Los últimos momentos de un niño de 4 años con cáncer: “Iré al cielo y jugaré hasta que llegues”
El cáncer no tiene límites a la hora de escoger sus víctimas, y aunque ha habido importantes avances para su curación, sigue siendo uno de los peores flagelos de la humanidad.
La historia de Nolan Scully, un pequeño que falleció de un agresivo cáncer cuando apenas contaba 4 añitos de vida, es difícil de asimilar. A pesar de su valentía, saber que partiría fue un alivio para él.
Han transcurrido cuatro años desde el día en que su madre y él tuvieron su última conversación, y para AmoMama su mensaje tiene hoy la misma vigencia.
“EL CÁNCER APESTA”
En noviembre de 2015, los padres de Nolan supieron que ese resfriado de su hijo que parecía no curarse era un tipo de cáncer muy agresivo: rabdomiosarcoma. El tumor había invadido los tejidos cercanos a los pulmones y el corazón de su pequeño.
Las diversas estrategias terapéuticas de los oncólogos no lograron el objetivo de erradicar o al menos ralentizar el cáncer. En febrero de 2017, supieron que el deterioro de su salud era irreversible, como les explicó la especialista.
“Ella nos explicó que en ese momento sentía que su cáncer ya no podía tratarse porque se había vuelto resistente a todos los tratamientos que habíamos probado y que el plan era mantenerlo cómodo", contó Ruth, madre de Nolan.
Ese día, Ruth habló con su pequeño. Fue una conversación honesta y llena de un infinito amor, ese que solo una madre siente. “Este asunto del cáncer apesta. No tienes que luchar más”, le dijo a su hijo.
A pesar del dolor físico que experimentaba, el niño le ofreció seguir luchando por ella, pero con mucha sencillez Ruth le hizo saber que como madre debía mantenerlo a salvo y que ya no podía hacerlo.
“La única manera en que puedo mantenerte a salvo es en el cielo”, le dijo su madre, a lo que el niño respondió con emoción: “¡Entonces me iré al cielo y jugaré hasta que llegues! ¿Vendrás, no?”.
“TE AMO, MAMÁ”
Los siguientes días transcurrieron entre juegos y sueños; Nolan asimiló su inminente muerte con serenidad y hasta planificó su funeral. Quería ser recordado como un policía, porque siempre quiso proteger y servir al prójimo.
Eventualmente, el niño se durmió profundamente y tan solo abrió los ojos una última vez para decir: “te amo, mamá”, y morir en los amorosos brazos de su madre.
Dos meses después Ruth compartió esta sentida charla y una imagen de su niño, para crear conciencia sobre la importancia de seguir investigando el cáncer, y que en un futuro cercano no se lleve más vidas valiosas.