Mujer con esclerosis múltiple vuelve a la normalidad tras tratamiento de células madre
Luego de ser diagnosticada de esclerosis múltiple hace más de veinte años, la vida de Margot Koko ha cambiado mucho, tras haberse sometido a un novedoso tratamiento de células madre en México.
Como miles de otros neozelandeses, Margot Koko llena sus fines de semana de vida doméstica. Limpiar la casa, lavar y doblar la ropa, subirse a una escalera y colgar algún adorno en la pared, antes de prepararse un bocadillo. Pero hace apenas un año, tareas mundanas como estas eran imposibles para ella.
La esclerosis múltiple es una enfermedad del sistema nervioso central que afecta el movimiento, la sensación y las funciones corporales. Por más de dos décadas, hizo estragos en el cuerpo de Margot, llevándola a vivir tiempos oscuros. Tuvo que dejar de trabajar, medicarse con antidepresivos y buscar ayuda de un psicólogo.
Ella apenas podía caminar a través de una habitación sin ayuda. De hecho, ni siquiera podía salir de la cama la mayor parte del tiempo. Le costaba concentrarse lo suficiente como para leer, y sentía que le robaba la vida normal que ansiaba poder tener. Pero todo eso cambió cuando se sometió a un tratamiento de células madre en octubre.
La terapia efectivamente "reinicia" el sistema inmune de una persona, y evita que se ataque a sí mismo. El tratamiento no está disponible en su natal Nueva Zelanda, así que Koko y su marido, Tom, reunieron más de 80.000 dólares para viajar desde su hogar en Christchurch hasta una clínica privada en México.
A pesar de las preocupaciones iniciales, los resultados fueron inmediatos:
"Luego de mi primera ronda de quimioterapia, me deshice de mi bastón para caminar y de mi andadera. Hubo beneficios inmediatamente".
Esos beneficios se han multiplicado en los meses que han pasado desde entonces.
"He recuperado mi vida. Tengo tantas cosas que quiero hacer y lograr", dijo.
Unas 2,3 millones de personas en el mundo tienen esclerosis múltiple. Koko, de 43 años, no es la única que busca tratamientos que potencialmente detengan esta enfermedad. Algunos buscan terapia en Rusia, particularmente, trasplantes de células madre hematopoyéticas, que involucran quimioterapia y reemplazo de células madre.
Esta terapia, la misma que recibió Koko, se usa en Nueva Zelanda para ciertos tipos de cáncer, pero no está disponible para la esclerosis múltiple. Sí existen ciertas drogas para tratar de modificar el desarrollo de la enfermedad, pero de efectividad reducida. La asociación de esclerosis múltiple de Nueva Zelanda quiere cambiar esta política.
Según la asociación, el escepticismo que rodea a esta terapia se debe a que los primeros trasplantes generaron preocupación sobre qué tan seguro y eficaz es el tratamiento, con posibles consecuencias de largo plazo que ponen la vida en riesgo. Nuevos ensayos clínicos han aumentado la especificidad de los criterios que determinan qué tan probable es el éxito en un caso determinado.
Koko recibió su diagnóstico a los 22 años, casi 6 años después de despertar un día a los 16 años con ceguera temporal en su ojo izquierdo. A pesar de años de frustración, de fatiga debilitante que hacía que cocinar la cena fuese tremendo logro, de tener que abandonar sus sueños de estudiar, de reiterados tratamientos de esteroides, Koko considera haber tenido una vida "grandiosa".
"Tengo un hermoso marido que ha sido maravilloso, he podido tener hijos y pude jugar un deporte, jugué netball".
Pero la esclerosis múltiple erosionó su confianza, y tras tocar fondo hace tres años, decidió examinar sus opciones de tratamiento. "Llegué al punto en el que necesitaba aparatos para caminar, no tenía control de esfínteres y no podía administrar mi hogar familiar".
Tras investigar tratamientos en el extranjero, contactó a otros pacientes, y encontró a alguien en Christchurch que había tenido una travesía similar.
Koko ya no tiene problemas de vejiga ni esfínteres, y su capacidad cognitiva ha mejorado. La fatiga ha desaparecido. Recomienda a todos a realizar su propia investigación. "Ahora puedo tomar caminatas, hoy me subí a una escalera para colgar algo en la pared".
"Tengo una vida ahora, hay tanto que me falta por hacer, y puedo hacer las cosas sencillas, quiero pintar un baúl de gavetas, tengo libertad ahora, en mi cuerpo y en mi mente".
En otro increíble caso, un jovencito logró recuperar el movimiento en toda la parte superior de su cuerpo y extremidades tras un innovador tratamiento con células madre.