Periodista que entrevista a víctima de incendio en centro comercial descubre que su hijo está dentro - Historia del día

Gianna estaba preparada para realizar una entrevista pionera a una víctima de un incendio. Pero, de repente, leyó un mensaje en su teléfono que le hundió el corazón. Lo que hizo a continuación definió quién era, no sólo como periodista, sino como ser humano.

"¡Rojo sangre! A su público le encanta ese tono de labios en su reportera de campo favorita", le dijo Jerry, el ayudante del productor, a la maquilladora de la furgoneta de maquillaje. Gianna no respondió. Sólo quería terminar de una vez para poder dedicarse a lo que le apasionaba: dar las noticias.

En muy poco tiempo en su nuevo trabajo como corresponsal, Gianna había calado hondo en el público. Era una mujer motivada, con una carrera profesional y preparada para el éxito, desde que siempre fue una estudiante sobresaliente en la escuela y la universidad hasta que empezó su carrera periodística a los 19 años.

Pero las cosas se ralentizaron cuando se casó con su novio de la universidad, Jonathan. La pareja dio la bienvenida a su primer hijo antes de su primer aniversario. Ni Jonathan ni Gianna estaban preparados para ser padres, pero adoraban a su pequeño, Tyler. Pero pronto, las grietas en el matrimonio de la pareja empezaron a agrandarse.

Jonathan luchaba por encontrar un trabajo estable y Gianna se esforzaba por cuidar sola de Tyler y de la casa. La pareja no podía hacer frente a sus niveles individuales de estrés y empezaron a tener peleas con regularidad.

Jonathan se enfadaba cuando volvía a casa y encontraba la casa desordenada, los platos sin fregar y la comida insatisfactoria. Gianna se enfadaba porque Jonathan no podía mantener un trabajo, y mucho menos ascender en la empresa.

Finalmente, Jonathan y Gianna decidieron separarse. Por el bien de Tyler, optaron por la crianza compartida. Gianna estaba decidida a retomar su carrera y reavivar su pasión por el periodismo. Trabajaba duro y quería triunfar en la vida por su hijo.

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"Cuando alcances esas alturas que has estado persiguiendo, no olvides tu humanidad".

Gianna estaba tan motivada que ni siquiera se daba cuenta de cuándo desdibujaba las líneas de la moralidad. Su trabajo actual no se debía sólo a su talento y habilidad. Tenía un elemento de malicia. Y, como el karma quiso, la política de la oficina hizo que su lugar en la red fuera inestable.

Hace un par de años, Gianna había trabajado duro para ganarse un puesto de corresponsal en la cadena de noticias. La competencia era dura, así que cuando se enteró de que un periodista rival, Adam, iba a conseguir el puesto de corresponsal, hizo algo impensable.

Inculpó a su competidor iniciando una polémica que lo relacionaba con prácticas periodísticas poco éticas. Adam fue despedido y Gianna obtuvo el puesto.

En el fondo de su corazón, Gianna estaba resentida por haber cruzado la línea.

"Es por Tyler. No pasa nada. Es por Tyler", se consolaba Gianna y seguía adelante.

Años después, aquí estaba, sentada pensativa en una furgoneta, preparándose para hacer un reportaje sobre algo que no iba a interesar a nadie. Reflexionaba sobre su carrera y su vida con una pizca de tristeza. Estaba muy cerca de hacerse un nombre. Pero estaba agotada por la carrera de ratas.

"No tenía que ser así. Mi talento debería haber sido suficiente. ¿Por qué no podía tener una vida familiar estable para no comprometer mi carrera? Necesito mejorar esto. Necesito hacer esto bien. ¿Cómo podría enfrentarme a Tyler...?".

"¡Gianna!", el asistente del productor, Jerry, rompió el hilo de los pensamientos de Gianna.

"Ha habido un incendio masivo en el centro comercial de la ciudad a sólo 5 minutos. He concertado una entrevista con una de las víctimas. Todo el mundo está pendiente de las noticias sobre el incendio. ¡Si la entrevista sale bien, serás una estrella!".

Gianna estaba indignada por el oportunismo de Jerry. Pero no respondió. Sabía de primera mano cómo la carrera de ratas te cambia como persona. Se preparó rápidamente mientras se dirigían al centro comercial en llamas.

Una de las víctimas del incendio, un chico de 21 años, estaba recibiendo tratamiento preliminar en la furgoneta de los paramédicos. El joven temblaba de miedo y no estaba preparado para ninguna cámara. "¡No... ninguna cámara, por favor!", gritaba el chico.

Gianna lo tranquilizó y le prometió que sólo lo grabaría cinco minutos y le desenfocaría la cara si él quería. A continuación, encendió la grabadora de voz de su teléfono y empezó a empatizar con la asustada víctima y a hacerle preguntas.

Mientras tanto, su teléfono no paraba de sonar, interrumpiendo la entrevista. "¡¿Quién demonios me está molestando ahora?!". Gianna se disculpó con la víctima y echó un vistazo a la persona que llamaba. Era Jonathan. 7 llamadas perdidas. 4 mensajes.

Había dejado a su hijo Tyler con él antes de irse a trabajar ese día. Abrió los mensajes y su rostro palideció.

"Contesta el teléfono, Gianna. Había dejado a nuestro hijo Tyler en la zona de juegos del centro comercial un rato antes de que ocurriera todo esto", decía uno de ellos.

Gianna sintió que le succionaban el aire de los pulmones. Al momento siguiente, saltó de la furgoneta y corrió hacia el centro comercial en llamas. "¡TYLER!", gritó Gianna mientras corría desesperada por la concurrida calle del centro comercial.

La policía le impidió acercarse al centro comercial. Pero, con todas sus fuerzas, intentó pasar por delante de ellos. Hicieron falta tres policías para sujetar a Gianna con los brazos. Como no podía hacer nada, rompió a llorar.

De repente, los ojos de Gianna se dirigieron hacia una ambulancia, donde vio a Tyler con los médicos. Corrió hacia él gritando: "¡Gracias a Dios! ¡Tyler!".

"¡Mamá!", dijo el niño levantando las manos para abrazar a su madre. Los médicos dijeron que no corría peligro. Los bomberos habían evacuado primero a los niños de la zona de juegos.

Pronto, Jonathan llegó también cerca de la ambulancia. Pidió disculpas a Gianna y la familia, atribulada, se abrazó.

Gianna se dio cuenta de que había perdido su teléfono mientras buscaba a Tyler. El audio de su entrevista incompleta estaba almacenado en él. Sin embargo, ya no le importaba. Al día siguiente, fue a su oficina esperando que su jefe la despidiera.

"Siéntate, Gianna", le dijo su productor, el Sr. Greggs, en tono serio. Gianna se sentó, esperando lo inevitable.

"Recuerdo mi primer día como reportera como si fuera ayer. Creía que podía cambiar el mundo. Y cuando me di cuenta de cómo había descuidado mi propia casa y a mis propios hijos, todo por perseguir el próximo gran ascenso, ya era demasiado tarde".

"Ese día aprendí la lección de que si te importaba una carrera de éxito, no podías preocuparte de mucho más. Había que perder la ternura para ser duro y durar en este mundo brutal, pensé".

"Pero lo que hiciste ayer... desafió eso. Tiraste por la borda tu única oportunidad de éxito en un abrir y cerrar de ojos por el bienestar de tu hijo".

"Y si decido penalizarte por mostrar una pizca de humanidad, no podré dormir por la noche...", dijo el Sr. Greggs, haciendo una pausa antes de darle a Gianna la noticia más inesperada.

"Así que he decidido recompensarte en su lugar. Te he convocado aquí para entregarte tu carta de promoción. Sólo prométeme una cosa: cuando alcances esas alturas que has estado persiguiendo, no olvides tu humanidad".

Gianna tenía lágrimas en los ojos. Asintió y aceptó su carta de promoción, sabiendo que el incidente había cambiado algo en ella para siempre.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

• Hay cosas que importan más que el dinero y la carrera. Aunque antes Gianna no mostraba ninguna cualidad redimible, lo dejó todo cuando era importante. Su amor por su hijo la guió por el buen camino.
• El amor de una madre lo supera todo. Gianna estaba inmersa en hacer bien la entrevista que definiría su carrera, pero lo dejó todo para encontrar a su hijo cuando supo que podría haber estado en el edificio.

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