Mujer sacrificó su vida privada para rescatar animales indefensos durante los últimos 29 años
Dejó por un medía a todos sus animales para celebrar su cumpleaños 61 con su familia.
Durante muchos años Yolanda Romero dedicó su vida a decenas de animales que atiende en un albergue en Tula-Hidalgo y el pasado 15 de junio, por la insistencia de sus hijos y nietos, dejó por un día a sus mascotas para celebrar su cumpleaños 61.
En Sección Amarilla contaron la historia de esta noble mujer que renunció a su vida privada para criar y cudar a perros, gatos, burros, caballos, patos y gallinas en su refugio de animales.
Más de 300 animales viven en el albergue que pertenece a su asociación Por Nuestros Hermanos Sin Voz A.C, a través del cual Yolanda ha salvado y rescatado de ser maltratados y olvidados en tiraderos de basura, azoteas, patios, avenidas, parques.
“Mis hijos me dijeron que sabían que yo amaba a los animales, pero me pidieron que les dedicara este día. Dije que sí, luego les pedí disculpas por no estar con ellos en fechas importantes. Y es que lo he hecho sin pensarlo”, contó Yolanda.
Con un tono triste, la amante animales dijo: "he querido tomar un día, pero no se puede, porque siempre hay alguien que me habla para ir por algún animal que está mal. Podría decirles que no, pero para mí, rescatar animales es un compromiso que no puedo dejar porque sí”.
Su familia no está sorprendida por el estilo de vida que lleva Yolanda, de hecho, en una ocasión, su hija menor la acompañó al quirófano donde operaron a su perrita, solo para poder estar con ella.
Para esta apasionada mujer no hay vacaciones ni días ferados, incluso, los cumpleaños, navidades y el Día de la Madre, los dedica a buscar animales por todo México para brindarles una mejor vida.
La mayor parte del tiempo de Yolanda es empleado en buscar alimento, medicinas, juguetes y objetos necesarios para el albergue. También va y viene de las clínicas veterinarias donde, a veces, la apoyan con cirugías y tratamientos o hace entregas de animales que han adoptado.
Ya son 29 años los que ha pasado desde que Yolanda entregó su vida a los animales. Pero lo que más impacta es la motivación que tiene esta mujer para seguir adelante en su proyecto, a pesar de las tragedias y duelos de vida que ha experimentado con cada animal.
Con ojos cansados y rasguños en sus brazos, Yolanda no se rinda. Se levanta todos los días a las cinco de la mañana para atender a su manada.
"Me despierto y digo 'en nombre sea de Dios'. Me encomiendo a Dios y encomiendo también a los animales. No sé qué me espera en el día. A las 5:00 o 5:30 am yo ya tengo que dejar listos a mis animales. En la Ciudad de México tengo en mi casa cuatro perros que me quedé porque son discapacitados, son ciegos, no tienen una parte su cuerpo y andan con tics como si tuvieran como mal del Parkinson. En el albergue tengo más de 300 animales, entre burros, perros, palomas, conejos, patos y otros animales".
Sobre sus rutinas, dijo que los lunes y martes hace rondas en Tultitlán y otros lugares para rescatar a los animales de los hoyos donde se esconden. "Visito municipios para rescatar animales que son quemados, ahorcados, golpeados o dejados por sus dueños".
Manifestó que otros días está en el albergue porque le toca limpiar unas 100 jaulas, curar a los enfermos, darles medicamentos, comida y mucho amor.
Entre tantas ocupaciones, llegan las 10:00 de la noche y a esa hora es que Yolanda se dispone a descansar, incluso a veces lo hace más tarde, todo depende de las tareas que haga en el día.
"En el poquito tiempo libre, me hago de comer para ese y otros días. En la calle no me gusta comer, porque por donde ando es difícil encontrar opciones veganas, así que siempre me espero a llegar a mi casa".
A Yolanda no le importa el dinero o grandes bienes materiales, ella aprecia más tener la voluntad y humildad para seguir haciendo su trabajo sin fines de lucro con mucho amor.
Inició su trabajo como resctatista hace 32 años al ver la indiferencia de la gente que precensiaba cómo los perros eran lastimados y cómo los burros se caían de cansancio o eran golpeados por los pepenadores que llegaban al tiradero, ella abandonó su trabajo para ayudar a estos y otros animales maltratados.
No pasó mucho tiepo cuando su local se convirtió en un albergue. Le daba asilo a los animales que sacaba de la calle.
Al darse cuenta de que no podía continuar así, buscó ayuda y una persona que conoció su historia le donó el terreno de Tula, donde ahora tiene a los 300 animales.
"Yo no me siento una heroína, menos una mártir por cuidar a todos estos animales. Lo que me mueve es el sentimiento y el dolor de ellos. Para mí son como mis hermanos", explicó Yolanda.
Con voz quebrada, le contó a Sección Amarilla que viene de una familia de bajos recursos.
"Mi madre nos tuvo sola a mis hermanos y a mí. La gente la señalaba por ser una mujer abandonada y con hijos. Con el tiempo vio que no podía mantenernos y tomó la difícil decisión de repartir a mis hermanos y a mí. Desde pequeña estuve sola. Yo digo que por eso me siento identificada con los animales".
Para Yolanda es más fácil vivir con perros, gatos, burros y otras especies que con humanos. Cuando tiene que dejar ir a alguno dice que siempre está en contacto con la familia que los adopta y le hace seguimiento al trato que le dan a cada animal.
Reveló que tanto trabajo y estrés le han causado daños a su salud. "Estoy enferma del hígado graso, pero no puedo echarme para atrás. Por eso cuando quiero llorar, lloro. Luego respiro y digo: ¡vamos, tengo que salir adelante!".
Sus hijos dice que Yolanda siempre ha sido una mujer equilibrada que ha cuidado de ellos y que no lamentan que ella no haya pasado algunos momentos especiales a su lado.
Esta mujer nunca ha dejado de preocuparse por los animales y mientras pueda seguirá atendiendo al que necesite de su mano amiga, reseñó Zoorprendente.
Yolanda Romero es una mujer muy humilde, no le da miedo meterse a los basureros para buscar a los perritos abandonados. Camina por las calles con una maleta en su espalda donde lleva alimento para los perros, de esta forma los atrae para después rescatarlos.
Yolanda formó un equipo con voluntarios y la página Por nuestros hermanos sin voz, en Facebook, en donde la gente altruista se comunica con ella para apoyarla con croquetas, medicinas y cualquier tipo de ayuda que sirva para continuar con un trabajo sin salario.
Nada de ese trabajo ha sido sencillo para ella, pero el resultado obtenido por su labor es lo que le da fuerzas para continuar y dejar de lado cualquier crítica o maldad que quiera enturbiar su noble causa. Ella sin duda es una mujer que inspira.