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Una casa antigua. | Fuente: Unsplash
Una casa antigua. | Fuente: Unsplash

Pareja se muda a una casa antigua y pronto se da cuenta de que no están solos - Historia del día

Jesús Puentes
08 jul 2024
02:15

Una pareja se muda a una casa vieja por problemas económicos. La casa resulta no estar tan mal como parecía al principio, pero la situación empeora cuando empiezan a oír pasos y la comida empieza a desaparecer de la nevera. ¿Será que no están solos en la casa?

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Margo y Robert se estaban mudando a casa de la abuela de Margo. Habían cargado el automóvil con todas sus pertenencias y conducido hasta allí, con el maletero y el asiento trasero llenos hasta el tope.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Margo había dejado el trabajo hacía poco y necesitaban ahorrar dinero, por lo que habían decidido mudarse a aquella casa para ahorrarse el alquiler.

Ni Margo ni Robert estaban contentos. Se mudaban a una casa destartalada en las afueras de la ciudad.

Robert trabajaba como capataz y pensaba renovar la casa poco a poco. Era bueno con las manos, así que se mostraba algo optimista ante el reto. Aun así, era mucho trabajo.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Cuando Robert aparcó cerca de su nueva casa, Margo salió del automóvil con una sensación de terror. La casa tenía un aspecto... espeluznante. Las contraventanas colgaban en ángulos extraños y la pintura se desconchaba en grandes manchas.

La maleza crecía a gran altura alrededor de la propiedad, y el jardín estaba lleno de arbustos espinosos. La casa parecía cernirse sobre ellos, proyectando largas sombras a la luz del atardecer.

Margo no conocía bien a su abuela, ni tampoco el resto de su familia. Su abuela había sido una persona muy cerrada y fría, además de bastante extraña. Todos en el pueblo la consideraban el bicho raro del lugar.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Robert se acercó a Margo, intentando parecer optimista. "¿Estás lista para entrar?", preguntó, echando un vistazo a la casa.

"Sinceramente, no", respondió Margo, sintiendo un nudo en el estómago.

Robert asintió, comprendiendo sus sentimientos. "Sí, yo tampoco. Esto no es lo que esperábamos, pero tenemos que hacerlo" -dijo, cogiendo una caja del automóvil.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Margo respiró hondo y lo siguió. "Ya lo sé. Acabemos con esto de una vez" -dijo, intentando armarse de valor mientras caminaban hacia la casa.

Robert abrió la puerta y Margo entró en la casa con él. Esperaba ver capas de polvo, telarañas y suciedad. En cambio, la casa parecía bastante bien cuidada, como si alguien se hubiera ocupado de ella.

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Margo sabía que eso era imposible, ya que su abuela había muerto hacía unos meses y nadie había entrado en la casa desde entonces. La idea de que alguien más pudiera estar viviendo allí la inquietaba.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Robert recorrió la casa, inspeccionándola. Comprobó la estabilidad del suelo, asegurándose de que no hubiera puntos débiles.

Accionó los interruptores de la luz, satisfecho de que la electricidad siguiera funcionando. Luego abrió y cerró el grifo, asegurándose de que las cañerías funcionaban.

"No está tan mal como pensábamos", dijo Robert después de revisar la casa. Miró a su alrededor, asintiendo al ver el espacio relativamente limpio.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

"Tienes razón, pero me da miedo. ¿A ti no te asusta?", preguntó Margo, mirando nerviosa por la habitación. No podía deshacerse de aquella sensación de inquietud.

"¿Por qué debería asustarnos? Tendremos que gastar menos dinero en esta casa de lo que pensábamos. Eso es una buena noticia, sobre todo ahora", respondió Robert, pensando en su ajustado presupuesto.

Sabía cuánto deseaba Margo convertirse en artista y hacía todo lo posible por apoyar sus sueños. Margo suspiró, sintiendo una mezcla de alivio y culpa. Sabía que Robert se esforzaba por mantener las cosas positivas para ella.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Se sentía mal por no trabajar, pero esperaba que su arte algún día les ayudara económicamente. Justo entonces, oyó un ruido extraño, como de pasos.

"¿Has oído eso?", preguntó con voz tensa.

"¿Oír qué?", Robert la miró, confuso.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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"Sonaba como si alguien caminara", dijo Margo, con los ojos muy abiertos.

"Te lo habrás imaginado; yo no he oído nada", replicó Robert, intentando calmarla.

Margo decidió que Robert tenía razón y que se lo había imaginado. Sacudió la cabeza, tratando de ignorar el sonido.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Unas horas más tarde llegaron los muebles. Trabajaron juntos para preparar la casa, ordenando sus pertenencias y haciendo que el espacio se pareciera más a un hogar.

Aquella noche, Margo se tumbó en la cama junto a Robert, dormitando intermitentemente, incapaz de dormir profundamente. Los crujidos y gemidos desconocidos de la vieja casa la mantenían en vilo.

De repente, oyó un ruido, como una puerta que se cerraba. Abrió los ojos de golpe y sintió un escalofrío que le recorría la espalda. Inmediatamente despertó a Robert.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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"Robert, ¿has oído eso?", susurró con urgencia.

Robert gimió y se frotó los ojos. "Probablemente lo has soñado", murmuró, medio dormido.

"No, estaba despierta. Estoy segura de haber oído algo" -insistió Margo, con el corazón latiéndole con fuerza.

Robert suspiró. "Es una casa vieja, Margo. Hace ruidos. Intenta volver a dormirte" -dijo, dándose la vuelta.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Pero Margo no podía ignorar el ruido. Se levantó con cuidado de la cama, intentando no molestar más a Robert, y encendió la linterna de su teléfono.

El tenue haz atravesó la oscuridad cuando salió de la habitación y empezó a recorrer la casa, comprobando una por una las habitaciones. No encontró nada inusual, pero su inquietud no hizo más que aumentar.

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Finalmente, Margo llegó a la puerta del sótano. Decidió comprobar si había algo allí. Cuando intentó abrirla, se dio cuenta de que estaba cerrada por el otro lado. El corazón le dio un vuelco.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Margo volvió a la cama, decidiendo ocuparse de ello al día siguiente, con la mente desbordante de posibilidades. Volvió a acurrucarse bajo las sábanas, intentando alejar los pensamientos.

Esta vez consiguió dormirse, aunque sus sueños estaban llenos de imágenes inquietantes de la casa y sus secretos.

Al día siguiente, antes de ir a trabajar, Robert fue a comprar alimentos para que Margo pudiera prepararles la cena. Salió temprano, quería asegurarse de que tenían todo lo que necesitaban. Margo le despidió con una sonrisa, sintiéndose un poco más tranquila tras los acontecimientos de la noche anterior.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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A lo largo del día, mientras limpiaba y arreglaba su estudio de arte, Margo se olvidó de los ruidos que había oído por la noche y de la puerta cerrada. Se enfrascó en su trabajo, desempaquetando el material artístico y montando el caballete.

Sintió una sensación de paz mientras organizaba sus pinceles y pinturas, imaginando las hermosas obras que crearía en este nuevo espacio.

Pero cuando llegó el momento de preparar la cena, abrió la nevera y se dio cuenta de que faltaba algo de comida.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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No era mucho, sólo dos huevos y un poco de leche, pero no dejaba de ser extraño, teniendo en cuenta que Robert acababa de comprar la comida y aún no habían comido nada. Frunció el ceño, desconcertada.

Decidida a averiguar qué pasaba, Margo fue al garaje, donde Robert ya había trasladado sus herramientas de trabajo. Cogió unas cuantas herramientas que pensó que podrían ayudarla a desbloquear la puerta.

Tras juguetear con la puerta durante unos minutos, Margo consiguió desbloquearla. Su corazón se aceleró cuando la puerta crujió al abrirse.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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El sótano estaba oscuro y Margo no pudo ver nada al principio. Buscó el interruptor de la luz, lo encendió y bajó las escaleras con cautela. Lo que vio confirmó sus sospechas.

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En el suelo había dos pequeños colchones con almohadas y mantas. Sobre uno de los colchones yacía un peluche, desgastado pero querido.

También había una estufa de gas portátil en el suelo. La mente de Margo se agitó. Efectivamente, alguien vivía en la casa.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Cuando Robert volvió del trabajo y cenaron, Margo se debatió entre contarle o no lo que había encontrado hoy. Pensó en los dos colchones pequeños, el juguete de peluche y la estufa portátil.

Sabía que Robert ya tenía mucho que hacer y no quería preocuparlo innecesariamente. Decidió callarse de momento e investigar más por su cuenta.

Cuando Robert se durmió, Margo salió silenciosamente de la cama. Estaba segura de que quienquiera que viviera en el sótano saldría por la noche.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Respirando hondo, cogió una linterna y bajó al sótano, decidiendo no encender la luz para no asustar a la persona que vivía allí.

Bajó las escaleras con cuidado, intentando hacer el menor ruido posible. La oscuridad era densa y opresiva, pero el haz de luz de la linterna la atravesaba.

Movió la luz lentamente, barriéndola por la habitación hasta que se posó en el lugar donde estaban los colchones. Para su sorpresa, vio a dos niños durmiendo en ellos, un niño y una niña, acurrucados bajo unas mantas finas.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Inesperadamente, Margo gritó, incapaz de contener su sorpresa. Los niños se despertaron, con los ojos muy abiertos por el miedo, y empezaron a gritar también. Con el corazón palpitante, Margo corrió hacia el interruptor y encendió la luz.

La súbita claridad llenó el sótano, mostrando a los niños en toda su plenitud. El chico parecía tener unos dieciséis años, y la chica era mucho más joven, tal vez seis. Se aferraron el uno al otro, temblorosos.

"¿Quiénes son? ¿Y qué hacen en mi casa?", preguntó Margo, intentando mantener la voz firme. Se quedó mirando a los niños, con la mente desbocada.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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El niño se adelantó, protegiendo a la niña. "Puedo explicarlo todo", dijo. "Soy Mark, y ésta es mi hermana pequeña Olive".

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"¿Por qué están aquí?", preguntó Margo, con los ojos muy abiertos por la preocupación.

Mark respiró hondo. "Nuestros padres nos echaron. No teníamos adónde ir. Vinimos a esta casa pensando que aquí no vivía nadie".

"Pero Sally vivía aquí", dijo Olive en voz baja, con voz temblorosa. "Nos acogió y cuidó de nosotros".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Margo sintió una punzada de tristeza. "Sally ya no está", dijo en voz baja.

"Sí, ya nos dimos cuenta", replicó Mark. "Por eso estamos ahora en el sótano. No sabíamos adónde ir".

Margo miró a los niños. Estaban claramente asustados y vulnerables. Los niños no deberían tener que vivir en un sótano y robar comida, pensó. Necesitaban un lugar seguro. Suspiró con fuerza, sintiendo una mezcla de emociones.

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"Levántate", dijo con suavidad. "Les prepararé una cama en una habitación de arriba".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Los niños se levantaron vacilantes y siguieron a Margo. Los condujo a la habitación de invitados, preparó la cama y les dio mantas y almohadas limpias. La miraron con gratitud y alivio.

Observó cómo los niños se acomodaban en la cama y luego regresó en silencio a su habitación con Robert.

Mientras se acostaba, su mente se llenó de pensamientos sobre Mark y Olive. Sabía que su presencia lo cambiaría todo.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Por la mañana, Margo le dijo a Robert que tenía algo que enseñarle. Curioso, la siguió hasta la habitación de invitados. Abrió lentamente la puerta y vio que los dos niños seguían durmiendo plácidamente.

Los ojos de Robert se abrieron de golpe. "¿Quiénes son?", susurró.

Margo respiró hondo y explicó: "Han estado viviendo en nuestro sótano".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Robert se pasó una mano por el pelo, intentando procesar la información. "¿Qué se supone que debemos hacer, Margo?".

Margo vaciló y luego dijo: "Quizá sea nuestra oportunidad de ser padres por fin. Siempre hemos querido tener hijos y no hemos podido tener los nuestros".

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Robert suspiró profundamente. "Pero apenas tenemos dinero para nosotros. ¿Cómo podemos permitirnos cuidar de dos niños?".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Margo le miró con determinación. "Podría vender mis cuadros. Sé que aún no he ganado mucho, pero podría esforzarme más. Podríamos hacer que funcionara".

Robert negó con la cabeza. "Tenemos que ser realistas. Hablaremos de ello si consigues vender tus cuadros. Por ahora, la mejor opción tanto para ellos como para nosotros es entregarlos a las autoridades."

Margo sintió una punzada de tristeza, pero comprendió su punto de vista. Robert le besó suavemente la frente. "Hasta luego", dijo antes de marcharse a trabajar.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Cuando los niños se despertaron, Margo los sentó en la cocina. Le dolía el corazón mientras se preparaba para darles la noticia. "Mark, Olive, tengo que hablaros de algo" -empezó a decir en voz baja.

Mark la miró con los ojos muy abiertos. "¿De qué se trata?"

Margo respiró hondo. "Puede que deba entregarlos a las autoridades. Les buscarán un lugar donde vivir".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Los niños entraron inmediatamente en pánico. "¡No! Por favor, no lo hagas", suplicó Olive. "Acabaremos de nuevo en la calle".

Los ojos de Mark se llenaron de lágrimas. "Por favor, Margo. No es seguro".

Margo sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. "Me encantaría que se quedaran los dos, pero mi marido y yo estamos pasando por un momento difícil. No tenemos dinero suficiente para cuidarlos como es debido".

Olive se enjugó los ojos y preguntó: "¿Hay alguna otra manera?".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Margo se lo pensó un momento. "Si pudiera vender mis cuadros, quizá podríamos mantenerte. Pero eso no está garantizado".

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Aquella noche, Robert volvió a casa con las autoridades. En cuanto los niños vieron a los asistentes sociales, gritaron y se aferraron a Margo, suplicando que no se los llevaran. "¡Por favor, Margo, no dejes que nos lleven!", gritaban.

A Margo se le partía el corazón cuando intentaba consolarlos. "Lo siento mucho", susurró. Miró a Robert, esperando que cambiara de opinión, pero él se mantuvo firme.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Los asistentes sociales se llevaron con cuidado a Mark y Olive. Los gritos de los niños resonaron en la casa mucho después de que se hubieran ido. Margo se volvió hacia Robert, con lágrimas en los ojos. "¿Por qué has hecho esto?"

El rostro de Robert estaba surcado por la tristeza. "Para mí también fue doloroso, Margo. Quiero tener hijos y una familia contigo, pero ahora mismo no podemos darles una buena vida. Tenía que pensar en lo mejor para todos".

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Unos días después, Margo estaba sentada en su estudio de arte delante de un lienzo en blanco, incapaz de pintar. El estudio se sentía vacío sin la presencia de los niños.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Se levantó, cogió el lienzo y las pinturas y se fue al sótano. Los dos pequeños colchones seguían allí, un recordatorio silencioso de Mark y Olive. Empezó a pintar, volcando todas sus emociones en la obra.

Cuando terminó, llamó al cuadro "Supervivencia". Margo puso el cuadro a la venta y, para su asombro, lo compraron el mismo día por una buena suma.

Era dinero suficiente para llevarse a los niños y mantenerlos por el momento. Pero Margot y Robert confiaban en que Margot vendería otros cuadros y podrían mantener a los niños.

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Entusiasmada, Margo le contó a Robert lo de la venta. Él sonrió, asintió y dijo: "Hagámoslo".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Acudieron a las autoridades y averiguaron que Mark y Olive buscaban una familia de acogida porque las condiciones de vida de sus padres eran terribles. Margo y Robert se las arreglaron para convertirse en los tutores de los niños y se los llevaron a casa.

Ya habían preparado una habitación para cada niño, llenándoles de juguetes, libros y mantas calientes.

Cuando Mark y Olive entraron en sus nuevas habitaciones, sus ojos se iluminaron de alegría. Margo y Robert los observaron, sintiendo una profunda sensación de plenitud y felicidad. Su familia por fin estaba unida.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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