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Anciana en silla de ruedas llorando en un restaurante. | Fuente: Shutterstock
Anciana en silla de ruedas llorando en un restaurante. | Fuente: Shutterstock

Hijo hace llorar a su anciana madre en silla de ruedas en un restaurante; se disculpa cuando el dueño interviene – Historia del día

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21 mar 2025
14:37

Un joven llevó a su madre discapacitada a un restaurante, pero la estuvo ignorando hasta que se le cayó el vaso de agua. Le gritó por ello, haciéndola llorar, y el dueño se puso furioso e hizo algo sorprendente.

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"Esto está bien", dijo Emily a su hijo, Dean, después de que la camarera les tomara nota y se marchara con los menús. Quería llamar la atención de su hijo porque estaba concentrado únicamente en su teléfono.

"Sí, claro", murmuró él, con los ojos pegados a la pantalla. Pero, de repente, miró a su alrededor. "Ojalá no estuviéramos tan cerca del baño, pero con tu silla de ruedas no podemos sentarnos en otro sitio".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Emily intentó ignorar aquel comentario despectivo y bebió un poco de agua de su vaso. "Aun así, es agradable que salgamos juntos después de tanto tiempo. ¿Qué tal la universidad? ¿Las clases? ¿Ocurre algo interesante en el campus?", preguntó, curiosa por su chico.

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"Cállate y siéntate", dijo el hombre, sorprendiendo a Dean y a Emily.

Dean apenas la llamaba después de irse a la universidad, y Emily sabía que estaba encontrando su camino y que le encantaba la independencia. Crecer con una madre discapacitada no debió de ser fácil, ni siquiera con los cuidadores que a veces contrataba. Ella quería que disfrutara de su propia vida lejos de aquellos problemas. Aun así, sería estupendo tener noticias suyas.

Por eso lo invitó a una comida especial y tuvo que rogarle, rogarle y rogarle para que aceptara. Incluso le sobornó con el costoso reloj de su difunto abuelo. Tal vez, después de todo, viniera por eso. Pero ella iba a ver el lado positivo.

"Oh, está bien, da igual", suspiró, levantando un lado de la boca como si nada.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Una vez más, Emily tomó su vaso de agua para beber un sorbo, pero lo golpeó accidentalmente contra la mesa y el vaso se hizo añicos en el suelo. El estruendo fue tan ensordecedor que todo el restaurante miró hacia allí y, por fin, Dean levantó la vista de su teléfono.

"¡Por el amor de Dios! Ni siquiera puedo tener una cena agradable sin que montes una escena y la gente nos mire. No quería venir, pero no dejabas de darme la lata. Dios, estoy deseando que acabe esta noche", soltó Dean con más volumen del que Emily había oído nunca.

Tenía los ojos muy abiertos por la conmoción de su arrebato, y sabía que la gente seguía mirando. Su voz resonó en todo el restaurante. Finalmente, se le llenaron los ojos de lágrimas y empezó a sollozar en voz baja. "Vale, vámonos ya", dijo entre llantos.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"¡Genial!", dijo Dean y agarró su silla para levantarse de un salto.

"¡Un momento!", se les acercó un hombre. Emily levantó la vista y vio la expresión de enfado en su rostro. Tenía las cejas fruncidas, los labios doblados hacia abajo en la comisura y las arrugas de la frente resaltaban más en el resplandor amarillo de la iluminación superior.

"No vamos a comer aquí. Cancela nuestra comida", dijo Dean, agitando la mano desdeñosamente. Pero el hombre negó con la cabeza.

"Cállate y siéntate", dijo el hombre, escandalizando a Dean y Emily. Pero el chico se sentó lentamente, como si tuviera miedo. "He oído tu pequeño arrebato hace unos segundos, jovencito, y tengo que decirte que han sido las palabras más chocantes que he oído nunca. He estado hablando con mi personal que está cerca, y tengo entendido que se trata de tu madre. ¿Cómo has podido hablarle así?".

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"No... no lo hice", tartamudeó Dean.

"¿No hiciste qué? Sabes que daría cualquier cosa por volver a tener a mi madre conmigo. Ella me lo enseñó todo sobre la vida, el amor, la esperanza y los sueños, y me crio de forma independiente. Al igual que esta hermosa mujer de aquí, también era discapacitada. Tenía una enfermedad que le impedía tener un trabajo normal. Y a pesar de todo eso, me crio. Nunca pasé hambre. Nunca tuve carencias. Sospecho que esta mujer ha hecho lo mismo por ti", continuó el hombre. "Hoy soy dueño de este restaurante y de muchos otros en Chicago. Todo gracias a ella. Y ella no llegó a ver mi éxito".

Dean bajó la mirada hacia su regazo, avergonzado, mientras Emily miraba fijamente al dueño del restaurante, totalmente concentrada en la historia.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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"Así que valora a tu madre. Habla con ella. ¡La tienes aquí mismo! ¡Es el mayor privilegio que jamás tendrás! ¡Sé mejor! De lo contrario, hagas lo que hagas o ganes el dinero que ganes, nunca serás conocido como un hombre de verdad", terminó el hombre, respirando agitadamente.

Emily miró a su hijo y se sorprendió al ver que le corrían lágrimas por las mejillas. Pero antes de que pudiera decir nada, Dean levantó la vista. "Lo siento mucho, mamá", dijo con voz entrecortada. Tenía la cara arrugada y Emily quiso abrazarlo para quitarle el dolor.

"Oh, querido", dijo ella, y él se levantó de un salto para abrazarla, pidiéndole perdón de nuevo.

"Vale, mi trabajo está hecho. Pronto saldrá su comida, y alguien vendrá a recoger rápidamente ese cristal roto", dijo el dueño, que más tarde se presentó como el señor Harris, dando una palmada y alejándose.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Dean volvió a sentarse, guardó el teléfono, se secó las lágrimas y empezó a hablar. "Bueno, mis clases están bien. Un poco aburridas...".

Emily sonrió, secándose la cara. El resto de la cena fue fantástico, gracias a las palabras de reprimenda del señor Harris. Y Dean no volvió a maltratar a su madre.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Respeta a tus padres porque nunca sabes cuánto tiempo vas a estar con ellos. El dueño le dijo a Dean que ojalá su madre estuviera allí para ver su éxito, así que debía aprovechar al máximo el tiempo que pasara con Emily.
  • A veces, hace falta un extraño para que te despiertes y lo hagas mejor. Dean trataba horriblemente a su madre hasta que el dueño del restaurante le regañó y vio el error de sus actos.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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