Hombre juró que no quitaría su árbol de Navidad hasta que sus hijos regresaran a casa
Un veterano de guerra de Wisconsin comenzó una tradición navideña hace más de cuatro décadas, pero el pasado año, la tradición llegó a su fin.
En 1974, Neil Olson, padre de seis hijos, instaló un árbol de Navidad en su casa y prometió que permanecería allí hasta que todos sus hijos se reunieran.
Varios de sus hijo se fueron a la guerra de Vietnam, en donde su hijo mayor sufrió una lesión grave.
Sus hijos tienen edades comprendidas entre mediados de los 50 y los 60 y no han estado juntos al mismo tiempo desde 1964. Lamentablemente, eso nunca sucederá.
El hijo mayor de Olson vive en Washington y no pudo viajar debido a las lesiones que sufrió durante la guerra de Vietnam. Cinco de su hijo, junto con sus esposas e hijos, visitaban a Olson a menudo, sin embargo, el hecho de que su familia no estuviera junta al mismo tiempo era una píldora difícil de tragar.
La esposa de Olson falleció en 1985, pero aún así, había esperado que sus seis hijos se unieran a él en Navidad.
Lamentablemente, Olsen murió en un accidente automovilístico en noviembre del año pasado. La familia ahora deberá quitar el árbol.
Uno de sus hijos, Ollie, dijo a los reporteros que su padre era sentimental y tenía un corazón sensible. Nunca perdió la fe y mantuvo la tradición familiar.
La familia planea hacer un brindis final en honor a Olson antes de "apagar el árbol" que por años mantuvo instalado en su hogar, esperando a que sus hijos volvieran.
En un caso similar, un marine retirado de Wisconsin que sirvió en Vietnam mantuvo una promesa que hizo hace casi cinco décadas. El veterano de 83 años y su compañero retirado prometieron mantenerse en contacto después de la guerra.
Cox, de 83 años, visitó a su amigo, Hollingsworth, de 80 años, por última vez en 2017. Hollingsworth falleció poco después de la visita.
Cox cumplió la última promesa que le hizo a su mejor amigo: hacer guardia sobre su ataúd y entregar un elogio en su funeral.
EL LLANTO DEL VETERANO
Ron Hyde, veterano de la Fuerza Aérea de los EEUU, vivía en su apartamento casi vacío, sólo tenía un colchón usado y una silla plástica rosada, sabía que sus posesiones eran mínimas, pero seguía profundamente agradecido de tener dónde vivir.
Hyde acababa de decidir terminar su tratamiento de quimioterapia. Al no saber cuánto tiempo le quedaba, quería disfrutarlo sin todo el estrés que acompaña ese proceso.
Pero mientras estaba sentado en el apartamento desnudo, contemplando la muerte, algo inesperado sucedió, que le devolvió su fe en la comunidad que lo rodea.