Oso atrapa a un cazador y lo obliga a escoger entre dos cosas: la vida o el orgullo
Una cazador bastante experimentado decide un día adentrarse en un bosque desconocido para él con la intención de lograr cazar un oso.
A las horas de búsqueda consigue dar con la pista de un gran ejemplar, decidido va tras él resuelto a no volver sin la cabeza de lo que parece ser un oso enorme y así ganarse la admiración de todos en el pueblo.
Al tiempo de seguir el rastro del animal logra divisarlo a cierta distancia de donde se encuentra, así que rápidamente toma su rifle calibre 22 y apunta directo hacia el imponente oso, dispara y espera a que el humo se disipe.
Cuando logra ver a través de la cortina de humo se sorprende al darse cuenta que el oso no se encuentra por ningún lugar, se queda contemplando en espacio donde estaba su presa cuando de pronto siente que le tocan el hombro llamando su atención.
Ahí está el oso mirándolo directamente a los ojos y visiblemente enojado. El animal erguido en dos patas y sosteniendo al cazador aún por el hombro le dice: “Ninguna persona me apunta con un arma, me dispara y se sale con la suya”.
En este punto el hombre está aterrorizado, sabe que va a morir muy pronto, cuando de repente el oso le ofrece una alternativa diciéndole: “Tienes dos opciones, o te desgarro la garganta en este momento, o te bajas los pantalones, te inclinas y me dejas follarte”.
Prefiriendo perder la dignidad que la vida, el cazador hace lo que el oso le dice y se coloca en posición mientras el animal toma su miembro y procede a introducirse en aquel pobre hombre.
Al regresar al pueblo, el cazador entra en una cólera profunda por la humillación de la que acaba de ser víctima y toma la resolución de vengarse de aquel oso a como dé lugar. Esta vez busca un arma más grande y regresa al bosque.
En poco tiempo vuelve a encontrar al oso y esta vez se asegura de estar apuntando bien, dispara y espera a que el humo se vaya para ver al oso tendido. Cuál no sería su sorpresa al sentir nuevamente en el hombro unas garras familiares.
“Ya sabes lo que tienes que hacer”, le dice el oso con tono de superioridad. El hombre vuelve a encontrarse entre las zarpas del oso con las nalgas al aire y viendo directamente hacia el suelo sin más otro remedio.
Cuando el oso termina el cazador se sube los pantalones y regresa por el mismo lugar que vino, esta vez está profundamente enojado y con toda la rabia que bulle en su interior va a comprar una bazuca y regresa al bosque a aniquilar al oso.
El cazador ya sabe en qué lugar encontrar al oso, se acerca lentamente, apunta y dispara. La fuerza del estallido de la bazuca lo tira contra el suelo inconsciente, cuando vuelve en sí el oso está parado delante de él con una mueca en la cara y le dice, “¿No lo estás haciendo por amor a la cacería, verdad?”.