Mi vecina me pidió que cuidara a su hija por una hora y desapareció para siempre - Historia del día
Mi vecina me pidió que cuidara a su hija y no la vi durante los siguientes doce años. Pasado ese tiempo se presentó a exigir sus derechos como madre.
Mi esposo y yo no podíamos tener hijos, y ese era mi mayor pesar. Amaba a los bebés y la primera vez que vi a Elena fue en las escaleras con un bebé recién nacido en brazos.
Comencé a charlar con ella y me dijo que acababa de mudarse con su bebé, Diana, y que su esposo Víctor estaba en el ejército, en una misión en Medio Oriente. Ella me caía bien, parecía dulce. Nunca imaginé quién era en realidad.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
Elena y yo nos hicimos amigas y vecinas, y solía dejar a Diana bajo mi cuidado cuando tenía que hacer recados. Me encantaba eso, amaba a esa niña. Era la bebé más dulce y adorable.
Aproximadamente un año después de que la conocí, Elena llegó a media tarde luciendo muy molesta. Había recibido una llamada telefónica de uno de los amigos de su esposo diciéndole que había resultado herido.
Me explicó que tenía que ir a hablar con el antiguo oficial al mando de Víctor; todavía tenía muchas conexiones en el servicio y podía decirle lo que estaba pasando. Me suplicó que cuidara de Diana y, por supuesto, acepté.
Le di de comer a la bebé, le cambié el pañal y la acosté a dormir la siesta. Cuando se despertó, lo hice todo de nuevo y, antes de darme cuenta, mi esposo estaba en casa. Eran las 9:30 y Elena aún no había regresado.
La llamé a su teléfono, pero la llamada fue directamente al buzón de voz. Pensé que tal vez había tenido malas noticias sobre su esposo, así que fui a su apartamento y llamé a la puerta. No hubo respuesta y volví a casa.
A la mañana siguiente la llamé de nuevo e insistí en tocar a su puerta. A estas alturas estaba realmente preocupada, así que llamé a la policía y presenté un informe de persona desaparecida.
Les expliqué que Elena había dejado a su hija a mi cuidado y no había regresado. La policía abrió la puerta del apartamento y descubrió que faltaban su ropa y artículos personales. Había dejado la ropa y los juguetes de su hija.
Yo estaba horrorizada, había abandonado a la niña. La pequeña tenía un año; extrañaba a su madre y le asustaban los extraños. Entonces, cuando los servicios sociales me visitaron, pedí que nos consideraran para la adopción.
Una madre y su hijo | Foto: Pexels
Como mi esposo es bombero, estuvieron de acuerdo y Diana se quedó con nosotros. Nos enteramos de que Elena no tenía marido y Víctor no existía. Ella era una estafadora y había encontrado una manera de deshacerse de su bebé y seguir adelante.
Tres años después, mi esposo y yo adoptamos a Diana. Creció sabiendo que era adoptada, pero no pareció preocuparla en absoluto. Es la niña de los ojos de mi esposo, y admito que la mimo más de lo debido.
A medida que crecía, dejé de preocuparme de que Elena apareciera algún día, y cuando Diana tenía 10 años, casi me había olvidado de que una vez había tenido otra madre. Pero me esperaba un shock.
Tres meses después de que Diana cumpliera 12 años, alguien llamó a la puerta. La abrí y me encontré cara a cara con Elena. Parecía mayor y más pesada, muy lejos de la mujer delgada que una vez conocí.
"Fabi", dijo con una amplia sonrisa. "¡Hola! He venido a recoger a Diana". No lo podía creer. Sonaba como si acabara de dejar a su hija hace dos horas, no once años.
La miré y creo que mi boca se abrió. "¿Perdóname?, ¿Tu qué?".
Ella cuadró los hombros y pareció beligerante. "Mi hija, mi Diana. ¿Dónde está?".
"Diana está en la escuela. Y ya no es tu hija. La adoptamos hace siete años".
"¿QUÉ?", Elena gritó. "¿Me robaste a mi bebé?".
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash
"Abandonaste a tu bebé, Elena, así que el tribunal canceló tus derechos de paternidad y la adoptamos. Todo fue bastante legal, te lo aseguro".
"Esto no ha terminado", gritó Elena. "¡Quiero a mi bebé!".
En ese momento, Diana salió del ascensor y vio a Elena parada en nuestra puerta. Se acercó con su mochila al hombro y sus calcetines resbalándose; yo estaba petrificada por la posibilidad de perderla.
Elena me vio mirando por encima del hombro y se dio la vuelta. "¡Mi bebé!", gritó, extendiendo sus brazos hacia Diana. Instantáneamente cayeron lágrimas en cascada por sus mejillas. "¡Soy yo! Tu mamá..."
Mi Diana le dio un repaso y tomó una decisión de inmediato. "Lo siento, señora", dijo. "Debe confundirme con alguna otra niña."
"Oh, cariño", sollozó Elena, "¡te dejé con esta gente y me robaron! Te he estado buscando durante 10 años..."
Diana suspiró de la misma forma que normalmente me irritaba muchísimo. "Bueno, no puede haber estado buscando mucho. Mis padres han estado viviendo aquí durante 20 años".
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Elena vaciló y siguió adelante. "Te apartaron de mí, pero ahora estoy de vuelta. Ven con mamá..."
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash
Diana se quedó mirándola. "Señora, tome una pastilla", dijo. "Usted no es mi madre". Dio un paso adelante y me rodeó con el brazo. "ESTA es mi madre, ¡así que vayasé!".
"¡Voy a la policía!", Elena gritó: "Tengo derechos, ¿me oyes? ¡DERECHOS!"
Diana se encogió de hombros y puso los ojos en blanco. "¡Como sea!", dijo y se volvió hacia mí. "Oye mamá, ¿qué tal un bocadillo? ¡Me muero de hambre!".
Entramos y cerré de golpe la puerta en la cara de Elena. No la volvimos a ver nunca más, y nos despedimos de la basura, como diría Diana.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Es el amor y no la biología lo que hace a una familia.
- No puedes regresar a la vida de las personas y esperar ser bienvenido después de haberlas abandonado.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.