Niño tira el regalo de su mamá a la basura, y recibe una lección - Historia del día
Un niño mimado decidió tirar el regalo de su madre a la basura porque ella había tardado mucho en comprárselo. Por eso la mujer decidió darle una lección.
Linda amaba la maternidad pero su hijo Octavio, de siete años, no le estaba poniendo las cosas fáciles. Su padre había muerto cuando él era un bebé, por lo que la responsabilidad de criarlo había recaído toda sobre ella.
La madre había logrado cumplir con la mayoría de las cosas que se había propuesto: tenía un gran trabajo, una buena casa y estaba en proceso de criar a un jovencito.
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Había trabajado duro para asegurarse de que su hijo no sintiera la ausencia de su padre. Todo lo que él le pedía, ella se lo daba felizmente. Pero después de años de ese trato, el niño se había convertido en un malcriado y un ingrato.
Un día, el joven Octavio le pidió un bolso nuevo. “Mamá, quiero un bolso”, murmuraba una y otra vez mientras ella lo vestía para la escuela.
“Pero amor, recientemente te compré uno”, dijo Linda con calma.
“Lo sé mamá, pero te lo prometo, este es diferente. Tiene personajes de mi cómic favorito impresos por todas partes”, gruñó.
“Lo tendré en cuenta, pero por ahora, quédate con el que tienes”, le contestó la mujer.
Al chico no le había gustado mucho esa respuesta. “Quiero uno nuevo”, respondió con el ceño fruncido. “De lo contrario, no iré a la escuela”.
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Linda quería gritarle, pero cuando era niña le gritaban, así que prefirió contestar con un “ok”. “¿Me lo prometes?”, dijo el niño. “Sí, lo prometo”, respondió la madre.
Al día siguiente, Linda visitó varias tiendas en busca del bolso especial que le había pedido su hijo. Pero, lamentablemente, no pudo encontrarlo.
Continuó buscando durante unos dos días más antes de finalmente encontrar uno y se lo llevó a su hijo. Pero su reacción la sorprendió. Él ya no lo quería.
Linda encontró el bolso en la papelera cuando regresó del trabajo, y esto la enfureció. Ella entró en la habitación de Octavio enojada y exigió saber por qué lo había tirado.
“¡Ya no lo quiero!”, gritó el niño. Sus ojos estaban llenos de lágrimas.
Ante eso, Linda calmó su voz. “Entonces, ¿por qué me pediste que lo comprara?”, preguntó.
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“Porque solo unas pocas personas sabían de esto hace dos días. Ahora toda la escuela lo conoce y ya todo el mundo tiene uno”, respondió Octavio.
“Bueno, eso explica por qué fue difícil encontrar uno”, intervino la madre.
“No quiero un bolso común que todos puedan tener, mamá”, dijo el chico. “¿Sabías que eso causó una pelea temprano en la escuela?”.
“¿Qué quieres decir? ¿Qué pelea? ¿Estuviste en una pelea?”.
“Mamá, estoy bien, no pasó nada, pero casi me golpea alguien que pensó que le había quitado el bolso”.
“Lo siento, hijo, pero eso no es excusa para ser ingrato. Compré ese bolso con dinero ganado con mucho esfuerzo. No deberías haberlo tirado solo porque otros también lo tienen”, dije. Linda estaba muy molesta por la ingratitud de su hijo, así que decidió que le daría una lección.
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Al día siguiente, entregó la mochila a un niño menos afortunado de su vecindario. “Muchas gracias señora”, le dijo el niño.
Su cortesía solo sirvió para señalar lo malcriado que estaba su propio hijo. Al día siguiente, Octavio se sorprendió cuando su madre le entregó un bolso común.
“Ahora tu bolso resaltará entre ese mar de bolsos de historietas que tanto odiaste”, le dijo la mujer con firmeza, la mirada en sus ojos le advertía al chico que no la desafiara.
Rara vez había visto esa expresión en su rostro, por lo que pensó que era prudente mantener la boca cerrada y aceptar su destino.
Octavio fue a su escuela con ese bolso durante varios días. Ese fue el tiempo que le tomó reunir el valor para disculparse y suplicar por el bolso especial.
“Ya le di el bolso a alguien que lo apreciaría más”, le dijo Linda. “Perdiste el derecho a poseerlo cuando lo botaste por primera vez”.
Desde entonces, Octavio nunca perdió la oportunidad de ser agradecido.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La ingratitud es un defecto terrible. Octavio expresó su ingratitud por su nuevo bolso especial tirándolo a la basura cuando vio que muchas personas también lo tenían. No le importó la molestia que su madre se había tomado para adquirirlo. Eso la enfureció tanto que decidió dárselo a un niño necesitado que lo apreciaría más.
- No mimes demasiado a tu hijo. Octavio se había acostumbrado tanto a conseguir todos sus deseos que no veía por qué no podía conseguir el bolso especial. Afortunadamente, Linda pudo cambiar esa mentalidad con el castigo que le dio.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.