"Tu padre te dejó un millón de dólares". Mujer recibió una noticia impactante, considerando que su padre seguía vivo - Historia del día
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La vida familiar de Nora no era lujosa. Tenían suficiente para la comida y las facturas, pero eso era todo. Valoraba la convivencia familiar y era lo bastante paciente como para esperar tiempos mejores. Pero sus creencias estaban a punto de ponerse a prueba cuando tuvo la oportunidad de reclamar un millón de dólares. ¿Seguiría siendo honrada o aceptaría el dinero?
Nora, su esposo Rico y su hija Lisa estaban desayunando juntos. La luz del sol matutino entraba por la ventana de la cocina, proyectando un cálido resplandor sobre la mesa, llena de platos con huevos, tostadas y fruta fresca.
A pesar del ambiente acogedor, la tensión flotaba en el aire. Rico estaba pegado al portátil, hojeando ofertas de trabajo con el ceño fruncido y la cara iluminada por la luz azulada de la pantalla.
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"Rico, ¿puedes dejar eso y desayunar con nosotros?", preguntó Nora amablemente, sirviendo un vaso de zumo de naranja a Lisa.
Rico apenas levantó la vista. "Estoy ocupado, Nora. Tengo que encontrar trabajo".
Nora suspiró, intentando contener su frustración. "Lo comprendo, pero ¿no puedes tomarte un descanso de unos minutos? A Lisa y a mí nos encantaría tu compañía".
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Rico cerró el portátil y la fulminó con la mirada.
"¿Crees que no lo sé? ¡Estoy intentando arreglar las cosas aquí! He perdido mi trabajo, Nora. Estoy haciendo todo lo posible por encontrar otro".
Lisa miró a sus padres, con los ojos muy abiertos por la preocupación. Nora tendió la mano para consolarla, pero la ira de Rico tensó el momento.
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"Rico, sé que es duro. Pero estar tan estresado no te ayudará. Lo superaremos juntos. El dinero no lo es todo. Lo que importa es que nos tenemos el uno al otro", dijo Nora en voz baja, intentando calmar la situación.
Rico se burló.
"Para ti es fácil decirlo. No eres tú quien tiene que mantener a esta familia. Quiero más para nosotros, Nora. Y como mi esposa, necesito tu apoyo, no tus sermones".
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Nora sintió una punzada aguda en el pecho. Sabía que Rico estaba sometido a mucha presión, pero sus duras palabras le escocían.
Miró a Lisa, que le hurgaba en los huevos con expresión preocupada.
Antes de que Nora pudiera responder, el timbre del teléfono interrumpió su discusión. Agradecida por la distracción, contestó rápidamente.
"¿Diga?".
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"Hola, ¿habla Nora?", preguntó una mujer que sonaba profesional. "Soy la secretaria del bufete Thompson & Greene. Necesitamos que vengas para la lectura de un testamento".
Nora se quedó desconcertada. "¿La lectura de un testamento? ¿El testamento de quién? Ninguno de mis parientes ha fallecido recientemente".
"Lo siento, no tengo todos los detalles. Me acaban de dar instrucciones para informarte de que asistas mañana a la lectura. ¿Podrías hacerlo?".
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Confundida, Nora aceptó. "Sí, puedo estar allí. ¿A qué hora?".
La secretaria le dio los detalles y Nora los anotó en su libreta. Tras colgar, se volvió hacia Rico, que la miraba con curiosidad.
"¿Qué ha sido eso?", preguntó Rico.
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Nora negó con la cabeza. "Por lo visto, mañana tengo que asistir a la lectura de un testamento. No tengo ni idea de quién es. Ninguno de mis familiares ha fallecido".
El rostro de Rico se iluminó ligeramente. "Quizá sea un pariente lejano o algo así. ¿Quién sabe? Nos vendría bien una buena noticia, para variar. Quizá estemos a punto de hacernos ricos".
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Nora no sabía qué pensar, pero esperaba que Rico tuviera razón. Tal vez aquella llamada inesperada aportaría un alivio muy necesario a sus atribuladas vidas.
Al día siguiente, Nora y Rico llegaron al bufete de abogados Thompson & Greene.
El edificio era grandioso e imponente, con suelos de mármol y techos altos que hacían que Nora se sintiera fuera de lugar.
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Aferró con fuerza su bolso, sintiéndose un poco nerviosa en un entorno tan prestigioso.
"Vaya, este sitio es lujoso", susurró Rico, echando un vistazo al opulento vestíbulo.
"Sí, lo es", replicó Nora, sintiendo cada vez más ansiedad.
Una secretaria los condujo a una sala de conferencias donde ya esperaban un hombre llamado Thomas y otro, quien se identificó como Sean.
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Sean parecía sombrío y un poco impaciente, dando golpecitos con el pie cuando entraron.
"Buenos días", dijo Thomas, poniéndose en pie para saludarles. "Gracias por venir. Por favor, siéntense".
Nora y Rico se sentaron, y Thomas empezó a hablar. "Estamos aquí para leer el testamento de Nathan, recientemente fallecido. Nathan es el padre de Sean y de Nora".
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Los ojos de Nora se abrieron de golpe. "Debe de haber algún error. Mi padre no se llama Nathan, y está muy vivo".
Rico le puso suavemente una mano en el brazo.
"Escuchemos primero lo que tiene que decir, Nora. Podría ser importante".
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Thomas asintió, mirando sus papeles. "Comprendo que esto sea confuso. Déjame leer el testamento y después discutiremos los detalles".
Thomas leyó el testamento, que establecía que Sean recibiría la casa, el automóvil y los efectos personales de Nathan.
Nora recibiría un millón de dólares. A Rico se le iluminaron los ojos de emoción, pero Nora estaba furiosa.
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"¡Éste no es mi padre!", exclamó. "No tengo ningún derecho a este dinero".
Thomas parecía desconcertado y volvió a comprobar los documentos. "En el testamento figura claramente que Nora es hija de Nathan. Si de verdad crees que ha habido un error, el dinero sería para Sean".
Sean asintió con la cabeza, instando a Nora a rechazar verbalmente la herencia para que pudieran evitar más trámites. Sin embargo, Rico se mostró inflexible.
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"Nora, debes de estar confundida. Todo en el testamento es correcto. Debes aceptar el dinero".
Se inició una acalorada discusión entre Rico y Sean. Nora, abrumada por el caos, acabó interviniendo.
"¡Basta! Me haré una prueba de ADN para demostrar que ese hombre no es mi padre. Si resulta que no lo es, el dinero será para Sean. Es la única solución justa".
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Thomas aceptó y reprogramó la reunión para dar tiempo a que llegaran los resultados de la prueba de ADN.
En casa, la tensión entre Nora y Rico llegó a un punto de ebullición. Discutieron ferozmente, y sus voces resonaron por toda la casa.
"¡Deberías haber aceptado el dinero, Nora! No importa si es tu padre o no. Necesitamos ese dinero desesperadamente!", gritó Rico.
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Nora se mantuvo firme, con lágrimas corriéndole por la cara.
"No está bien, Rico. Si no es mi padre, no tengo derecho a ese dinero. No aceptaré algo que no es mío".
La cara de Rico se puso roja de ira.
"¡Eres idiota, Nora! No puedo vivir en esta casa con alguien tan estúpida. Si quieres seguir viviendo en la miseria, adelante. Pero yo he terminado".
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Rico salió de la casa dando un portazo. Nora se desplomó en el suelo, sollozando incontrolablemente.
La pequeña Lisa, al sentir la angustia de su madre, corrió hacia ella y la abrazó con fuerza.
"Tranquila, mamá. Todo irá bien", susurró Lisa, intentando consolar a su madre.
Nora abrazó a su hija, sintiendo una mezcla de angustia y determinación.
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Sabía que había tomado la decisión correcta, aunque eso significara perder a Rico. Tenía que ser fiel a sus valores, costara lo que costara.
Una semana después, Nora estaba ordenando la casa, tratando de mantenerse ocupada. Desempolvó las estanterías y volvió a colocar con cuidado las fotos de Rico en una caja.
Los recuerdos de sus tiempos más felices juntos le dibujaron una sonrisa agridulce en la cara.
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De repente, sonó el teléfono, sacándola de su ensueño. Lo atendió, con el corazón latiéndole con fuerza.
"¿Diga?".
"Nora, soy Thomas. Ya están los resultados de la prueba de ADN. ¿Puedes venir a la oficina lo antes posible?".
Nora sintió una mezcla de ansiedad y alivio. "Sí, iré enseguida".
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Se vistió rápidamente y se dirigió al bufete, con la mente desbordante de posibilidades. ¿Qué revelarían los resultados? ¿Y cómo afectarían a su futuro?
Nora y Sean estaban sentados en el despacho de Thomas, con el aire cargado de tensión. Sean estaba visiblemente irritado, con la paciencia agotada por la espera.
"Ya hemos tardado demasiado. Acabemos de una vez", murmuró Sean.
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Nora, aún conmocionada por su reciente separación de Rico, se miró las manos, intentando contener las lágrimas. Sentía una extraña mezcla de tristeza y expectación.
Thomas abrió el sobre que contenía los resultados de la prueba de ADN y leyó en voz alta.
"La prueba confirma que Nora es efectivamente hija de Nathan y tiene derecho a la herencia".
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Los ojos de Nora se abrieron de par en par, incrédula. No podía comprender lo que estaba oyendo. Antes de que pudiera reaccionar, una mujer mayor entró en la habitación.
"Ésta es Caitlin", la presentó Thomas. "Era la viuda de Nathan".
Caitlin miró a Nora con una mezcla de pena y comprensión. "Nora, tú realmente eres la hija de Nathan".
"Él y tu madre guardaron este secreto para protegerte a ti y a tu familia. El esposo de tu madre nunca supo la verdad y siempre creyó que eras su hija".
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Sean, furioso por los resultados, se levantó bruscamente. "¡Esto es ridículo!".
Thomas intervino con calma. "La decisión es definitiva. Nora recibirá el millón de dólares".
Nora sintió un torbellino de emociones: alivio, confusión y una profunda tristeza por los secretos familiares que le habían ocultado.
Asintió, aceptando la realidad de su nueva situación.
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Al salir del despacho, Nora no pudo evitar una sensación de cierre. A pesar de la confusión y el dolor, sabía que había hecho lo correcto.
Salió a la luz del sol, dispuesta a enfrentarse a lo que le deparara el futuro, y decidida a aprovechar al máximo su inesperada herencia.
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