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Un paraguas | Foto: Shutterstock
Un paraguas | Foto: Shutterstock

Hermanos avaros se burlan de la hermana menor porque solo heredó un paraguas viejo - Historia del día

Georgimar Coronil
05 oct 2021
00:00

Se dedicó a sus abuelos y sacrificó su futuro para cuidarlos, pero lo único que le dejaron fue un viejo paraguas. Había algo escondido en él.

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Los padres de Lesly, Jorge y Wilson Fernández habían muerto en un accidente de coche cuando eran niños, y sus abuelos se encargaron de criarlos. Jorge tenía once años, Wilson nueve y Lesly solo cinco.

Sus abuelos habían estirado cuidadosamente el dinero del seguro de sus padres para pagar la educación de los mayores, pero cuando llegó el momento de que Lesly fuera a la universidad, su abuela se puso muy enferma.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Lesly no le iba a dar la espalda a sus queridos abuelos, así que se matriculó en un centro de educación superior y asistió a las clases cuando pudo.

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Por desgracia, la abuela falleció, pero Wilson y Jorge no acudieron al funeral. Enviaron disculpas y flores. Estaba claro que no les interesaba asumir la responsabilidad sobre el hombre que los había criado.

La justicia de Dios se mueve lentamente pero nunca falla. Lesly cuidó de su abuelo, y cuando dos años después conoció a William y decidió casarse, se mudó a una pequeña casa al final de la calle. Siguió cocinando y cuidando de su abuelo hasta sus últimos días.

En ningún momento sus hermanos, que ya eran hombres ricos y con éxito, le preguntaron si ella o su abuelo necesitaban ayuda, económica o de otro tipo. "No es que los necesitemos", le dijo Lesly a su marido, "¡pero es una muestra de ingratitud!".

"Mis abuelos tenían más de setenta años y asumieron tres hijos. En lugar de disfrutar de su jubilación, tomaron el trabajo y la responsabilidad, ¡y a mis hermanos parece no importarles!".

"Cariño", dijo William con ternura, "lo que va, vuelve. La justicia de Dios se mueve lentamente, pero nunca falla".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Lesly negó con la cabeza. "¡No lo creo!", dijo. "Ellos son unos desagradables ingratos y nosotros estamos luchando, ¿cómo es eso justicia?". Pero William se limitó a negar con la cabeza y le dijo que tuviera paciencia.

El abuelo de Lesly se volvió cada vez más frágil, hasta el triste día en que ella entró a llevarle el desayuno y descubrió que había fallecido mientras dormía. Lesly estaba desolada.

Llamó a sus hermanos y a sus familiares lejanos e hizo los preparativos para el funeral. Pensó que sus hermanos no vendrían al funeral de su abuelo, pero la sorprendieron.

Esa tarde, Lesly comprendió la voluntad de Wilson y Jorge de asistir: querían su parte de la herencia. El abogado de su abuelo les había pedido que se reunieran con él en la vieja casa.

Wilson y Jorge miraron a su alrededor con aprecio. "¡Esta casa valdrá bastante en el mercado!", dijo Jorge.

"Sí", dijo Wilson. "¡Especialmente si la comercializamos como un lugar para hospedaje y desayuno!".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Pero el abogado negó con la cabeza. "Me temo que su abuelo ha dejado la casa y su contenido a la Asociación de Niños", dijo. "Como refugio para niños en riesgo".

"¿Qué?", gritó Wilson enfadado. "¿Qué pasa con nosotros?"

"Sí", dijo Jorge, "¡somos de su sangre! ¿No se preocupaba por nuestro bienestar?".

"¡Basta!", gritó Lesly. "¡El abuelo hizo todo lo que pudo por nosotros, todo! Es su casa y estaba en su derecho de disponer de ella como quisiera".

"Tu abuelo dejó algunas muestras de su afecto", dijo el abogado, y colocó sobre la mesa un reloj de bolsillo de plata adornado, una cadena de plata con una cruz antigua y un viejo paraguas verde oscuro.

Wilson cogió el reloj de bolsillo con avidez. "El viejo nos estaba engañando", dijo. "Este reloj es de la época de la Guerra Civil. Podría valer algo".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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"Según las instrucciones de su abuelo, cada uno elegirá un objeto según su edad: así que Jorge, usted elige primero, luego Wilson y después Lesly", explicó el abogado.

Wilson frunció el ceño cuando Jorge tomó el reloj de bolsillo, luego se adelantó y reclamó la cruz de plata. "¡Parece que te llevas el paraguas, Lesly!", dijo.

Lesly agarró el paraguas y tocó el pesado mango de madera con cariño. "Este era el favorito del abuelo. Decía que era el mejor para un día de lluvia".

Jorge se rio cruelmente. "Esperemos que todavía funcione", dijo. "¡Ahora está lloviendo!" Lesly se asomó al exterior. ¡Estaba diluviando!

"En ese caso, este paraguas es perfecto", dijo Lesly y se dirigió a la puerta principal. Abrió la puerta y desplegó el paraguas y algo revoloteó hacia abajo y se le pegó en el pelo, luego algo más...

Lesly miró atónita cómo decenas de billetes caían de los pliegues del viejo paraguas. Jorge se burló. "¿Así que ese era el fondo para días lluviosos del viejo?".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Lesly recogió un billete y jadeó. "¡Esto es un billete de 1.000 dólares! Nunca había visto uno antes".

"¿Qué?" Wilson dio un paso adelante y se inclinó para recoger el billete, pero el abogado le detuvo.

"El paraguas y su contenido pertenecen a su hermana", dijo fríamente. "Tú y tu hermano ya eligieron".

Jorge estaba furioso. "¡Pero hay docenas de billetes de 1.000 dólares! Eso es mucho dinero!"

Lesly miraba los billetes con atención. "¡Parecen nuevos, como si acabaran de ser impresos!", dijo.

"Tu abuelo y tu bisabuelo coleccionaron esos billetes durante décadas, Lesly, hasta que fueron retirados de la circulación a finales de los años 60", dijo el abogado. "Estos billetes en perfecto estado son objetos de colección. Cada uno vale entre 10.000 y 12.000 dólares...".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Lesly quedó sorprendida. Después de todo, su abuelo le había dejado un valioso legado. Con el dinero de la venta de los billetes, ella y William pagaron su casa, compraron un coche nuevo y crearon su propio fondo para imprevistos.

Mientras tanto, la vieja casa del abuelo de Lesly se convirtió en un refugio y ayudó a muchos niños tristes y solitarios a encontrar la felicidad. En cuanto a Wilson y Jorge, se indignaron y declararon que Lesly los había estafado con su herencia.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La codicia puede llevar a un mal juicio: La avaricia de Wilson y Jorge les llevó a elegir erróneamente el objeto aparentemente menos valioso.
  • La justicia de Dios se mueve lentamente, pero nunca falla: Wilson y Jorge recibieron su merecido y Lesly fue recompensada por su bondad.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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