluso cortaba gratis el césped de sus vecinos como muestra de disculpa por haberles roto las ventanas.
Aunque Griffin estaba asombrado, no estaba contento. No perdonaba fácilmente a Nathan y se encogía de hombros como si nada.
Pero las cosas cambiaron el Día de los Caídos, cuando Griffin visitó el cementerio con su familia.
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"¿Ves estas lápidas de aquí?", le dijo Griffin a Nathan, señalando los cientos de lápidas de soldados. "Bajo cada lápida hay un trozo de historia. Nuestros valientes soldados que lucharon y murieron por nuestra nación descansan aquí. No deben ser olvidados y deben ser honrados".
Griffin suspiró y se alejó para inspeccionar las tumbas y presentar sus respetos.
En ese momento, Nathan sintió algo extraño. Sintió pena al ver que algunas de las tumbas estaban descuidadas. No había flores ni banderas. Parecía como si nadie las hubiera visitado en mucho tiempo. Desiertas y olvidadas.
Entonces Nathan tuvo una idea.
Había visto a su padre meter una enorme caja de banderas en el maletero de su coche aquella mañana. Volvió corriendo a su coche y regresó al cementerio con la caja de banderas. Mientras su padre estaba lejos, se puso a trabajar en serio, algo que haría que su padre se sintiera orgulloso.
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Cuando Griffin regresó media hora más tarde, presenció un espectáculo que le hizo llorar. Vio a Nathan marchando hacia algunas de las tumbas y saludando a cada una de ellas. Pero eso no era todo.
Griffin observó las tumbas y comprobó que estaban limpias y con las banderas plantadas junto a las lápidas.
"¡Vaya!", suspiró Griffin y miró a Nathan, que estaba ocupado plantando el último grupo de banderas junto a las tumbas de los soldados.
Griffin palmeó a su hijo Nathan. No podía creer lo que veía y estaba muy emocionado. Aquel día estaba encantado. Pero otra sorpresa esperaba a Nathan a la mañana siguiente.
"¡Papá, unos soldados han venido a verte!", gritó Nathan al ver una tropa de soldados en su porche.
"Hijo, hemos venido a verte a ti y no a tu padre", aclaró uno de los soldados. Nathan se quedó perplejo y salió a su encuentro.
Resulta que los soldados que custodiaban el cementerio habían visto a Nathan limpiando algunas tumbas y presentando sus respetos a los soldados fallecidos. Se sintieron conmovidos y decidieron recompensarlo por su amabilidad. Lo habían visto marcharse con su padre y rastrearon su dirección utilizando la matrícula de su coche.
Griffin salió al oír las voces de los desconocidos y se quedó estupefacto al ver allí a una tropa de soldados. No podía creer lo que veían sus ojos cuando uno de ellos se dirigió hacia Nathan con una recompensa.
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El soldado le entregó a Nathan un recuerdo mientras el resto lo saludaba. Griffin se emocionó hasta las lágrimas y los soldados se sorprendieron al saber que Nathan no era otro que el hijo de su camarada.
Griffin invitó a la tropa a tomar el té y a conversar. A lo largo de la conversación, los soldados elogiaron a Griffin por haber criado a un chico tan maravilloso, que no se privó de honrar la historia de su nación.
Griffin estaba a punto de llorar, pero se rió a carcajadas y llamó a Nathan en voz alta. Le dio unas palmaditas en el hombro con orgullo y le dijo: "¡ES MI HIJO y estoy orgulloso de él!".
Nathan abrazó a su padre y derramó lágrimas de alegría. Su corazón se sintió más ligero y feliz aquel día porque sabía que su padre lo había perdonado. Además, estaba orgulloso de sí mismo por honrar a los verdaderos héroes que sacrificaron su vida por su país.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Recuerda honrar la historia de tu nación y a los soldados caídos porque la libertad nunca ha sido gratis. Cuando Nathan vio las tumbas de los soldados descuidadas y olvidadas, las limpió y plantó banderas cerca de cada lápida.
- Cuando respetas a los demás, serás honrado a cambio. Una tropa de soldados honró a Nathan después de que el niño honrara a los soldados en el cementerio.
Cuéntanos qué piensas y comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.
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