Flor Silvestre: el último adiós a la actriz con una misa como ella quiso
Cumpliendo los últimos deseos de Flor Silvestre, sus hijos, nietos y demás seres queridos la despidieron con un funeral muy especial.
En un último recorrido por la tierra que tanto amaba y entre los acordes de mariachis, los seres queridos de la icónica artista la despidieron con profunda tristeza.
Su hijo, Pepe Aguilar, trasmitió el proceso fúnebre y la misa de despedida a través de su cuenta en Facebook. De esta manera, todos pudieron acompañarlos en estos tiempos de pandemia.
FUNERAL CON MÚSICA
En el rancho El Soyate, donde tenía su residencia Flor Silvestre y donde descansan los restos de su amado esposo Antonio Aguilar, se le rindió el merecido homenaje siguiendo las precisas instrucciones que dejó.
“Quiero que cuando me entierren, lo hagan con dos grupos de mariachis y con la banda, por supuesto”, fue el deseo expreso de Flor Silvestre poco antes de su muerte, según recoge Bandamax.
El servicio funerario se inició con una caminata hacia el lugar donde se realizaría la misa de cuerpo presente. La familia se desplazó a pie detrás del vehículo con los restos mortales de la diva del séptimo arte, con su nieta Ángela presidiendo el cortejo.
Bajo el son del grupo de mariachis y la banda, el grupo visiblemente afectado llegó a la carpa rodeada de coronas de flores. Con una misa muy emotiva, la familia tuvo algunas intervenciones, dedicándole palabras de despedida a quien siempre los inspiró.
“Fue alguien que vino a llenar de alegría, vida y bondad a toda esta zona, para hacer en medio de la nada un lugar como este junto a su marido y todo el amor”, dijo Pepe Aguilar, según cita Infobae.
Posteriormente, tuvo lugar el entierro. Sus restos descansan al lado de su esposo y padre de sus dos hijos Pepe y Antonio, como siempre quiso.
ESTABA MEJORANDO
En los últimos tiempos, la salud de Guillermina Jiménez Chabolla, nombre de cuna de doña Flor, era muy precaria. Pero se estaba recuperando, según cuenta su hija Marcela Rubiales, y toda la familia estaba llena de optimismo.
El día que falleció, Flor había desayunado normalmente y se había quedado dormida, pasando plácidamente del sueño a la muerte.
“Lo que me queda decir es que estamos contentos, que ya está con su gran amor, don Antonio Aguilar. Me los imagino montando a caballo, felices”, dijo a modo de consuelo Marcela.