Mi mujer acarició a un recién nacido, pero no sabía que era nuestro hijo - Historia del día
Mi esposa tuvo un embarazo difícil y sucedió algo terrible en el hospital. Cuando le mostré a nuestro hijo, ella no tenía idea de quién era y los médicos no me dieron esperanzas.
Fernanda y yo quedamos embarazados a principios de 2018. Estábamos muy emocionados de formar una familia después de intentarlo durante varios meses. Pero su embarazo dio un giro inesperado. Después de unos meses, Fernanda tuvo que estar en reposo completo en cama.
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Su condición se volvió peligrosa. Un médico dijo que sería más seguro interrumpir el embarazo y contratar a una madre sustituta. "¡No! ¡No mataré a mi bebé!”, dijo ella, en llanto.
“Cariño, quizás sea lo mejor. No quiero perderlos a los dos si ocurre lo peor", sugerí.
"Manuel, no podemos hacer eso. ¿Y si no podemos tener otro hijo? Este es mi bebé. Ya me siento conectada con él o ella. No puedo. No puedo. No puedo", exclamó Fernanda.
"Bueno…", acepté de mala gana. "Pero vayamos a otro médico para una segunda opinión".
Visitamos a otra especialista y ella nos dio un poco de esperanza: “Miren, este embarazo es extremadamente riesgoso tanto para usted como para el bebé. Es por eso que su otro médico sugirió la terminación. Pero podemos solucionarlo. Tiene que estar en reposo en cama de inmediato y seguir exactamente mis instrucciones”, dijo la experta.
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Sí, doctora Torrealba. ¡Haré lo que sea!”, aseguró Fer, emocionada. Yo no estaba tan seguro de esto, pero fue principalmente una decisión de mi esposa. Era su cuerpo.
"Existe una gran posibilidad de que entre en trabajo de parto temprano, y en ese caso tiene que venir rápido. La medicina sí ayuda, pero la mayoría lo hace usted. Si cree en algún Dios, es hora de orar para que todo salga bien”, finalizó la dra. Torrealba.
Salimos de su oficina con un poco más de esperanza, sabiendo que podríamos tener este bebé. Pasaron unos meses y seguimos sus instrucciones al pie de la letra. Pero alrededor del séptimo mes, Fernanda de repente se puso de parto y nos apresuramos al hospital.
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La doctora logró detener sus contracciones. Pero dijo que sería mejor que Fer se quedara en el hospital por el resto de su embarazo. “Queremos mantener al bebé adentro de tu vientre el mayor tiempo posible”, explicó la experta.
Solo salía del hospital para ir a trabajar y recoger algo de ropa. Pero empecé a dormir allí todas las noches hasta que Fernanda dijo que me veía muy cansado. “Necesitas dormir en casa hoy”, me dijo.
"No, cariño. Quiero estar aquí por si pasa algo”, le respondí.
“No ha pasado nada durante días. Esa cama plegable parece tan incómoda. Vete a casa y duerme en nuestra cama esta noche”, insistió.
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Desafortunadamente, Fernanda tenía razón. Mi espalda me estaba matando después de varios días en la cama plegable del hospital. Acepté, le di un beso y me fui.
Pero mi teléfono empezó a sonar en medio de la noche. Era mi suegra. “El hospital me llamó porque no pudieron contactarte. Fer se puso de parto y algo más que no pude entender. ¡Tenemos que ir para allá ahora mismo!", gritó.
"¿Qué pasó, dra. Torrealba?", exclamé cuando llegué allí.
“Su esposa comenzó a sangrar de la nada. Luego la llevamos de urgencia para una cirugía. Su hijo está sano y perfecto. Pero Fernanda…”, dijo.
"¡¿Qué le pasó?!", gritó la mamá de Fer.
“Fue un parto difícil. Su cerebro sufrió una hemorragia, pero el neurocirujano lo reparó. Sin embargo, existe la posibilidad de que Fernanda haya perdido la memoria debido a la ubicación del sangrado", explicó la experta.
"Pero ella estará bien, ¿verdad?", le pregunté.
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"Bueno, está estable por ahora. Tendremos que ver cómo evoluciona”, dijo la médica y salió de la habitación. Me senté junto a la cama de Fer, prometiendo no irme nunca más. Después de unas horas, sus padres tenían que ponerse a trabajar, pero regresarían más tarde.
De repente, Fernanda abrió los ojos. "¿Quién eres tú?", preguntó después de quejarse un poco del dolor. Llamé a la médica, quien la examinó y confirmó que sufría de amnesia. Traté de refrescar su memoria, pero su cerebro no registraba esas cosas por mucho tiempo.
Poco después, decidí llevarla a la sala de recién nacidos. Le mostré a nuestro hijo, Emanuel, y ella lo tocó. "Qué hermoso bebé. ¿Es tuyo?", preguntó mientras le palmeaba la espalda.
"Sí, y él también es tu hijo", le dije, esperanzado.
"No tengo hijos", dijo Fernanda, y su mirada se quedó en blanco. Bajó la mano y miró hacia el pasillo. Estuvo así durante muchos días. Pero la llevé con Emanuel y hablé de nuestras vidas constantemente...
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Un día, ella me miró con complicidad. "No recuerdo tu nombre, pero recuerdo que te amo", dijo. Lloré de felicidad. Poco a poco, Fer comenzó a mejorar y a retener información, aunque su médico dijo que es posible que sus recuerdos nunca vuelvan.
Pero esto era progreso. Ella mejoraría recordando su presente. Finalmente, la llevé a casa y nos convertimos en una gran familia.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- El embarazo es arriesgado. Cualquier embarazo conlleva riesgos, pero a veces es peor para algunas mujeres. Habla sobre tus opciones antes de comprometerte.
- Tómate en serio eso de “en la salud y la enfermedad”. Manuel siguió al pie de la letra sus votos matrimoniales porque ni una sola vez abandonó a Fernanda, aunque no todas las parejas son así.
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