Mi marido olvidó que estábamos casados y me echó de casa, luego se arrepintió muchísimo - Historia del día
Un día mi marido dijo que no me reconocía y me echó de casa. Cuando se dio cuenta de su error, intentó rectificarlo.
Me llamo Rose. Tengo 55 años, y también me volveré a casar con el amor de mi vida dentro de unos momentos. Sí, otra vez. Este será nuestro segundo matrimonio, y aunque las circunstancias que lo propiciaron fueron amargas, no creo que cambiaría nada si pudiera.
Para entender mi historia, tendré que retroceder a hace una semana. Había sido una mañana tranquila, pero no se me permitió disfrutar de la serenidad. Como de costumbre, mi marido, Reece, se despertó primero. Tiene 60 años y ha sido el amor de mi vida durante tanto tiempo; no recuerdo cómo era la vida antes de conocerle.
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Aquella mañana se despertó sin recuerdos, así que me imagino lo sorprendido que se estaría al ver a una mujer totalmente extraña en su cama.
"¿Diga?", recuerdo que dijo. "¿Quién eres?"
No me gustan las mañanas y siempre me levanto malhumorada. Mi marido lo sabe, pero aquel día no tenía acceso a sus recuerdos, así que se sorprendió cuando le espeté que necesitaba dormir más.
"¡Mire, señora, no puedo tenerla en mi cama sin saber quién es!", me gritó.
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Eso me despertó. Mi marido nunca levanta la voz.
"Cariño, ¿qué te pasa?", le pregunté, pero él solo me miró.
Tras mirarme un momento, me pidió que saliera de casa. Fue entonces cuando empecé a pensar demasiado. ¿Por qué quería que me fuera? ¿Por qué parecía tan serio?
"Esto no es una broma, ¿verdad?", le pregunté. "¿Estás intentando romper conmigo?".
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No sé por qué lo pregunté, pero se me había metido en la cabeza y no podía apartar la idea. ¿Estaba mi marido fingiendo amnesia para escapar de nuestro matrimonio de décadas? Me negué a creerlo.
Me echó de casa aquella misma mañana. Estaba furiosa, pero principalmente por miedo. Fui a casa de mi hermana; recuerdo que me temblaban las manos cuando llamé al timbre de Mary y oí a su cocker spaniel ladrar excitado al otro lado de la puerta.
Mientras tanto, de vuelta en casa, mi marido había estado recorriendo la casa, viendo nuestras fotos en la pared. Nos declaraban marido y mujer, y parecíamos felices en ellas. Solo que no podía reconocer a nuestros hijos ni a mí.
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Mi hermana informó a nuestros hijos y fueron a visitarle. "Papá", dijo el mayor, Ryan. Era el que más se parecía a Reece, con su pelo rubio y sus ojos azules. "Hemos venido a visitarte", añadió la menor, Rachel.
Siempre había sido la más cercana a él, pero Reece no la recordaba. "Papá, ¿qué ha pasado, por qué no nos recuerdas? Tampoco recuerdas a mamá, pero llevas casado con ella más de 40 años. ¿Vas a ver a un médico?"
Tras días de idas y venidas, y la intervención del médico, Reece se dio cuenta de que tenía problemas con sus recuerdos.
"No, yo... necesito ver a mi mujer", dijo.
Aunque al principio me sentí dolida, también me alegré de haberle oído decir aquellas palabras, así que volví a su lado. Se disculpó por su duro trato y empezó a cortejarme como si acabáramos de empezar a salir. Quería que compartiera con él nuestros recuerdos, y lo hice encantada.
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Pasamos todo el día visitando nuestros lugares favoritos y, al final del día, se arrodilló para volver a proponerme matrimonio. Todo esto ocurrió muy deprisa y no hace falta decir por qué, es decir, ya estábamos casados y teníamos hijos y todo esto era una formalidad.
Por desgracia, su cuerpo ya no era lo que era, así que torció demasiado la rodilla mientras me pedía matrimonio. Después fuimos al hospital para que se la trataran, y fue entonces cuando descubrimos que tenía síntomas de demencia, razón por la cual no podía recordar a su familia.
Decidió que nunca volvería a olvidarme, así que me pidió volver a casarse conmigo allí mismo, en el hospital. La boda esta prevista para dentro de poco, y los nervios volvieron a apoderarse de mí, igual que la primera vez.
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¿Qué aprendimos de esta historia?
- El amor verdadero siempre vencerá. Reece perdió sus recuerdos, pero su familia le rodeó de amor y apoyo, lo que le ayudó a darse cuenta de lo que había perdido y le hizo decidirse a vivirlo de nuevo.
- El perdón es importante. Rose perdonó a su marido por echarla de casa, incluso antes de que se dieran cuenta de que padecía demencia. El tiempo que pasó con él, rememorando sus viejos recuerdos, le ayudó mucho, y eso habría sido imposible si hubieran estado enfrentados.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com