Hombre roba una bicicleta estacionada cerca de un hospital y el karma lo alcanza de inmediato - Historia del día
Un sujeto robó una bicicleta que encontró aparcada cerca de un hospital, pero no llegó muy lejos antes de que el Karma lo alcanzara.
Vanessa, una doctora de 40 años, acababa de terminar un agotador turno de 12 horas en el hospital cuando descubrió que le habían robado su vieja bicicleta.
Intentó encontrarla; buscó por todos lados e incluso se acercó a los transeúntes de los alrededores para preguntarles si la habían visto. Pese a sus esfuerzos no logró hallar su bicicleta perdida.
Bicicleta estacionada en la vía pública. | Foto: Shutterstock
Desanimada, Vanessa volvió a su casa. Hacía poco que había sufrido un pequeño incendio que comenzó en la cocina y se extendió por el salón antes de ser extinguido.
Su habitación estaba intacta, y como no tenía otro sitio al que ir, había decidido quedarse mientras reparaba las partes dañadas.
Vanessa no tenía seguro para arreglar su vivienda, así que vendió su vehículo para cubrir la mayor parte de los gastos, pero ni siquiera eso sería suficiente.
Necesitaba más dinero, pero no le sobraba, y sin otra fuente de transporte alternativa, sacó su vieja bicicleta, la limpió y empezó a desplazarse con ella.
Vanessa consideró sus opciones mientras volvía a casa muy cansada. No podía pedir un préstamo, y lo necesitaría para comprar un auto en condiciones. Asimismo, sabía que no podía permitirse adquirir una bicicleta nueva, lo que la dejaba en un aprieto.
Su casa estaba muy lejos del hospital. A su vez el centro médico estaba al menos a una manzana de distancia de cualquier parada de autobús. Esto implicaba que tendría que hacer largas caminatas cada día antes y después de sus exhaustivos turnos.
Vanessa no podía creer su suerte. De todas las bicicletas aparcadas afuera ese día, la suya había sido la única que atrajo al ladrón. Sabía que no había muchas esperanzas de recuperarla, pero decidió que lo intentaría.
Mujer preocupada. | Foto: Pexels
Cuando llegó a su casa, se sentó en su habitación y escribió una breve carta. Decía:
A la persona que me ha robado la bicicleta. Estaba rota y usada, pero servía para hacer el trabajo. Me encantaría comprarme una bicicleta nueva, pero no puedo permitirme una. Devuelvan mi vieja bicicleta, por favor, no quiero tener que volver a casa caminando todos los días tras pasar horas de pie intentando salvar vidas.
Al día siguiente, en el trabajo, pegó la nota en una farola. Volvió después de su turno, pero su bicicleta no había sido devuelta. Su corazón estaba roto mientras caminaba hacia la parada del autobús.
Un día, Vanessa recibió una llamada del hospital. Un ciclista borracho había sido atropellado por un coche. Aunque era su día libre, se levantó, se vistió y se fue al hospital para salvarle la vida. Tardó un poco porque había caminado desde la parada del autobús.
Cuando llegó al hospital, los policías que llevaron al ciclista tenían noticias para ella. "¿Es usted la Dra. Vanessa Gómez?", le preguntó el policía. "Sí, lo soy", respondió ella, y luego cambió su atención hacia el hombre que gruñía. "¿Es este el paciente que necesita atención de emergencia?".
Mujer hablando por teléfono. | Foto: Pexels
"Me temo que sí", dijo él. "Pero escuche, este hombre fue sorprendido con una bicicleta que se denunció como robada en estas instalaciones. He oído que le pertenecía a usted. Ahora está arruinada".
"Oh", dijo Vanessa, sorprendida.
Había estado esperando secretamente que el ladrón cambiara de opinión. Estaba tan abrumada por la tristeza que se planteó dejar que el ladrón siguiera sufriendo hasta que hubiera otro médico disponible.
Todas las miradas estaban puestas en ella, observando lo que haría. Nadie la culparía por hacer justicia con el hombre descarriado, pero tampoco la alentarían.
Al final, Vanessa optó por tomar el camino correcto. Trató al ladrón con cuidado, como lo haría con cualquier otro paciente. Le salvó la vida, pero quedó paralizado de cintura para abajo. Se pasaría la vida en una silla de ruedas.
Vanessa se sentía culpable por no haber hecho un buen trabajo. Su labor como médico era salvar vidas, pero no había podido sanar completamente al ladrón. Le echó la culpa a su tardanza y pensó que eso no habría ocurrido si no hubiera perdido su bicicleta.
Ese día regresó a su casa muy triste. Sabía que las cosas serían difíciles hasta que pudiera permitirse una nueva bicicleta o, mejor aún, un carro. Al día siguiente, se despertó con el timbre de la puerta.
Bolsas con alimentos. | Foto: Pexels
Era un desconocido que afirmaba haber sido testigo de lo que hizo por el ladrón, aunque sabía que la había robado. Para recompensar su bondad, había decidido comprarle alimentos para la semana.
En los días siguientes, recibió más regalos de personas que querían recompensar su carácter indulgente. Una familia de tres miembros le compró una bicicleta nueva, una mujer le dio un abrazo y otro hombre le prometió llevarla gratis al trabajo cuando lo necesitara.
Esas personas inclusive recaudaron el dinero que ella utilizaría para renovar completamente su casa y comprar un coche nuevo, resolviendo así todos sus problemas. Esto le devolvió la fe en la humanidad y decidió trabajar aún más para salvar vidas.
¿Qué hemos aprendido de esta historia?
Una buena acción merece otra: Vanessa salvó la vida del ladrón aunque este no había hecho nada para merecer su bondad. La gente que la vio tomar el camino correcto decidió que el gesto no debía quedar sin recompensa, así que se unieron y la ayudaron.
Las malas acciones siempre se pagan: El ladrón se libró de robar la bicicleta de Vanessa, pero el Karma se vengó de él, y el precio que exigió fue su movilidad. Siempre se arrepentirá de haber tomado esa malvada decisión, y por desgracia, el tiempo nunca fluye hacia atrás.
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Esta es una obra de ficción inspirada en la historia de un suscriptor y escrita por un redactor profesional. Los nombres, personajes, negocios, eventos e incidentes son productos de la imaginación del autor. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o hechos reales que hayan ocurrido es pura coincidencia. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.