Un conserje pobre escucha un secreto: el dueño de la empresa es su hermano biológico y lo está ocultando
Mientras friega el suelo, el conserje Jacob se entera de un secreto que le va a destrozar la vida: Ethan, el rico director general de la empresa, es su hermano biológico. Y lo que es peor, Ethan se lo ha estado ocultando. Consumido por la traición, Jacob se enfurece y desencadena una tormenta de acusaciones, sirenas de policía y verdades familiares ocultas.
El trapeador de Jacob se movía metódicamente sobre el linóleo desgastado, chirriando con cada pasada. El edificio olía a desinfectante y café rancio. Las luces fluorescentes zumbaban por encima, parpadeando de vez en cuando como si estuvieran cansadas.
Un conserje limpiando un edificio de oficinas | Fuente: Midjourney
Se apoyó en el mango del trapeador, tomándose un momento para frotarse el hombro dolorido.
"37 años y empujar un trapeador", murmuró para sí, poniendo los ojos en blanco. "Has recorrido un largo camino, ¿verdad, Jacob?"
Trabajar de conserje en una gran empresa era ahora su vida. Era muy reservado y evitaba a todo el mundo, excepto a la máquina expendedora de la planta dos (que te daba bebidas gratis si la golpeabas bien). Era una vida tranquila, predecible, que era más de lo que siempre había tenido.
Un hombre con mirada pensativa | Fuente: Midjourney
Hace un año, la vida parecía muy distinta. Por aquel entonces, Jacob no era más que otra cara de la calle, que fregaba las ventanillas de los coches con un trapo sucio en busca de billetes de un dólar arrugados.
Había luchado con uñas y dientes por cada dólar, cada comida, cada gota de licor que le ayudaba a dormir por la noche. Se había peleado con cualquiera que se le cruzara y había discutido con la policía cada vez que lo obligaban a irse de la esquina de la calle a la que actualmente llamaba hogar.
Jacob habría luchado contra el mundo entero hasta el día en que lo matara, pero entonces conoció a un hombre que le cambió la vida.
Un vagabundo caminando por una calle de la ciudad | Fuente: Midjourney
Fue como sacado de un libro de cuentos. Jacob necesitaba dinero, así que había montado un pequeño puesto de limpiabotas en una esquina del distrito comercial. Era un buen sitio, con mucho tráfico. Ya había ganado mucho dinero limpiando zapatos y esperaba ganar cientos de dólares aquel día.
Llevaba un rato cuando se le acercó un hombre vestido de negro.
"Lustra éstos", había dicho el hombre, señalando con la cabeza sus mocasines de cuero pulido.
Un hombre con zapatos de cuero | Fuente: Pexels
Jacob casi se había reído. "Ya están limpios, hombre".
El hombre había sonreído, le había tendido un billete de cincuenta dólares y le había dicho: "Hazlo de todos modos".
Jacob no preguntó dos veces. Después, el hombre lo había estudiado como si estuviera evaluando una nueva inversión.
"Te he visto antes limpiando zapatos en esta esquina", dijo. "¿Me... reconoces?".
Un hombre de negocios hablando con alguien en una esquina | Fuente: Midjourney
Jacob negó con la cabeza. "Todos los hombres de traje me parecen iguales, hombre".
"Ya veo". El hombre ladeó la cabeza. "Esto puede parecer una locura, pero me gustaría ofrecerte un trabajo. Pareces un hombre que quiere más de la vida que esto; me gustaría darte la oportunidad de salir de la calle".
Jacob lo había mirado con desconfianza. "¿De verdad? ¿Qué tipo de trabajo?"
"Conserje. El trabajo viene con beneficios y tendrás un sueldo fijo". El hombre le entregó una tarjeta de visita. "Preséntate y será tuyo".
Un hombre de negocios hablando con alguien en una esquina | Fuente: Midjourney
Jacob sólo se había presentado porque, bueno, ¿qué más podía perder?
Pero enseguida se dio cuenta de que nunca encajaría con todos los que trabajaban en el reluciente edificio de oficinas. Llegaba tarde, se iba pronto y trabajaba despacio entre medias. Era el tipo que fregaba los pies de la gente en vez de pedirles que se movieran.
No hizo muchos amigos.
"Te van a despedir, muchachco", le advirtió Eddie de contabilidad una tarde.
Un hombre trajeado señalando con el dedo | Fuente: Pexels
Eddie llevaba la corbata demasiado apretada y la cara demasiado ansiosa. "RRHH ha vuelto a quejarse. Tres quejas sólo este mes".
Jacob se limitó a encogerse de hombros. "Si me despiden, me dan el subsidio. Me las arreglaré".
Lo que le desconcertaba a él -y a todos los demás- era que nunca lo despidieran. Ethan, el hombre que lo había contratado, el director general y chico de oro de la empresa, siempre suavizaba las cosas. ¿Quejas de RRHH? Desestimadas. ¿Advertencias del supervisor? Ignoradas.
Un empresario trabajando en su oficina | Fuente: Midjourney
Los rumores se extendieron como la pólvora.
"Tiene que tener trapos sucios sobre Ethan", especuló un becario. "Si no, no hay forma de que conserve su trabajo".
A Jacob no le importaba lo que pensaran. Que cuchichearan. Ethan no era su jefe, en realidad no. Ethan sólo era un tipo en un despacho con paredes de cristal al que le gustaba dar discursos sobre el "potencial" y la "autodeterminación".
Era una de las partes más extrañas de su trabajo: que lo llamaran periódicamente al despacho de Ethan para darle charlas motivacionales.
Un hombre de negocios en una oficina | Fuente: Midjourney
"¿Sabes lo que eres, Jacob?", había dicho Ethan una vez, recostándose en su sillón de cuero como si tuviera todo el tiempo del mundo. "Eres una semilla. Un limpiador de hoy podría ser un líder mañana si está dispuesto a trabajar para ello".
Jacob había resoplado. "Eso es muy rico, viniendo de ti. Heredaste este lugar de tu padre".
"Sí, pero sigue siendo la verdad". Los ojos de Ethan habían estado tranquilos, firmes. "Pero como quieras. Puedes quedarte cómodo si es lo que quieres".
Un empresario hablando con alguien | Fuente: Midjourney
Jacob se había burlado, saliendo del despacho, pensando: ¿Cómodo? No he estado cómodo ni un solo día de mi vida.
Por fin lo consiguió una noche de la semana anterior. Estaba tumbado en el sofá de la habitación que había alquilado, bebiendo una cerveza y viendo vídeos en el móvil, cuando de repente se dio cuenta de que ése debía de ser el confort al que se refería Ethan.
Ir a trabajar todos los días y hacer malabarismos con las responsabilidades era duro, pero tenía ventajas innegables.
Un hombre descansando en un sofá | Fuente: Midjourney
Por eso, Jacob se sentía casi satisfecho con su vida por primera vez en años mientras pasaba el trapeador de un lado a otro aquella tarde.
Entonces se dio cuenta de que la puerta de la sala de conferencias estaba un poco abierta. Miró dentro.
Ethan estaba allí, paseándose. Su voz era grave pero aguda, atravesando el cristal como una cuchilla. Jacob se quitó los auriculares para oír lo que decía.
Auriculares | Fuente: Pexels
"Si Jacob descubre que soy su hermano, ¡sabes lo que eso podría significar para los dos!", dijo Ethan.
Jacob se quedó helado. ¿Hermano?
Olivia, la esposa de Ethan, se cruzó de brazos, con el rostro tenso por la desaprobación. "No puedes mantener esto en secreto para siempre", advirtió.
Ethan apretó la mandíbula. "Se lo diré cuando esté seguro de que no me causará problemas a mí... ni a ti".
Un hombre hablando airadamente en una sala de conferencias | Fuente: Midjourney
A Jacob se le apretó el pecho y respiró entrecortadamente. ¿Hermano? Se apoyó en la pared y se cayó al suelo cuando sus rodillas cedieron. Hermano... ¿Ethan no había heredado la empresa de su padre? ¿Su padre?
La cabeza le daba vueltas. ¡Esta empresa era tan suya como de Ethan! ¿Qué derecho tenía a enseñorearse de él como director general cuando todo este tiempo sabía que Jacob era de su sangre?
La rabia lo invadió tan rápido que le supo a metal en la lengua. Jacob entró furioso en la sala de descanso y cogió el teléfono del mostrador. Le temblaron los dedos al marcar.
Un hombre con un teléfono móvil en la mano | Fuente: Pexels
"¿Sí, policía?", gruñó al teléfono. "Denuncio un robo. Mi hermano ha robado una empresa que nos pertenece a los dos".
Colgó antes de que pudieran pedirle detalles.
Minutos después, sonaron sirenas en el exterior. Luces rojas y azules parpadeaban a través de las ventanas. Unos cuantos empleados que trabajaban hasta tarde se agolparon junto a las ventanas, murmurando, con los ojos muy abiertos por la conmoción. Jacob salió a su encuentro y condujo a la policía al interior.
Luces intermitentes de un patrullero | Fuente: Pexels
Dentro del despacho de Ethan, Jacob le apuntó como si le estuviera apuntando con una lanza. "¡Me has mentido! Sabías que éramos hermanos todo este tiempo, ¡y me lo ocultaste para quedarte con todo esto para ti!".
Ethan no se inmutó. "Crees que lo sabes todo, pero no es así".
"¡Me dejaste en aquel orfanato!". La voz de Jacob se quebró. "¡Sabías que estaba ahí fuera, solo, y te lo pasaste en grande mientras yo no tenía nada!".
Un conserje enfadado en una oficina | Fuente: Midjourney
Ethan dio un paso adelante, con los ojos duros pero tristes. "Nuestro padre no me dejó esta compañía, Jacob. Lo hizo mi padre adoptivo".
Jacob parpadeó. "¿Qué?"
La voz de Ethan se suavizó. "Y no sabía nada de ti. No hasta hace unos años. Tardé en encontrarte y, cuando lo hice, te contraté. Porque creía en ti".
Un solemne hombre de negocios hablando con alguien en su despacho | Fuente: Midjourney
Sus ojos brillaban con algo crudo, algo demasiado cercano al dolor. "No te dije que éramos hermanos porque quería que aprendieras a valerte por ti mismo. Quería que tuviéramos una relación de igual a igual, no porque me necesitaras".
Silencio. Espeso. Asfixiante.
Jacob se sintió como si lo hubieran golpeado con un martillo. Abrió la boca para hablar, la volvió a cerrar y se marchó sin decir una palabra más.
Justo cuando creía que su vida era buena, todo se había derrumbado a su alrededor.
Un hombre saliendo de un edificio de oficinas | Fuente: Midjourney
Cinco años después
La oficina había cambiado. Nueva decoración. Pintura nueva. El mismo café barato.
Ethan levantó la vista de su escritorio cuando se abrió la puerta. Entró un hombre, bien afeitado, con un traje a medida. Ethan entornó los ojos, confundido, hasta que lo reconoció.
"¿Jacob?". Ethan se puso en pie, con incredulidad en el rostro. "¿Eres... tú?"
"Sí, soy yo". La voz de Jacob era tranquila, más grave que antes. Cerró la puerta tras de sí. "Hacía tiempo que no te veía".
Dos hombres de pie en una oficina | Fuente: Midjourney
"Pareces..." La sonrisa de Ethan era lenta pero amplia. "Tienes buen aspecto, hombre".
"Me siento bien", dijo Jacob, mirando a su alrededor. "Cinco años. Toqué fondo después de salir de aquí". Se rascó la barbilla, con los ojos distantes. "Pero salí. Hice algunos cursos y empecé a gestionar moteles. Me recuperé".
Ethan lo observó con orgullo tranquilo.
Dos hombres hablando en una oficina | Fuente: Midjourney
Jacob dio un paso adelante, con la mirada firme. "No estoy aquí por dinero, Ethan. No estoy aquí por venganza". Hizo una pausa. "Estoy aquí porque entiendo lo que quisiste decir aquel día sobre que no te necesitaba. Estoy dispuesto a ser tu hermano".
Por un momento, Ethan no se movió. Luego cruzó la habitación, con los brazos extendidos.
Jacob se encontró con él a medio camino.
Dos hombres de negocios abrazándose | Fuente: Midjourney
"Lo has conseguido, muchacho", dijo Ethan, con la voz cargada de orgullo. "Lo has conseguido de verdad".
Jacob le palmeó la espalda, sintiendo que algo en él se asentaba por primera vez en mucho tiempo. "Sí", dijo, tragando saliva. "Lo he conseguido".
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Esta obra está inspirada en hechos y personas reales, pero se ha ficcionalizado con fines creativos. Se han cambiado nombres, personajes y detalles para proteger la intimidad y mejorar la narración. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia y no es intención del autor.
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