Con humor y fe en el mal gusto: Diana Vreeland, mítica editora de Vogue y Harper's Bazaar
El trabajo de la fabulosa editora de Vogue y Harper's Bazaar no estuvo influenciado exclusivamente por la moda.
La música, el arte, la literatura y la sociedad, formaron parte imprescindible de las páginas de estas importantes revistas.
Antes de trabajar en el mundo de la moda, Diana ya era una socialité que vestía atuendos de Schiaparelli o Coco Chanel.
La editora Diana Vreeland posando para un retrato el 10 de julio de 1982 en Nueva York.| Foto: Getty Images
Vreeland citó en su taller, tanto a la diseñadora italiana como a la francesa, para que realizaran las pruebas de medición.
Anteriormente, las casas de costura acostumbraban a obsequiarle las piezas que confeccionaban para que Diana las luciera en las mejores fiestas de la ciudad.
La mítica editora nació en París y se casó con Reed Vreeland, del que estuvo enamorada hasta su muerte en 1966. Su sentido de la estética, era su don más valioso. Combinaba los colores a la perfección y distinguía cada tonalidad.
Diana Vreeland en su oficina.| Foto: Getty Images
Sentía especial favoritismo por el rojo. Solo ella pudo distinguir que los colores de los trajes diseñados por Cristóbal Balenciaga, eran los mejores, ya que la luz del País Vasco era perfecta.
Cristóbal fue el protagonista de la primera exposición de Diana como comisaria del Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Por otra parte, Vreeland odiaba la nostalgia, el exotismo, las mentiras y estaba en contra de la falta de mal gusto. Consideraba que la vulgaridad era un ingrediente muy importante en la vida de cualquier persona.
Diana Vreeland, exeditora de moda en Harper's Bazaar, y editora de Vogue.| Foto: Getty Images
También creía que tener una pizca de mal gusto era fortalecedor y sano. Pensaba que todos debían usar este ingrediente especial en el día a día.
En lugar de ocultar sus supuestos defectos, mientras se hacía mayor, Vreeland los transformó en un elemento importante de su elegancia, al enfatizarlos.
Se recortó el cabello negro y lo peinó hacia atrás para revelar su perfil severo, además resaltó su piel pálida con pómulos rosa y uñas escarlata.
Diana Vreeland, en las oficinas de la revista Vogue, en Nueva York.| Foto: Getty Images
A través de pura voluntad, y un estudio disciplinado de todo lo relacionado con la vestimenta, la literatura y el arte, Vreeland se convirtió en una gran fuerza.
Durante sus 26 años como editora de moda de Harper's Bazaar, hizo proselitismo de su mantra personal: “Estilo: todos los que lo tienen comparten una cosa: la originalidad”.
Vreeland fue una mujer de ideas muy claras sobre lo que quería fotografiar y cómo quería que se hiciera; por lo que consideró al fotógrafo como un vehículo para transmitir su mensaje y la moda, a los lectores.
KENZO TAKADA
Otra celebridad vinculada al mundo de la moda, fue el diseñador Kenzo Takada. Este hombre se convirtió en el primer diseñador asiático que tuvo gran éxito en Europa durante más de medio siglo. Sus perfumes y diseños han recorrido el mundo entero.
Sin embargo, la vida de Kenzo además de estar llena de éxito y glamour, estuvo plagada de tragedias que le ocasionaron mucho dolor.
Kenzo Takada asistió a un cóctel para celebrar el final de la Semana de la Moda de París, el 10 de julio de 2014.| Foto: Getty Images
XAVIER DE CASTELLA Y ATSUKO KONDO
Takada conoció a Xavier de Castella, quien fue su pareja, en una fiesta de cumpleaños de la hija del pintor Pablo Picasso.
La pareja disfrutó de su amor durante varios años, hasta que en 1990, De Castella murió de SIDA a los 38 años. Su partida representó un golpe muy fuerte en la vida de Takada.
Al año siguiente, Atsuko Kondo, mano derecha del diseñador, sufrió un infarto. Estas dos personas representaban pilares fundamentales para Kenzo.